Fuera de piezas muy icónicas del diseño moderno o una que otra creación contemporánea, los objetos cotidianos para niños -no juguetes-, o mejor dicho las novedades en este ítem, son escasas. Y sin embargo, frente a las necesidades del crecimiento y la niñez, las posibilidades son muchísimas. Por ello, y buscando un buen ejemplo, ojalá contemporáneo, llegué a esta taza. Con varios premios a su haber y el respaldo del gran diseño holandés de inicios de los 90, Dombo es un mug de plástico de alta densidad, irrompible, no tóxico y por donde se le mire atractivo estéticamente. Su diseñador ha dicho que las semejanzas del nombre con el de Dumbo, el elefante que volaba con sus orejas, son solo ‘una coincidencia’ y que lo importante está en dos puntos: primero, que este objeto recuerda una “gran sonrisa que hace sonreír” y, además, que la idea de esas enormes asas, de plástico grueso (más grueso que el borde de la taza misma), proviene del cómo se mueven y de cómo dimensionan los niños el mundo y su entorno: para un pequeño que aprende a ser independiente todo es enorme y sus gestos son grandilocuentes, cuando toma algo lo hace con fuerza y decisión, levantando los brazos casi exageradamente y llevándose a la boca del mismo modo exagerado tazas o vasos. Este mug los acompaña en naturalidad y cierra el círculo de lo que cree Hutten: “Uno de los aspectos más importantes o la característica más valiosa del producto es su funcionalidad. Por eso me convertí en un diseñador y no en un escultor o un artista”.