Por Eugenia FernándezFrancisco Covarrubias: “El mayor riesgo es que haya una borrachera de la derecha, que quiera correr el cerco y avanzar un poquito sin transar”
El rector de la UAI analiza el crecimiento de Johannes Kaiser y cómo repercute en la carrera de la derecha. Dice que “está en peligro un retroceso de la concepción liberal de democracia”. Pero cree que el mayor riesgo es que la oposición “caiga en un espíritu refundacional”.
“El peligro de Kaiser” fue el título de la columna en la que, el sábado pasado, el rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, Francisco Covarrubias, planteó no sólo que el candidato libertario es “extremo”. Además, aseveró que un eventual pase suyo a segunda vuelta podría derivar en un triunfo de Jeannette Jara.
Sentado ahora en su oficina en la sede de la universidad ubicada en Peñalolén, Covarrubias profundiza en lo que esbozó en su columna que publicó en El Mercurio. Analiza el fenómeno Kaiser y cómo se está reconfigurando la derecha. Y hace una fuerte advertencia: que la derecha -ante un resultado demasiado positivo en la elección del 16 de noviembre- caiga en “la misma borrachera que cayó la izquierda con el estallido social, que esto sea un estallido de cuello y corbata”.
¿Por qué Kaiser se instaló en esta posición expectante al final de la campaña?
Hay dos cosas. Uno, hoy las campañas, influenciadas por las redes sociales, tienen movimientos mucho más rápidos de lo que eran en el pasado. Este es un fenómeno que ha pasado en todas partes. El fenómeno específico es que Kaiser ha tenido un lenguaje directo con evidentes habilidades comunicacionales y, en un Chile que se derechizó, levanta banderas más claras para ese público. Ha tenido una estrategia super adecuada para conectar con un público, para decir cosas que ya no se decían.
¿Y qué dice eso de sus contendores de la derecha?
La Evelyn (Matthei) a principio de año tenía la elección ganada. Yo escribí una columna en abril -no quiero decir como Carlos Altamirano que estoy aburrido de tener la razón- pero me acordé del titular del Fortín Mapocho para el plebiscito, “corrió solo y salió segundo”... mi columna decía “correr sola y el peligro de salir segunda”. Evelyn tuvo el primer problema de no generar un domicilio. Jugó a ser dura en un inicio, después jugó a la unidad, al equipo, ahora vuelve a ser dura. El elector necesita señales claras, y ha sido poco clara. José Antonio Kast, cuando pasa a la punta, empieza a no correr riesgos, sobre todo porque la experiencia en la elección anterior fue que levantar las banderas valóricas y más controversiales le jugó en contra. Se empezó a cuidar. Y frente a eso aparece un candidato que dice cosas que decía Kast en la elección anterior, pero con más desparpajo y multiplicadas por 1.5. Kaiser corrió el cerco sin lugar a dudas.
¿En qué sentido corrió el cerco?
Corrió el cerco de plantear cosas que pensábamos que ya no íbamos a discutir. Las declaraciones y el tono respecto de Bolivia, el hablar de trabajo forzado, cantar la estrofa de Pinochet del himno nacional, son cosas que no habíamos visto, que pensamos que había habido una evolución. El mérito de Kaiser es que permite decir cosas que no se atrevía a decir. Permite sacar la foto de Pinochet del cajón. Pero eso implica un retroceso para la derecha liberal; la derecha liberal no ha logrado poner en valor esos principios mayoritariamente.
¿El voto de Kaiser es rabioso, ideológico? Él dice que es una mezcla.
Creo que tiene razón, que es una mezcla, porque por una parte es la novedad, y en todas las elecciones hemos tenido novedades. En 2009 fue Marco Enríquez-Ominami, luego fue Parisi la novedad. Él logra hacer una especie de amalgama entre novedad y dureza, y eso le juega a favor. El resto de los candidatos dejaron de ser novedad. Esa mezcla de alguna manera está explicitada en los dos líderes que tiene hoy la derecha en Chile, que abandonó a Ronald Reagan y Margaret Thatcher y subió a Bukele y a Milei. Podríamos decir que Matthei representa a Reagan y Thatcher, y Kaiser representa a Bukele y Milei.
¿Y Kast a quién representaría?
Kast está a medio camino, lo cual puede ser una cosa positiva para generar una especie de justo medio entre estos dos mundos que le ayude a lograr una mayoría sustancial en una eventual segunda vuelta, pero que corre un riesgo en primera vuelta de que se le genere el “sorpasso”. Lo creo improbable, pero podría ocurrir.
¿Qué derecha representa Kaiser?
Una derecha que vemos en el mundo en distintas versiones. Es una derecha que ha sido revisionista con su propia actuación. Primero el revisionismo vino de la izquierda. Una vez que se sacude de los escombros de la caída del muro de Berlín y logra tener una cohabitación con el mercado y la democracia liberal, el revisionismo de la izquierda es “fuimos demasiado condescendientes con el mercado”. Ahí aparecen fenómenos como Sanders en Estados Unidos, Melenchon en Francia, Podemos en España. Y acto seguido vino el revisionismo de derecha. “Fuimos socialistas, fuimos demasiado condescendientes con estos organismos internacionales”.
Ahora, esas derechas representan cosas distintas, porque por una parte está la reivindicación del orden, que ha sido propio de la derecha siempre. Lo que pasa es que esa reivindicación del orden había estado sujeta a reglas del juego democrático, respeto a los derechos humanos, etcétera. Hoy volvemos a una versión más primitiva, orden a toda prueba, penas de muerte, trabajo forzado, expulsiones. Por otra parte hay una vuelta a levantar temas de conservadurismo valórico, que a mí siempre me ha parecido que es incompatible con el liberalismo. Más aún, tenemos que preguntarnos si el libertarismo es liberalismo, que es otra pregunta más compleja todavía. Entonces, orden por una parte, conservadurismo valórico, son dos cosas propias de la derecha, pero que se vuelven a mostrar en su versión más cruda.
¿Es una derecha iliberal la que representa Kaiser?
En esta elección la democracia no está en peligro. Pero sí está en peligro un retroceso de la concepción liberal de democracia. Eso lo representa, en algunas cosas, Kaiser; lo representa en menor medida, pero también en otras cosas Kast, y por cierto que lo representa fuertemente Jara.
¿O sea, las opciones que corren hoy con ventaja a La Moneda son todas malas?
Son versiones que en distintas fórmulas corren el riesgo de afectar la democracia liberal como nos gustaría concebirla. Y eso está en juego y está en concomitancia con que hoy la población en Chile y en el mundo está dispuesta a sacrificar parte de la democracia.
¿Se refiere a que, por ejemplo, están dispuestos a sacrificar libertades para tener más seguridad?
Totalmente. Cuando se pregunta en el Latinobarómetro si es mejor un gobierno autoritario que garantice un no a la delincuencia o una democracia, crece fuertemente hace años la opción de que “la democracia no es tan importante”. Uno empieza a meterse en callejones de los cuales después cuesta mucho salir. No es al estilo de lo que vivimos en la década del 70 y 80 de los golpes de Estado, que tuvieron mucho apoyo y una reivindicación del orden. Hoy lo que vemos es una cosa bien paradójica, porque se acabaron los golpes de Estado, pero vemos un retroceso en las libertades; lo vemos en EE.UU., en México, en España. O sea, desde la izquierda a la derecha, un autoritarismo que de alguna manera coarta la democracia y salir de ahí es costoso y difícil.
¿Por qué ve ese riesgo en Jara?
Hoy reivindicar el comunismo es, a lo menos y en su versión más benigna, una frivolidad. En la versión más compleja, se trata de una ideología que ha generado tanto daño en el mundo, tanto atentado a las libertades y los derechos humanos, tanta hambruna, que su reivindicación no es compatible con la democracia liberal. Por lo tanto, si una persona adscribe a un partido por tanto tiempo, no es suficiente decir que es capaz de llegar a acuerdos, porque esa ideología es contraria a la democracia liberal. No es llegar y pasearse por el mundo diciendo “yo soy comunista”, porque eso tiene una carga y esa carga hay que recordar que el Parlamento Europeo en 2019 la comparó con el nazismo.
Y por el lado de la derecha liberal, ¿ve que se advierta la posibilidad de que la democracia se debilite con estos proyectos?
Yo creo que hay un riesgo todavía mayor: que la derecha caiga en la misma borrachera que cayó la izquierda con el estallido social, que esto sea un estallido de cuello y corbata. Es decir, que haya una borrachera, que piensen que todo el país es de derecha, que se quiera correr el cerco y avanzar un poquito sin transar. Es muy posible que haya una mayoría parlamentaria, así lo dicen las encuestas, y tendríamos el primer gobierno de vuelta a la democracia con una mayoría real y efectiva. Que se quiera ejercer esa mayoría sin considerar las opiniones minoritarias, pero que mañana pueden rápidamente transformarse en mayoritarias. Creo que ese es el mayor riesgo que corre la derecha hoy día.
¿Hay un anhelo refundacional en la derecha?
El mayor riesgo es que la derecha caiga en el mismo espíritu refundacional que cayó la izquierda hace cinco años, porque ya vimos cómo termina. Entonces, pensar que se ganó la batalla cultural... he escuchado a personas que dicen “aquí la gente ya se dio cuenta de lo que significa esto”. Recordemos a Voltaire, lo que decía: la gente cambia en un día. Los mismos que podían haber estado en la Plaza de la Dignidad hoy día votan por Kaiser; es perfectamente posible, las personas tenemos muchas contradicciones. Si hay un espíritu refundacional en esta derecha que va a llegar al poder, se van a encontrar con la misma situación probablemente invertida de lo que le ocurrió a la izquierda. Espero que Chile Vamos, que va a obtener un número importante parlamentario, sea un factor moderador como no lo fue el Socialismo Democrático en lo que ocurrió hace 5 años atrás.
¿Ve atisbos de esa borrachera?
Veo en algunos ese riesgo. La experiencia del Partido Republicano en EE.UU. y, de alguna manera, que vimos con el PRO en Argentina es que es fácil caer en esa borrachera y de ahí es difícil salir. Entonces, espero que haya un factor moderador en Chile Vamos y que el mismo presidente -Kast y eventualmente Kaiser- sepa que avanzar sin transar termina siempre muy mal.
Kast ha puesto límites a su agenda, partiendo por el tema valórico. ¿Eso podría cambiar una vez instalado en La Moneda?
Yo creo que no. Yo hago fe de que el compromiso que ha hecho con la ciudadanía, de decir que en esos temas no va a retroceder, lo va a cumplir.
Pero es esperable que esté sometido a presiones si la derecha logra una buena posición en el Congreso.
Va a estar sometido a presiones porque en el Parlamento, por mucho que se dé ese escenario de derecha, van a ser seis partidos y cada partido, como dice el presidente Frei, es una pequeña pyme.
Lo que dice plantea una pregunta sobre qué debería hacer la derecha que encabeza Matthei la noche de 16 de noviembre. ¿Chile Vamos debería ponerse detrás de Kast o de Kaiser sin condiciones?
Hay una cosa estratégica electoral y otra de principios. La estratégica electoral es que si pasara Matthei, la votación de Kast y Kaiser se trasladaría automáticamente y no se requiere acuerdo alguno, porque sabemos que la derecha, ante todo en Chile y en el mundo y a lo largo de la historia, vota contra la izquierda. Y si la alternativa es Jara, no va a haber duda de que eso va a ser así. Si pasa Kast, creo que pasa lo mismo con Kaiser y que una altísima parte de la votación de Matthei se trasladaría a Kast, porque hoy se ha constituido en una alternativa menos iliberal, que no promete retroceder en ciertos aspectos y, frente a la posibilidad de una candidata comunista, esto es diferente a la vez anterior, que era Boric. Creo que eso va a ocurrir también rápidamente. La pregunta es qué pasa con Kaiser y ahí creo que es más difícil. Respecto de Chile Vamos, quiero reivindicar lo que dijo Cayetana Álvarez de Toledo, que estuvo acá en la universidad y yo le hice una pregunta respecto del rol del Partido Popular en cuanto a Vox, que es muy parecido. Su respuesta es muy aplicable a Chile: hay que tener una identidad y un proyecto muy claro. ¿Es posible llegar a acuerdo? Sí, pero hay que llegar a acuerdo teniendo muy claro qué soy yo, qué es el otro. Entonces, esto de que al día siguiente nos ponemos todos detrás... Creo que no, que hay que marcar una definición de lo que es importante preservar e ir detrás de eso.
¿Kaiser puede pasar a segunda vuelta?
Kaiser es un fenómeno electoral, pero estos fenómenos muchas veces son de corta duración. De acuerdo a las encuestas, sobre todo manteniéndose las tendencias, no es imposible que Kaiser pase. Pero hay que tener en cuenta que el gobierno y su aparataje —y entiendo por qué— festejarían si Kaiser pasa a segunda vuelta. Pero también las carpetas y los dossiers para enrostrarle cosas están listos para salir, y con la campaña que va a haber en contra de Kaiser va a ser muy difícil que Jara no gane la elección. En cambio, si pasa Matthei o Kast, creo que es casi imposible que Jara gane la elección.
¿Cómo repercute el crecimiento de este proyecto libertario en Kast?
Kast no es una persona que yo califique de extrema ni ultra. Sí representa el conservadurismo valórico, y si es presidente, como muestran las encuestas hoy, tendrá que demostrar liderazgo y no quedar en tierra de nadie, el peligro que corrió Piñera. El mérito de Boric fue su pragmatismo, fue capaz de claudicar en casi todo, pero mantener el afecto de su grupo más duro. Kast tendrá que mostrar liderazgo para aunar esas tres derechas, generar un mínimo común denominador y no escuchar cantos de sirena que impliquen retrocesos democráticos por muy mayoritarios que sean, como la pena de muerte.
“El FES es un misil a las universidades de calidad del país”
¿Qué está en juego con el FES para una universidad como esta?
El FES es un misil a las universidades de calidad del país.
¿Por qué?
Porque le quita autonomía, le fija precios, promete recursos que no abundan. Es perjudicial para los estudiantes, que pueden terminar pagando 3,5 veces o incluso más, porque además tiene letra chica ese cálculo. Además, pone en riesgo las arcas fiscales, porque el sistema está diseñado como si las personas de altos ingresos fueran a entrar al sistema, lo que probablemente no ocurra, y entonces solo ingresan quienes tienen proyección de ingreso bajo, lo que puede colapsar el sistema en no muchos años más. Sería un error tremendo aprobar este proyecto.
¿Por dónde va la solución?
Lo que hay que hacer es separar la condonación del CAE, que es razonable, del financiamiento. Chile tiene hoy un sistema bastante bueno, un crédito contingente al ingreso, con interés bajo. El único problema es que no se cobra adecuadamente. Lo que se requiere es un buen mecanismo de cobro, descontar por planilla, como propone el FES. Así que esto solo debiera ser una mejora en la cobranza, no transformar el diseño.
La UAI no está adscrita a la gratuidad, ¿estarían dispuestos a entrar al FES?
Tenemos 35% de estudiantes con crédito estatal y nos interesa la diversidad. Si se aprueba el FES, entrar sería muy perjudicial, pero no entrar también afectaría la diversidad del alumnado. Para nosotros, el principal valor es la autonomía y claudicar en eso sería inaceptable
En el gobierno plantean que la segregación ya ocurrió con la gratuidad, y que no se buscó que el FES fuera atractivo para las universidades que no adscribieron a la gratuidad.
Es un supuesto erróneo. Estaría quitando posibilidades a estudiantes de entrar a universidades selectivas y complejas. Nosotros tenemos estudiantes con crédito en deciles 7-9 que no podrían estar en gratuidad, pero sí eligen nuestra universidad con becas complementarias. Sería quitarles los patines a muchos estudiantes.
Para el tipo de profesional que sale de una universidad como esta, que suele tener buen ingreso al mundo laboral, ¿es atractivo el FES?
Como el FES es voluntario, lo más probable es que los estudiantes de buenas universidades, públicas o privadas, con buena proyección de ingreso, no lo tomen. Eso rompe el supuesto básico del proyecto y producirá un costo fiscal enorme, porque el sistema será usado solo por quienes proyectan menores ingresos, dejándolo insostenible.
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