Lo que ocurre con este televisor es que los diseñadores  franceses lograron  hacer -a través de pura poesía- un objeto que recrea una imagen tan arquetípica como un televisor, sin recurrir a ella. Es una pantalla, pero es un marco, no es cuadro ni un mueble, porque incluso puede tener patas...pero es un televisor.

En una entrevista con Dezeen, Erwan Bouroullec cuenta cómo él y su hermano buscaron crear un producto con carácter, con muchísimo más carácter que otros aparatos de televisión, donde el tamaño y la delgadez son cualidades apreciadas.

“Uno de los puntos clave era alejarse de pantallas ultradelgadas (...) no había más que hablar, una pantalla plana y negra es una pantalla plana y negra”.

La base en la parte inferior del televisor significa que puede ser colocado en la parte superior de otros objetos sin la necesidad de un soporte, y al ver las imágenes del propio estudio Bouroullec, se ve cómo desde allí se anima a los usuarios a usar este televisor como superficie para poner adornos, libros o gatos.

Aseguran los diseñadores que pensaron en la idea de los 50 del mueble TV, que esta pieza fuera otro mueble más, movible y combinable con las otras piezas que arman los espacios. “Hacer un objeto que se encuentra adecuadamente en el mundo en que vivimos”, explican.

Serif está disponible en color blanco y rojo, mientras que los dos televisores más grandes estarán disponibles en blanco y azul oscuro. Los dos televisores más grandes también poseen cuatro patas tubulares, que se atornillan en la parte inferior.

Una característica única de Serif es una interfaz que cubre lo que está en la pantalla con un efecto gráfico translúcido. Esto permite a los usuarios ocultar la imagen temporalmente sin necesidad de apagar el televisor por completo.