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Movilizaciones en la U. de Chile otra vez obligan a Rosa Devés a dormir en Casa Central

Desde el lunes, la Casa Central de la Universidad de Chile está ocupada por un grupo minoritario de estudiantes que exige romper un convenio con una universidad israelí. Rosa Devés, al igual que durante el acampe de 2024, decidió permanecer en el edificio para resguardar el patrimonio y garantizar el funcionamiento de la universidad.

Foto: Cedida

Un lienzo con la consigna “Palestina te necesita” apareció en el frontis de la Casa Central de la Universidad de Chile, donde pasadas las 18:00 horas de este lunes un grupo de estudiantes se congregó para ocupar las dependencias en protesta por los bombardeos a Gaza.

La acción contó con el respaldo del Consejo de Representantes de Centros de Estudiantes (CRECE), que aprobó la medida con un 66,2% de los representantes. Fue a través de un comunicado subido a redes sociales por el CRECE donde se indicó que la toma “se enmarca en un proceso de movilización consciente y profundamente ética en defensa de los derechos humanos y en solidaridad con el pueblo palestino frente al genocidio que hoy enfrenta”.

Fue ante la irrupción estudiantil que la rectora Rosa Devés decidió permanecer en la Casa Central durante la noche, repitiendo la medida que adoptó durante el acampe de 2024. En su círculo sostienen que Devés asumió esta decisión por el cuidado del edificio, que además de ser patrimonio histórico y monumento nacional simboliza los principios de la Universidad de Chile.

La rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés. JONNATHAN OYARZUN/ATON CHILE

Pero otro factor también caló hondo, y tuvo que ver con que su visión de las tomas, aunque fueran calificadas de pacíficas por los estudiantes, eran ilegítimas y violentas, pues interrumpían el funcionamiento normal de la universidad. Por lo mismo, desde el lunes en la tarde la autoridad permanece en las instalaciones de la rectoría de la Casa de Bello junto a su equipo.

El acampe comenzó alrededor de las seis de la tarde, cuando unos 40 estudiantes ingresaron exigiendo desalojar a todo el personal, aunque no lograron ocupar la rectoría, donde Devés y su equipo se mantuvieron presentes. Hasta la fecha, ahí la acompañan la vicerrectora de Extensión, Pilar Barba; el director académico, Claudio Olea; parte del gabinete rectoral y, durante la primera noche, también estuvo la prorrectora Alejandra Mizala.

En paralelo, las movilizaciones también se desarrollaron en el Campus Juan Gómez Milla, en Ñuñoa. Se estimó que entre 15 y 20 estudiantes pernoctaron en la Casa Central, de un total de 40 mil matriculados, evidenciando que se trató de un grupo minoritario.

Desde ese entonces los vicerrectores han participado en reuniones, mientras que el Consejo Universitario -integrado por los decanos y decanas de todas las facultades- respaldaron las acciones de la rectoría.

Pero la rectora fue clara: las universidades no rompen relaciones con otras instituciones, que son espacios de pensamiento crítico y libertad. Incluso quienes conocen de la interna de rectoría sostienen que las universidades israelíes también han sido críticas del gobierno de Netanyahu.

Desde la interna de la casa de estudios explicaron que, si bien la causa palestina es legítima y compartida por buena parte de la comunidad, se ha levantado la idea de que la movilización apunta a algo mayor, como el hecho de rearticular un movimiento estudiantil que buscaba ganar fuerza en distintas universidades en un contexto previo a las elecciones presidenciales.

La nueva toma revivió movilizaciones anteriores que marcaron a la universidad durante 2024, cuando los estudiantes iniciaron ocupaciones que se extendieron por más de dos meses exigiendo el término del convenio con la Universidad Hebrea de Jerusalén. En aquella ocasión el movimiento -agrupado bajo el nombre Acampe U. de Chile- dejó la Casa Central para continuar las protestas en otras facultades, afirmando que su objetivo era lograr que la universidad y el Estado chileno rompieran relaciones con Israel.

En ese entonces Devés mantuvo una postura crítica frente a la ocupación estudiantil y no apoyó la movilización. Incluso, su opinión respecto a cortar convenios extranjeros se mantuvo firme y reiteró en su momento que “nosotros decimos ‘no’ porque la Universidad de Chile debe mantener abierta la conversación con las universidades, estén donde estén. Y especialmente nosotros entendemos que las disidencias están allí”.

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