Superlindo
Más allá de los muebles, los objetos y los adornos, son sus habitantes los que realmente hacen acogedor y dan onda a este hogar en pleno proceso de formación. Ellos dicen que falta mucho, pero en pocos meses han logrado lo que muchos no han podido en años, y algunos nunca.
No hace falta pasar mucho rato en este departamento para que uno empiece a sentir que podría aceptar de buena gana algo más fuerte que agua o mate, que no tendría problemas si subieran el volumen al disco de Blondie que suena de fondo. Ana Bonamico -artista visual-, Tom Ghiorzo -fotógrafo- y Berlín -su perro- parecen vivir a un ritmo intenso, marcado por múltiples proyectos y viajes constantes; pero sin neurosis, que siempre deja tiempo para conversaciones largas y entretenidas. Envuelto en sus temas -desde arte, fotografía y moda a los escenarios políticos y económicos en Argentina y Chile- es fácil olvidar a qué vino uno.
“Vivimos entre Buenos Aires y Santiago, pero estamos superestablecidos acá”, parte contando Ana. “Llegamos hace un año y unos meses a abrir Yegua, la revista de moda y arte que tenemos desde cuatro años en Argentina”. “Queríamos lanzarla con Ch.ACO el año pasado, pero el tiempo y otros proyectos que surgieron acá nos pasaron por encima. Si todo va bien, esperamos sacar la versión impresa a fines de año con un evento, como siempre hacemos para que sea más divertido. Para nosotros es muy importante, somos fanáticos de los libros y al no ser comercial, Yegua tiene un formato distinto, como para tenerla en la mesa del living y hojearla de vez en cuando”, explica Tom.
Ellos creyeron que tres meses bastarían para la operación Yegua-Santiago. Una amiga Dj que se iba de viaje les prestó su departamento por ese tiempo. “Dijimos ‘tres meses no es nada’ y nos quedamos más. Queríamos una casa, como tenemos en Buenos Aires, pero un amigo nos consiguió este departamento. La vista, las montañas, cómo el sol envuelve el edificio durante la tarde, nos encantó”, recuerda Ana. Los primeros meses lo arrendaron amoblado. Lo dejaron por una casa que no resultó, tuvieron que vivir casi un mes en un hotel, y volvieron en marzo para quedarse al menos por dos años, esta vez con cosas propias.
Ana aclara que aún falta mucho, pero las cosas que han reunido ya han tomado el aspecto de una casa, y bastante bonita. Algunas -poco voluminosas- volaron con ellos desde Buenos Aires, como un tocadiscos, sus libros y algunos adornos pequeños. “El resto lo hemos ido recolectando y mezclando de a poco. Hay cosas que compramos nuevas junto a alguna antigüedad y muchas que fuimos a buscar al Persa. Está armada de una manera supereconómica. Nos parece que en Chile uno puede encontrar cosas superlindas sin gastar fortunas. En Buenos Aires es lo supercaro o una verdadera porquería”, se ríe Tom.
Aunque adoran su ciudad, la pareja dice que necesitaban un cambio de aire, que acá no perciben el mal humor y la agresividad que allá sienten con solo salir al quiosco a comprar cigarrillos, un nivel de resentimiento social y político que en el día a día, aunque traten de vivir y trabajar tranquilos en su casa, los afecta igual. “Acá está lindísimo, nos gusta mucho. No veo eso. Nuestros amigos chilenos nos dicen ‘pero Buenos Aires, la oferta cultural’. Sí, lindo pero…”, Tom se encoge de hombros. Les parece que acá todo funciona perfecto. Los asombra la rapidez con que se hacen los trámites, sin peleas y muchas veces por Internet. Más importante aun, el movimiento económico les parece más simpático, que los recursos están más disponibles para quienes están tratando de sacar un proyecto adelante. “Eso es muy bueno, muy tentador”, dice Tom.
En esas condiciones, además de Yegua, quieren introducir Art Fiction: “Es un tipo de muestra que rompe con el típico, al que uno va más por compromiso, en el contexto de una galería. Es una sola noche, como un pop up, al aire libre con un Dj, una banda. La gente interactúa con la obra. Yo estoy pintando con pastel al óleo y con acrílico. Voy jugando con la luz ultravioleta y la luz normal. Es un efecto que cambia totalmente los cuadros”. El último pop up de Ana fue en el jardín del Museo de Arquitectura. Había un container con luz normal y luz ultravioleta. Entraban en grupos de 10 personas. Fueron dos noches de música y pasarla bien. Su idea es hacerlo en noviembre acá. Cuando vuelvan el buen tiempo y las ganas de salir.
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