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Personajes: De picadas

Un trío de actores salió a escena para compartir sus mejores datos a la hora de comer. Esos que se transforman en su placer y por los que se les hace agua la boca. Dos de ellos aseguran que la cocina no es su fuerte, mientras que el tercero acepta los más variados menús sobre su mesa.

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Tamara Acosta: Como en casa

Sus lugares, de esos típicos y pintorescos rinconcitos de barrio, son tres: la pescadería Vitamar, en la que de martes a domingo tiene unos pescados fresquísimos; un café, ubicado en la vereda nororiente de Santa Isabel con avenida Italia, que más allá de su nombre lo que recuerda es la limonada con jengibre que allí suele tomar, y la pastelería La Tranquera, esta última lejos su preferida. Desde su calle camina sólo un par de cuadras para llegar, al que asegura viene seguido por lo exquisito y, por supuesto, por lo bien que la atienden. Y eso se nota, porque cruzando la puerta saluda de manera familiar a quienes allí se encuentran. Es que la actriz es una más de la casa y, como tal, es capaz de recitar la carta de memoria -"aquí hay empanadas de cóctel de todo tipo, helados y pasteles con y sin azúcar"-, aunque lo que más disfruta son los cafés cortados y unas riquísimas empanadas vegetarianas (de espinaca o de verduras variadas) hechas en masa integral, que a veces se sirve allí mismo y en otras ocasiones lleva, por ejemplo, cuando va de visita donde su mamá. No es vegetariana -dice- pero sí trata de cuidarse comiendo lo más sano posible, por eso a menudo va también al supermercado Organisk, en Providencia (www.organisk.cl), aunque es sincera al señalar que la cocina no es ciento por ciento lo suyo.

Dirección: Pastelería La Tranquera, Av. Italia 1294.

Nicolás Saavedra: a la italiana

Pasa por aquí cada fin de semana. Por eso apenas escuchó la palabra 'picada' no dudó en responder el Val D'Aosta, en El Aguilucho. Una trattoria atendida por Paolo, uno de sus dueños. Y tal cual. A un costado de la fábrica de pastas de la que un cuarteto de italianos (formado por Paolo, su señora, su cuñada y su concuñado) es propietario hace 31 años, hay una puerta que basta golpear una vez para que abran. De inmediato aparece él, Gian Paolo Salvatico, un hombre tan acogedor como acelerado, que habla una mezcla de italiano y español. Nicolás entra como si estuviera en su casa, y esa es precisamente una de las cosas que más disfruta. El hecho de que este lugar sea superhogareño y tenga una carta acotada de platos y vinos; además de que sea el dueño personalmente quien ofrece preparaciones tan variadas como spaghetti marinara, tagliatelle funghi o tortellini de ricota con salsa mediterránea, entre muchos otros. Nicolás no se define seguidor de ninguno pues cada vez que va prueba algo distinto, y no olvida La Bicicleta, un trago tipo limonada que Paolo le invita como bajativo. Y aún hay más porque, por ejemplo, las hojas de romero que utiliza como condimento para algunas recetas las saca directamente del arbusto que tiene plantado en el patio trasero de la casa. Dirección: Val d'aosta, el Aguilucho 3510.

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Francisco Melo: Herencia materna

El lomo italiano + chucrut de la Fuente Alemana es lo suyo. Un plato y un lugar que fueron legado de su madre y que él, a su vez, traspasó a sus hijos. Cuenta el actor que ella siempre le hablaba de este restaurante porque era donde se iba después del trabajo y, por supuesto, más de una vez también le tocó a él visitarlo. Por eso, más allá de la ambientación y de los sabores con que ahí se encuentra, es la sensación de seguridad que este sitio le entrega lo que lo hace su picada favorita. Estando aquí "viene una especie de nostalgia", cuenta este amante del picoteo. De la Fuente Alemana le encanta eso de llegar y sentarse en cualquier rincón de la corrida de mesones, en los que la gente rota constantemente, porque basta entrar para que cualquier mesero de lejos tome el pedido y en menos de cinco minutos el plato esté servido. Disfruta viendo cómo preparan cada orden, y hasta le gusta la cajita de madera donde se echa la propina. "Toda esa tradición que existe detrás del sándwich es de un romanticismo único", dice Pancho, razón por la que desde siempre ha frecuentando este sitio con sus hijos de 17 y 15 años, aunque ya no hacen competencias para ver quién se mancha menos al devorarse los enormes sándwiches que suelen pedir.

Dirección: Fuente Alemana, Pedro de Valdivia 210.

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