Cocinas grandes, chicas, cuadradas o rectangulares, como sea el espacio, siempre están llenas de vida y actividad. Es donde empezamos el día y, los que tienen suficiente espacio como para incluir un comedor, donde también se termina. Ya hemos hablado de cómo este lugar ha ido recuperando el centro del hogar, por algo hogar es sinónimo de donde se hace un fuego, el fogón primero que permitía cocinar y preparar la comida. Lo bueno de esta reasignación de espacio, es que genera una dinámica más entretenida; el que cocina no queda marginado del resto de la familia y transforma el preparar en compartir.

Para este número buscamos cinco propuestas distintas, algunas de chefs, que saben de recetas y cocidos a fuego lento; otras de personas sin grandes aspiraciones culinarias, pero que querían transformar esta zona en algo único y propio. Creemos que son cinco espacios de los que se pueden sacar buenas ideas, como la mezcla de muebles limpios y sobrios con una mesa antigua que le da carácter, o cómo exhibir colecciones y que se vean bonitas. Miren la cocina propia, evalúen si es lo que realmente quieren, y si no, hagan algunos cambios. Algo tan simple como concentrar en un mesón todas las máquinas o decidirse a sacar de los muebles y cajones esas cosas que nunca hemos usado puede ser un buen punto de partida.

Y como ya estamos en septiembre, empezamos a pensar en playa. El litoral central quedo bastante desolado después de las marejadas de comienzos de agosto y lamentablemente tomará años recuperarlo, pero no por eso uno tiene que abandonarlo. Hicimos un recorrido retro, ochentero, desde la Boca, en Concón, hasta Viña del Mar; revisitamos clásicos de siempre, como las empanadas de La Deliciosa y las gallinitas de manjar. Para la generación X puede ser un ‘remember’ de carretes, festivales y pubs, para los ‘millennials’, descubrir algo nuevo, pero que siempre ha estado.