10 meses, 29 embarazos: los hijos de Fonasa
Casi 10 meses han pasado desde que Fonasa extendió su cobertura para aquellas mujeres que tengan problemas de fertilidad. Aquí, casos de éxito y de espera.
Tiempo. Un factor crucial a la hora de pensar en la posibilidad de tener o no hijos, al menos biológicos. Pero no es solo cosa de reloj; hoy, con el aplazamiento de la maternidad y la creciente tendencia de infertilidad en Chile -más los costosos tratamientos para enfrentarla-, hay una mayor necesidad de acceder a métodos especializados de fertilización.
Ante ese escenario, en mayo de 2019 Fonasa decidió extender la cobertura del Tratamiento de Fertilización Asistida de Alta Complejidad, mejor conocido como in vitro. Anteriormente, las mujeres que querían acceder a este tratamiento en Fonasa debían someterse a una larga y engorrosa espera para recién ser seleccionadas. O de frentón, buscar en la salud privada, con los costos que ello implica. Desde que entró en vigencia este convenio se han realizado 564 procedimientos médicos. Una cifra relevante, teniendo en cuenta que se practican alrededor de 3.000 fertilizaciones in vitro al año, a nivel nacional. Con esta nueva cobertura, beneficiarias de Fonasa pueden optar por realizar su intervención en algún centro del sistema privado, anteriormente adscrito al convenio PAD (Pago Asociado a un Diagnóstico). Así, se logra hacer efectivo el subsidio del 50% en las ocho prestaciones que incluye el tratamiento.
“Nos enfrentamos a un número importante de parejas que requieren de este tipo de prestaciones y que hasta antes de la entrada en vigencia del convenio tenían problemas de acceso y financiamiento de sus tratamientos, además de contar con reducidas opciones para elegir”, expresa Marcelo Mosso, director de Fonasa.
De los 564 procedimientos financiados en parte por Fonasa, se han producido 29 embarazos.
Los prestadores privados, afiliados al convenio son: Centro de Estudios Reproductivos Nevería (Santiago), Clínica de la Mujer (Viña del Mar), Clínica Sanatorio Alemán (Concepción) y Clínica Cumbres del Norte (Antofagasta).
Cada caso a su tiempo
María José Muñoz (29), de Puente Alto, llevaba cinco años tratando de ser madre. Se había realizado cuatro procedimientos anteriores. Si bien el primero había sido también como beneficiaria Fonasa, no tuvo éxito, así que decidió consultar en el sector privado. ¿A qué precio?: “Llegué a encalillarme hasta venderle mi alma al diablo. El segundo tratamiento me costó entre cinco y seis millones de pesos. El siguiente me costó casi cuatro millones de pesos”.
Con tres intentos a cuestas, no fue fácil para María José y su pareja decidir sobre un cuarto intento. En el segundo perdió gemelos, cuando ya tenían ocho semanas de gestación. “Esperé nueve meses y lo volví a intentar, pero me volvió a pasar”.
Aun con esta dolorosa experiencia y una depresión de por medio, la joven buscó el consejo de grupos en redes sociales. Así es como llegó a su último doctor. “Yo no tenía muchas expectativas, cuando hay dos fallas de infertilidad es muy complejo, es un riesgo muy alto. Entonces fue un milagro. Los médicos tampoco tenían expectativas, pues solo tenía un embrión óptimo. Me dijeron que tuviéramos fe”, dice. Actualmente, María José tiene cinco meses de embarazo y espera a una niña que llamará Julieta.
También está Marcela Fernández (39), de Antofagasta. En su caso, ella ya era madre de tres hijos, e incluso se había esterilizado hace una década, después de tenerlos. Pero el amor tocó nuevamente a su puerta y quiso ser tener otro hijo con su nueva pareja. Sabía que no sería fácil, pero decidió intentarlo. “Todo este programa costó alrededor de un millón 800, pero el costo real era altísimo, como casi cinco millones. Sabía que tenía cero posibilidades, además tengo 39 y ahora voy a cumplir 40. Pero decidimos hacer las consultas”, cuenta emocionada Fernández.
Después de pasar por doctores que insistían en la imposibilidad del embarazo, llegaron al prestador de Antofagasta, donde conocieron el convenio. “Cuando uno empieza el programa a uno lo hacen firmar un tipo de contrato, y uno de los riesgos es que el embarazo sea múltiple; yo dije ‘no creo que tengamos tanta buena suerte’, e iba por uno”, cuenta la mujer, que hoy ya tiene cinco meses de embarazo y espera la llegada de mellizos.

Pero no todos los casos que han realizado este complejo procedimiento han obtenido los resultados esperados. Carolina Cabello (33) es de Limache y cuenta que con su pareja intentaron tener un hijo durante todo un año. “Pasaban los meses y yo me iba informando más sobre cómo identificar los períodos fértiles y el test de ovulación, pero no pasaba nada. Nos empezamos a preocupar”, cuenta Cabello, quien, a pesar de tener un hijo de siete años con su misma pareja, descubrieron que tenían problemas de infertilidad. “Uno jamás piensa que a nosotros nos iba a tocar ser infértiles teniendo ya un hijo. Siempre dicen ‘hasta los 35 no hay ningún problema en que una mujer tenga hijos, todo fluye’”, reflexiona. Al costo emocional se suma el económico. Su pareja, Osvaldo Oses, relata que para financiar todos los procedimientos médicos “pensamos en pedirle ayuda a nuestra familia, pero era demasiada plata. Entonces para nosotros era inviable (realizar la fecundación in vitro)”.
Actualmente, Carolina y Osvaldo están a la espera de saber si el útero de ella se encuentra en “condiciones óptimas” para recibir el óvulo fecundado.
El procedimiento
De acuerdo a lo indicado en el convenio PAD de fertilidad, tendrán acceso y cobertura a la inducción a la ovulación (tratamiento hormonal para la liberación de más óvulos), la aspiración folicular (que es la recolección de óvulos liberados), el laboratorio FIV/ICSI (unión del óvulo y espermio), transferencia embrionaria, soporte postransferencia, criopreservación de embriones, preparación endometrial y descongelación de embriones.
El doctor Ricardo Pommer, presidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, y director de la Clínica Monteblanco, se hizo conocido en los 90 por ser el primero en realizar un tratamiento in vitro en Chile. “Es un gran avance que un gobierno tome en serio a la infertilidad como una enfermedad y no capricho”, expresa el doctor. Y destaca que “uno de los ‘highlights’ de este subsidio de Fonasa es que no discrimina por edad, ni por tipo de parejas”. Aún así, tiene algunas críticas, como por ejemplo, que el convenio no incluyera los honorarios médicos. “Fonasa nos quedó un poquito al debe”.
Jacqueline Rudulfo, por otra parte, doctora en la Clínica Cumbres del Norte, opina que “después de que esto se masifique (convenio Fonasa) y la gente lo conozca, va a permitir que las parejas que tienen 27 años, y que tienen un factor o llevan más de un año de infertilidad, no tengan que esperar tanto”, haciendo alusión al contexto de las mujeres que deben integrar la lista de espera.
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