Opinión

En dos tiempos

Jorge Loyola/Aton Chile JORGE LOYOLA/ATON CHILE

La primera vuelta presidencial vino a confirmar que el clivaje del Apruebo y el Rechazo a la propuesta de la Convención se mantiene como una línea divisoria relevante. Los cuatro candidatos opositores sumaron cerca del 60% y la candidata del gobierno llegó apenas al 27%, muy lejos del 38% del Apruebo e incluso bajo el 30% que sigue respaldando al Presidente Boric. ¿Por qué esa distancia? ¿Por qué Jeannette Jara estuvo lejos de ese ya mal resultado que era el 38% del Apruebo? Hay varias razones; entre ellas, que han pasado tres años desde aquel plebiscito, tiempo en que el gobierno al que Jara representa sólo se ha debilitado.

Lo extraño, lo interesante, es que en la elección parlamentaria el resultado fue más parecido al Sí y el No, que al Apruebo y el Rechazo. En el Senado, las derechas llegaron a 25 integrantes y el actual oficialismo, a 23. Los dos cupos restantes son de independientes fuera pacto, la senadora Campillai y el senador Bianchi, por lo general alineados con el actual gobierno. De este modo, en el Senado se sigue manteniendo un equilibrio más propio del Chile binominal que del país post estallido.

En la Cámara de Diputados, las cosas terminaron en una posición intermedia, lejos de lo que fue la debacle oficialista en la contienda presidencial. Los dos pactos de las fuerzas de gobierno más la DC obtuvieron cerca de cuatro millones de votos, es decir, aquí sí se mantuvo el 38% del Apruebo, mientras Jara en la presidencial obtuvo sólo 3,5 millones, lo cual implica que casi medio millón de electores estuvo dispuesto a votar por un candidato a diputado oficialista, pero no respaldó a su candidata presidencial.

¿Y qué es lo que empiezan a mostrar las primeras proyecciones respecto del resultado de la segunda vuelta? Números que se parecen más al desenlace del plebiscito de salida en 2022, que al de 1988. Obviamente, estas cifras iniciales pueden cambiar y no sabemos cómo va a concluir el balotaje del 14 de diciembre. Lo que sí sabemos es que la supuesta “avalancha” que iba a dejar al actual oficialismo en una posición muy desmedrada en la elección parlamentaria no se produjo. En rigor, el nuevo Congreso será un espacio de relativo equilibrio de fuerzas, con toda la carga de dispersión y atomización que el actual sistema electoral incentiva.

El probable gobierno de Kast tendrá entonces entre sus principales desafíos políticos el dar conducción, consistencia e identidad a esa nueva mayoría hoy cercana al 60%, que votó Rechazo a la propuesta constitucional y que cada semana desaprueba al gobierno. La futura oposición de izquierda buscará, en cambio, reponer el otro clivaje, el de dictadura-democracia, para lo cual el tema de la legitimidad del orden institucional, el imperativo de las reformas al “modelo” y convertir otra vez al futuro gobierno en violador de los DD.HH. serán ejes centrales.

Sobre la línea de esos imperativos antagónicos se empezará a jugar la gobernabilidad del próximo período.

Por Max Colodro, filósofo y analista político

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