Manuel Monsalve: “Cometí un error que me puso en una situación en la que nunca pensé estar, pero no cometí un delito”
A casi un año desde que una denuncia de abuso sexual y violación tumbó su vida personal y su carrera política, además de provocar una crisis sin precedentes en La Moneda, el exsubsecretario del Interior Manuel Monsalve decide entregar su versión de los hechos.
El 17 de octubre de 2024 la vida personal y política del entonces subsecretario del Interior Manuel Monsalve (ex PS) se derrumbó. Ese mediodía La Segunda reveló que la Fiscalía Regional Metropolitana Centro Norte recibió una acusación en contra de la entonces autoridad por presunto abuso sexual. Poco después, La Tercera entregó nuevos detalles, y señaló que la denuncia fue presentada por una funcionaria de la Subsecretaría del Interior por el delito de violación.
La vida de Monsalve nunca volvió a ser la misma: fue removido de su cargo, formalizado por dos delitos sexuales y ha estado en prisión preventiva desde noviembre del año pasado, en dos recintos penitenciarios, la Cárcel de Rancagua y Capitán Yáber. Hoy, a días de que se cumpla el plazo de fin de la investigación, está en arresto domiciliario total en un departamento en Viña del Mar.
La caída del entonces subsecretario -uno de los hombres fuerte de La Moneda- abrió una crisis sin precedentes en el gobierno, que involucró directamente al Presidente Gabriel Boric -quien comunicó la denuncia a Monsalve- y ha puesto en tela de juicio el compromiso feminista de su administración.
Se va a cumplir un año desde que fue denunciado por abuso sexual y violación por parte de una subalterna. ¿Cómo han sido estos meses?
Diría que estoy agotado emocional, intelectual e incluso físicamente. He pasado períodos de tristeza, frustración, dolor y rabia, pero también por momentos donde hay mucha determinación de salir adelante. Hay ciertas cosas que te permiten sostenerte. Mi familia ha estado conmigo desde el primer momento y ha habido gente que, a pesar de los duros cuestionamientos públicos, ha mantenido gestos de cariño y apoyo. Es una situación devastadora para todos los ámbitos de tu vida. Pero sigo con la determinación, por mi familia, de demostrar mi inocencia.
Con la perspectiva del tiempo, ¿cómo evalúa la reacción del gobierno al conocerse la denuncia en su contra?
Hay que ser más equilibrado. No en mi caso, en todos los casos. Soy muy respetuoso del derecho de las personas a denunciar. Cualquier persona que se sienta víctima de un delito no solo tiene el derecho, sino la obligación de denunciar y tiene que ser investigado. Pero eso no puede anular el derecho a la defensa de la persona que es acusada. Ese equilibrio es muy importante para el Estado de derecho. Me hubiese gustado que la reacción del gobierno fuera más equilibrada.
Resultan inexplicables ciertas conductas suyas, dado su cargo de subsecretario del Interior. A saber: que no anduviera con escolta, que visitara un mall un fin de semana, que se sentara en un parque público, ni hablar de que pasee a medianoche por el centro de Santiago. ¿Tiene algún tipo de autocrítica?
La práctica de los escoltas era institucionalizada: la PDI ha reconocido que no existía protocolo. Los fines de semana, durante los dos años y siete meses que fui subsecretario, nunca me acompañaban a actividades particulares. Esa práctica nunca me fue representada como un hecho que habría que modificar. Nunca tampoco tuve una situación de riesgo. Distinto es lo que menciona respecto a dos hechos: jamás debía salir con una persona que trabajaba conmigo. Cometí un error, no ponderé ni el peligro ni los riesgos que eso implicaba. Y respecto a lo de andar por el centro de Santiago, entiendo que se refiere a la caminata que se produce el domingo 22 de septiembre en la noche, después de salir del restaurante Ají Seco Místico. Eso muestra un estado de desorientación. En un estado de lucidez no habría ocurrido nunca, porque conocía los riesgos que implicaba transitar de noche por el centro de Santiago.
La primera salida de ambos que se conoce es un almuerzo en el Costanera Center. ¿Cómo se llega a esta situación de salir con una subalterna fuera de horario de trabajo?
Por una serie de conversaciones que, como yo las interpreto, mostraban un interés mutuo de encontrarnos fuera del ámbito laboral con un fin de carácter social. Hay whatsapps entre ambos que muestran disposición mutua de encontrarnos voluntariamente y es así como se acuerda ese almuerzo.
En el Costanera Center…
Es un encuentro que, además, dura casi 6 horas, entre el almuerzo y una segunda etapa que tiene que ver con el tiempo que estuvimos sentados conversando. He sostenido que había un interés mutuo de encontrarse fuera del ámbito laboral, sin darle ninguna connotación más que esa. Era un encuentro de carácter social, voluntario, sin ningún tipo de coacción, de presión para que eso se produjera.
En esa oportunidad se produce la primera situación de acercamiento más personal entre ambos, un beso, que usted señala consentido y que la denunciante no…
Fue un hecho inesperado. Nunca en mi vida me atrevería a darle un beso a una mujer sin su consentimiento. Estábamos sentados en un césped, en un lugar público, con gente transitando. Yo, en el cargo de subsecretario, iba a darle un beso a una mujer sin su consentimiento sin saber cómo iba a reaccionar que pudiera rechazarme, gritar, pedir ayuda es como de poco sentido común. Lo describo en mi declaración, no quiero entrar a los detalles, pero creo que hay preguntas que se me hacen en ese momento que generan una condición de mayor intimidad y que terminan en esa situación mutua.
Usted habla del sentido común. ¿Cómo no advirtió la asimetría de la relación, una autoridad y una subalterna?
Por eso creo que es un error haber salido con alguien que trabajaba conmigo. Es un hecho que genera una sospecha natural. Hay, no solo declaraciones mías, sino de ella, con el reconocimiento de que nunca hubo ningún tipo de presión y que los encuentros fueron voluntarios. Nunca hubo el uso de la jerarquía para presionar, para coaccionar, para forzar.
¿Y no habría un implícito en eso? Que ella se haya sentido conminada a participar no por acción activa o una presión suya, sino que por la misma asimetría…
Digo que es un error porque genera riesgos que tienen consecuencias y no me debía haber expuesto a ese riesgo. Lo que puedo decir es que nunca hubo ningún tipo de presión.
Ella ha declarado que entendió que este encuentro era laboral...
No fue una reunión laboral. No estoy aquí ni para victimizarme ni para atacar a nadie. Lo que sí puedo reiterar es que fueron casi seis horas en las que no se habla de nada que tenga que ver con trabajo. Sentarse en el césped es fuera de cualquier espíritu laboral.
Pasaron semanas hasta que se produce el encuentro del 22 de septiembre que derivó en la denuncia en su contra. En ese tiempo, ¿notó usted algún tipo de incomodidad? ¿Pensaba que la relación entre ambos se iba estrechando?
Lo que uno puede ver en las conversaciones posteriores por WhatsApp es una relación cercana, cordial, de colaboración. O sea al día siguiente, el primer mensaje es ‘Buenos días subse, ¿cómo está?’ Y se empieza una coordinación respecto a cuestiones que ocurrían en el día a día. No había ninguna señal de incomodidad. Hay que recordar que el gabinete de la Subsecretaría es un espacio casi común. Ella acostumbraba a sentarse en el sillón que estaba justo frente a mi puerta para esperar que yo abriera la puerta para hablarme y esa conducta se mantuvo inalterable.
El fin de semana del 18 de septiembre pasado fueron días que el mismo gobierno definía como de alto riesgo -fue muy largo, había preocupación por la delincuencia, accidentes. ¿Cómo el subsecretario del Interior que debía monitorear el país termina en una cena de índole personal?
La pregunta que me hace es lo que me ha producido mucha frustración porque mi conducta durante dos años y siete meses siempre fue valorada porque ejercía mi cargo con responsabilidad. Siempre preparaba las cosas que tenía que hacer, las estudiaba. Y me ha generado mucha frustración que se piense que ese día decidí ser completamente irresponsable.
O frívolo…
No dice relación con mi conducta habitual. Uno hubiese esperado que las personas que trabajan con uno dijeran ‘oye, algo tiene que haber pasado para que se comportara así, porque no es habitual que se comporte así’... Lo que hice fue salir a comer como es normal e iba a retornar para poder preparar las actividades del día siguiente. Creo que ella tampoco quería embriagarse, ni permanecer cuatro horas y media en un restaurante, tampoco quería irse de fiesta esa noche cuando también tenía obligaciones al día siguiente. Ninguno quería que eso ocurriera. ¿Cómo llegamos entonces a una situación como esa? Es una pregunta que todavía no es aclarada. A medida que ha pasado el tiempo y se han ido agregando elementos, mi sospecha era la posibilidad de ser drogado o de la intervención de terceros.
¿Qué le hace tener esa sospecha?
¿Cómo perdimos la memoria? ¿Por qué no se dio la boleta? ¿Por qué el garzón dice que no estaba cuando en realidad sí estaba? ¿Por qué nadie se acuerda de que alguien haya salido ebrio? Todo es extraño.
¿Y usted ha pedido que se aclare?
Mi defensa ha pedido diligencias y se nos han negado. El derecho a la defensa tiene un principio básico que es que se pueda acceder a la verdad y se le permite a la defensa, no de acuerdo a lo que piensa la Fiscalía, sino de acuerdo a su teoría que pueda llevar adelante esas diligencias, y por lo tanto, generar pruebas para ejercer el derecho de defensa.
¿Y por qué la Fiscalía no querría investigarlo?
Siento que no se ha respetado con rigurosidad el principio de objetividad. O sea, es válido que la Fiscalía investigue todo aquello que permita culparme, pero legalmente es obligatorio que investigue todo aquello que permita exculparme y probar mi inocencia. Estoy convencido que mientras más se conozca la verdad, más posibilidades tengo de defenderme.
Todos hemos visto imágenes de su tránsito esa noche por Santiago. Cuesta creer que no se acuerde de esos momentos…
No quiero entrar en una discusión técnica, pero es evidente que no estamos inconscientes. La inconsciencia implica una pérdida absoluta y completa de sentido, en la práctica deberíamos estar botados. Y no deberíamos haber sabido dónde estábamos ni a dónde íbamos, pero ninguno de los dos estaba inconsciente.
El taxista que los traslada…
¿Qué dice el taxista? Dice: se subieron al taxi, que ella lo trataba de “amor”, ella le toma la mano. Dice “nunca vi forzar al otro ni verbal ni físicamente”. Él llega a la conclusión que éramos pareja. Cuando vamos al hotel, el taxista dice que quería que él la acompañara a subir. Él le da una interpretación a eso como que a lo mejor ella estaba incómoda. Pero es una interpretación. Esas son discusiones que son parte del debate jurídico, será parte de la discusión en el juicio oral.
¿Y cómo se pasa de esta situación en el Ají Seco a que esto termine en una denuncia?
Esa es una segunda pregunta que me he hecho durante mucho tiempo. Si se acoge mi versión, no hay delito. Si se acoge la versión de quien denuncia, hay un delito. Hay dos versiones distintas en un espacio donde no hay testigos.
Por lo que señala, a usted la denuncia lo tomó por sorpresa…
Mi conducta posterior al 22 y 23 de septiembre ha sido muy puesta en cuestión. Pero yo nunca tuve como elemento de juicio para mi toma de decisiones el hecho de que hubiese la comisión de un delito. Ninguna de mis decisiones posteriores fueron determinadas por el temor a que hubiera una denuncia.
¿Qué recuerda de esa mañana?
No había ocurrido nada que pueda ser considerado de abuso, no había nada que no hubiese ocurrido con el consentimiento de ambos. Hubo una conversación de dos personas que estaban en una situación inesperada, que no recordaban las cosas y por lo tanto estaban preocupados de lo que había ocurrido.
La acusación de abuso sexual es respecto a una situación que se produce esa mañana cuando ambos estaban conscientes…
Las dos veces que nos reunimos ella me podría haber reprochado de lo que se acordaba, pero no me dice nada. Si hubiese considerado que había habido un abuso en la mañana cuando se reunió conmigo, además de mostrar preocupación porque no se acordaba, podría haber enrostrado esta otra situación, cuestión que no ocurre.
Toda su actuación posterior a esos hechos se puede interpretar como la conducta de alguien que es culpable, que está tratando de ocultar algo…
Alguien que comete un delito, ¿va a la Policía de Investigaciones para que averigüe lo que pasó? ¿Hay alguna instrucción mía para tapar lo que pasó? Ninguna. Ni de la directora de Inteligencia, ni de los funcionarios de Investigaciones que van al hotel o que van al restaurante. ¿Cuál es la acción de ocultamiento que se les instruyó a ellos? Ninguna. ¿Hay alguna evidencia que demuestre que se manipuló o se alteró alguna evidencia? Ninguna. ¿Cuál es la instrucción que indican que reciben por parte de la jefa de Inteligencia los funcionarios de la PDI? Aclarar si el subsecretario había sido drogado o no. Y ver el estado de bienestar de la persona que había salido a comer con él. Esas son las instrucciones. Además son los hechos, porque no hay alteración de ninguna evidencia.
¿En qué minuto pasa de perder la memoria a que pudo ser potencialmente drogado? ¿Es una sugerencia que le hace alguien más?
Es una cuestión que a ambos se nos pasa por la cabeza. A medida que van transcurriendo los días y al no recordar, la situación pasa a ser cada vez más inexplicable. Y eso es lo que motiva la conversación con la PDI.
¿Por qué usted no puso al tanto de inmediato de esta potencial situación de vulnerabilidad a la ministra del Interior o al Presidente?
Yo no dejé de ejercer mi cargo. Está el sentido de prudencia, o sea, cuando uno va a hacer una denuncia que está consciente que va a generar un impacto enorme, uno tiene que tener ciertos elementos de juicio que le den seriedad a la denuncia.
Se puede ver como que no quiso develar una relación impropia con una subordinada…
Pensar que la conversación que sostuve con la jefa de Inteligencia de la PDI iba a quedar en secreto… Es evidente que una vez que yo hable con ellos, se va a conocer.
Por eso es más pertinente la pregunta. ¿Por qué no le contó a la ministra del Interior? ¿Por qué no le contó al Presidente?
Porque si iba a hablar con una autoridad siendo yo subsecretario del Interior, lo razonable es que hablara con la mayor cantidad de elementos de juicio en la mesa y no solo con supuestos.
Usted le pide a la gente de la PDI que revise esta situación. Asumo que ellos le dan algún tipo de informe.
Sí. Esa conversación ocurre el 10 de octubre. El 11 de octubre tengo una segunda conversación con la jefa de Inteligencia de la PDI y con mi jefe de gabinete. En la segunda conversación recibo varias informaciones, se me entregan los videos recolectados en torno al ingreso al hotel. Se me dice que en esa imagen no hay nada que les parezca sospechoso. Pero a mí me sigue pareciendo extraño que aparezca caminando, interactuando con otra persona y no tenga memoria. Y lo que hago es entregarle mi teléfono para que sea periciado por la PDI ante la eventualidad de que pudiera haber sido intervenido. La jefa de Inteligencia me dice que cuando los funcionarios de la PDI van al hotel a pedir copia de las imágenes de esos días, los trabajadores le informan a la PDI que ya vino Carabineros a recuperar imágenes de los mismos días.
¿Hasta cuándo mantuvo contacto con la denunciante desde que comienzan estas instrucciones a Inteligencia hasta la denuncia?
Desde el 22-23 de septiembre se mantiene un diálogo cordial, laboral, de coordinación. Nos reunimos dos veces presencialmente en mi oficina. No tenía ningún elemento de juicio para llegar a la conclusión de que iba a haber una denuncia. Le había dicho el 2 de octubre que yo iba a hablar con la policía y le había pedido que lo meditara un poco, porque ella iba a estar involucrada, eran hechos que se iban a hacer públicos. Y yo mantengo comunicación con ella hasta el 8 de octubre cuando ella presenta una licencia médica.
En una declaración ella dice que le dijo a usted que no hubo consentimiento. ¿No se le generó alguna inquietud?
La frase que ella utiliza es: “Lo que haya hecho y lo que hice no estaba consciente”. Y, como no nos acordamos, ella también considera necesario ver las cámaras.
Usted ha señalado que su gran error fue haber generado esta relación con una subalterna. ¿No se siente también responsable de todo lo que le ha pasado por esa decisión?
No sé si puedo extenderlo a todo lo que ha pasado. Creo que fue un error evidente, grave. Cometí un error que me puso en una situación en la que nunca pensé estar, pero no cometí un delito.
¿Cómo se imagina su futuro? ¿Ha tenido tiempo de pensar en su futuro?
Mi futuro, a lo menos podría decirse, que es incierto. Y creo que lo más relevante es demostrar mi inocencia.
¿Se imagina en la cárcel por largos años?
Ya pasé por la cárcel. Pero tengo plena confianza en mi defensa. Por eso es que para mí son tan importantes que la verdad se conozca y que no se impida ninguna diligencia.
Su abogado Víctor Providel está sumariado por relacionarse con personas que ofrecieron a los medios grabaciones de la denunciante. ¿Aún así mantiene su confianza?
Tengo plena confianza en mi abogado, en su trayectoria. La acusación que le hizo la querellante tenía como fin sacarlo de mi defensa. Las personas que hablaron con él tenían antecedentes que la defensa considera relevantes. Y se pidió citar a declarar a esas personas. No por los antecedentes de la vida privada de las personas, sino por aquellos que son relevantes para una causa donde la credibilidad es clave.
Está haciendo un punto sobre la credibilidad de la denunciante…
No me quiero victimizar, tampoco quiero atacar a nadie. En un caso donde mucho radica en la palabra de las personas, la palabra de las personas está en cuestión.
¿Cuál podría ser el interés de una exsubalterna por denunciarlo?
No voy a especular al respecto, pero creo que la forma en que las personas actúan en situaciones difíciles está muy mediada por su historia. Y, por lo tanto, creo que es muy importante la historia de las personas para poder entender cómo reaccionan o por qué podrían haberse comportado de una manera o de otra.
“Construí una relación de mucho afecto con las personas que estaban en Capitán Yáber”
¿Cómo recuerda su paso por la cárcel?
Nadie está preparado para una situación de esa naturaleza. Traté de mantener cierta dignidad. No hice problemas, seguí las instrucciones, traté de ajustarme y adaptarme a las condiciones que tenía el penal, primero Rancagua, y el traslado a Capitán Yáber fue inesperado.
Llegó a Capitán Yáber…
Los internos me estaban esperando, fueron muy acogedores, me recibieron con abrazos, me tenían un café, un cigarrillo. Me explicaron cómo funcionaba el lugar, se preocuparon de hacerme una cama, de conseguirme ropa. Construí algo que es bien importante en situaciones difíciles, que es tener la humanidad para preocuparse del otro. Construí una relación de mucho afecto con las personas que están ahí.
¿Conocía a Luis Hermosilla?
No, no conocía a ninguno. Los conocí durante mi estancia en Capitán Yáber. Se portaron de manera muy humana conmigo.
¿Mantiene relaciones con ellos?
Cuando salí de Capitán Yáber conversé con ellos y he tratado de mantener ese compromiso que hice y no perder cierta relación. Después que salí, mi señora siguió yendo para mantener ese vínculo.
¿Recibió algún tipo de apoyo psicológico, espiritual?
No quise tener apoyo profesional ni tampoco recibir fármacos. Tanto en Rancagua como en Yáber se acercaron a mí personas de la Iglesia Evangélica, con ellos conversé en más de una oportunidad.
Usted señala que su traslado a Capitán Yáber fue una sorpresa para usted. ¿Sabe por qué se produce?
Me informé después. En una salida, Gendarmería me lleva a una psicóloga y al salir del box, en un pasillo había internas esperando atención. Alguna de ellas me grita “Monsalve, te vamos a echar la mano por lo que le hiciste a mi hermana”. Yo no entendí esa jerga, pero el gendarme que me acompañaba me dijo, ‘lo acaban de amenazar’ y que era indispensable que dejara constancia. Posteriormente supe que ese hecho fue el que determina mi traslado.
“Era altamente probable que fuera ministro de Seguridad”
¿Cuál era su situación al momento de la denuncia en octubre de 2024? Se señalaba que pensaba postular al Senado o ser nombrado ministro de Seguridad…
Ese era un tema de conversación, pero estaba cómodo en la función que cumplía. Mi prioridad era quedarme porque sentía que estábamos construyendo algo muy valioso para el país, para el gobierno y mi prioridad no era dejarlo, sino mantenerlo.
¿Existía la posibilidad de que fuera ministro de Seguridad?
Era altamente probable que si no hubiese existido la denuncia y hubiese seguido cumpliendo las funciones que cumplía, que hubiese ocupado el cargo de ministro de Seguridad, pero eso siempre es una decisión del Presidente de la República.
¿Alcanzó a conversar del tema con el Presidente?
No me gusta hablar de lo que conversé con el Presidente. Lo que puedo decir es que todo indicaba que había interés en que me quedara. Y ese interés estaba vinculado a las materias de seguridad, por tanto, si me hubiese mantenido era altamente probable que me hubiese nombrado ministro de seguridad.
Hasta que fue denunciado…
Me enteré el martes 15 de octubre, el Presidente me llama. Dice que tiene que conversar conmigo. Yo estaba en Valparaíso y quedo de ir a La Moneda. No me dice el motivo. Nunca me imaginé que era por eso, pensé incluso que era por las conversaciones de quién se iba, quién no se iba. Cuando iba de vuelta, ya había hablado con Investigaciones, tenía la primera entrega de información de Cristina (Vilches) y ese día llamo a Gabriel (De la Fuente) y le pido una reunión con la jefa jurídica del ministerio con el objeto de informarle. Y después de eso me voy tarde donde el Presidente. Le digo ‘mire Presidente, tengo que contarle algo’. Él me dice ‘la denuncia’. Le digo, ‘¿de qué denuncia me habla?’. Me dice, ‘hay una denuncia contra ti’. Me empieza a contar, en ese momento me entero.
¿Le da detalles de cómo había sido informado?
Me cuenta que había sido informado por la ministra del Interior y por la PDI.
¿Cómo fue ese momento?
Yo estaba asombrado, ni siquiera se me había pasado por la cabeza que hubiera una denuncia. El Presidente me dice ‘qué pasó’ y le relato de manera breve lo que estaba pasando. Le dije, ‘mire Presidente, pasó esto, yo salí con una persona, salimos a comer, ingerimos alcohol, en algún momento perdimos la memoria, despertamos en un hotel, ninguno de los dos se acordaba de lo que había pasado. Todo esto me pareció, a medida que pasaron los días, muy sospechoso. Hablé con la PDI, vi las imágenes, quedé más sorprendido con las imágenes, porque me mostraban situaciones que yo no recordaba’.
¿Y él cómo reacciona?
Creo que también estaba sorprendido. Independiente de cómo se haya actuado después de la denuncia, era impensado adjudicarme una conducta de esa naturaleza. Todos me conocían. Él también estaba en una situación inesperada. Pero él se preocupa mucho de mi familia. Me dice, ‘¿tu familia sabe?’ Yo le digo, ‘no, no sabe’. Me dice, ‘tienes que hablar con ella’. ‘Es difícil, le dije, mi familia está en Concepción’. Yo estaba preocupado de lo que tenía que hacer al día siguiente en términos laborales. Y él me dice, ‘tienes que ir a hablar con tu familia’. Él me insiste, me reitera tres veces, tienes que ir a hablar. Y yo lo asumo como una instrucción.
¿Se quedó con la convicción de que el Presidente creía en su inocencia?
No podría afirmar aquello. Estaba complicado, como toda persona, frente a esta dualidad de una persona a la que seguramente valora por su trabajo, confía, y la tarea de gobernar y asumir que había una acusación que era grave.
¿En esa conversación nunca se habló de la posibilidad de su salida del gobierno?
En esa reunión no conversamos nada de aquello.
Y usted se va a Concepción. ¿Qué pasó en ese periplo?
Llegué como a las 6.30 de la mañana a mi casa y estoy todo el día hablando con mi familia, mi señora, mis hijas. Hubo comunicación con mi jefe de gabinete y con personas de mi equipo. Mi preocupación es que a las 11 de la mañana del día siguiente tenía que ir a presentar el presupuesto del Ministerio del Interior. Pregunté durante el día si es que se iba a suspender. Se me dice que no, que tengo que ir. Y ahí es donde se produce esta oferta de Carabineros de volver a la mañana siguiente en el avión. Y es lo que hago. Al día siguiente vuelvo y me encuentro con la ministra.
¿Cuando usted estuvo en el sur, el Mandatario no hizo ningún intento por comunicarse con usted?
No que yo haya tenido conocimiento ninguno.
Se encuentra con la ministra del Interior, Carolina Tohá, ese jueves…
Cuando me reúno con el Presidente también pedí hablar con la ministra, para entregarle los antecedentes de la situación. Salgo de la oficina del Presidente y llamo a la ministra. No podría decir la hora exacta, pero era muy tarde. Y le pregunto dónde está, le digo, el Presidente me instruyó conversar, y ella me dice que en su casa. Esa intención fue cambiada por el hecho de que una vez que entré a mi oficina, la propia ministra me llama y soy informado de que la PDI va al hotel. Termino la diligencia del hotel a la una de la mañana, ya no puedo hablar con la ministra.
¿Y esa conversación se produce el jueves en Valparaíso?
Se produce una conversación el jueves en el edificio del Congreso en Santiago bastante parecida a la del Presidente, en términos de que me cuenta que está informada, me pregunta qué pasó, relato de manera resumida más o menos lo que pasó. Y se me avisa que esto va a salir en la prensa a mediodía.
¿No le pide la renuncia?
No, hasta ese momento no.
¿Y tampoco le insinúa la posibilidad de que diera un paso al costado o algo así?
No, no se produjo nada como esa conversación. Entro a la comisión, me siento, la ministra empieza a hablar, y me llega el pantallazo a mi celular de la portada de La Segunda que le muestro a la ministra que estaba hablando, ella como que titubea y me da la palabra a mí. Empiezo una exposición que pensé que no iba a terminar porque cualquiera de los parlamentarios iba a decir ‘oiga, explíqueme esto’, porque era evidente que esa portada le estaba llegando a todos. Pero eso no se produce. En algún momento la ministra me habla al oído y me dice que una vez que termine de hablar nos tenemos que retirar y que el Presidente nos va a estar esperando.
¿Ahí entendió que era el tema de la renuncia?
Era evidente a esa altura que tenía que salir del cargo. De hecho cuando lo conversamos con el Presidente me dice que es una situación insostenible. Yo le digo, ‘verdad. Es insostenible. No se haga problema, yo bajo y presento mi renuncia’.
Ha trascendido que le habla de su presunción de inocencia…
Solamente un comentario que le hago en términos de que para los abogados es muy importante la presunción de inocencia, que todas las decisiones que se tomen pueden ser vistas en un u otro sentido. Pero en ningún caso hay una discusión si yo renuncio o no renuncio, eso no es tema, era evidente que tenía que salir del cargo.
Se criticó el punto de prensa que hizo en La Moneda porque hizo una defensa personal.
El hecho de que hablara era algo que se acordó en la reunión entre la ministra, el Presidente y yo. Me preguntaron qué iba a decir y fue lo que dije.
¿Su impresión de la reacción del Partido Socialista?
La misma del gobierno, me hubiese gustado más equilibrio. Producto de mi historia, de cuánto me conocían. Hubiese esperado una reacción más equilibrada.
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