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Espacio: ¡Era nuestro lugar!

Tomás Rodríguez y Olimpia Lira, marido y mujer. Este departamento frente al cerro Santa Lucía es un laberinto de luces, historias creativas y música folk. Parte del emblemático edificio barco en el centro de Santiago fue la primera y única opción que barajaron. Y cuando ellos se miran y ríen es verdad. Es aquí donde tenían que vivir.

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Hace 3 años

la revista de arquitectura AOA le encargó al fotógrafo Tomás Rodríguez (33) inmortalizar el edificio barco de la calle Santa Lucía, entre Huérfanos y Merced. Buscó ángulos sobre el cerro, se encaramó. La fotografía debía retratar una de las obras más representativas del modernismo en Chile. Lo que ocurrió después es parte de esas sutiles coincidencias que a uno siempre le agrada recordar: Tomás pasó cuatro horas retocando el espacio donde hicimos esta entrevista, debía parecerse al máximo al original. Era este departamento en el edificio barco. Era esta terraza, hoy el living envuelto por un extenso ventanal. “Con el pasar de los años, los propietarios cerraron con ventanas lo que antiguamente fue una terraza, esto hoy nos da más metros cuadrados para vivir. Cuando vinimos a ver el departamento, algunas áreas tenían otra distribución. El comedor era el living, y en el living actual la antigua arrendataria tenía su taller. No teníamos claro cómo lo íbamos a distribuir, una vez aquí movimos las cosas y se fue dando así. El living decidimos dejarlo en la terraza más que nada por toda la luz que le llega”, comenta la pareja.

Hay un solo dormitorio, existe una circulación tan diáfana de los espacios que tranquiliza. El acceso del baño -y único de la casa- es desde el living, del baño se pasa a la pieza, de la pieza al pasillo, del pasillo a la cocina, y así. “El departamento mismo tiene una sensación de estar navegando. Ventanas circulares tipo claraboyas y permanente curvatura que parafrasea la fachada del edificio. El interior es una especie de laberinto. El baño se comparte entre los espacios principales y la pieza de nosotros es un pasadizo. La cocina es el lugar más alto de la casa, también le llega mucha luz. Es una distribución especial, luminosa desde cualquier ángulo. Quizás por eso no nos importó que hubiera poca pared para colgar, la luz llena todos los espacios”, explica Olimpia.

Y esta última observación no es para nada una simpleza. Se nos iba el trasfondo, la ilustración que hace que este lugar cobre sentido. Olimpia es arquitecta; Tomás, fotógrafo especializado en arquitectura. Ella hija de artistas, su memoria recopila pinturas, mentalidad creativa a destajo. Ambos coleccionistas, amantes del goce, del arte desde su definición más purista. Por eso que el lugar -que ya es lindo desde que se sube por el ascensor- revive recuerdos creativos, complicidad y mucho blanco. “Creemos que los lugares están esperando a que lleguen los verdaderos habitantes, los que realmente los tienen que vivir. Los pocos muros los tenemos bien llenos, y lo demás, lo definimos como una feria. Más que minimalista, somos maximalistas llenos de objetos. Tenemos buenos espacios, hay una distancia espacial precisa”, analizan. Sin embargo el lugar no hostiga, no asfixia. Ya nos vamos y seguimos sintiendo paz. Como si tanto cachureo no abrumara, ni siquiera notamos que estaba lleno de cosas.

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