
La pandemia pone “en pausa” a los conflictos armados
Algunas milicias respondieron al llamado de la ONU de un cese el fuego durante la lucha contra el Covid-19. La tregua, sin embargo, ha durado poco.

Décadas o lustros. No importa cuánto tiempo lleven activas las distintas guerras que sacuden al mundo, todas se han visto trastocadas por una pandemia que afecta a prácticamente todo el planeta. Pero no necesariamente la crisis por el Covid-19 ha significado una pausa entre los bandos en disputa. Si bien ha habido gestos, conflictos como los de Siria, Afganistán, Irak, Congo e incluso Colombia, no pretenden dar su brazo a torcer en medio de la crisis sanitaria.
“Cesen las hostilidades. Dejen de lado la desconfianza y la animosidad. Silencien las armas, detengan la artillería, pongan fin a los ataques aéreos. Es crucial que lo hagan”, insistió en marzo el secretario general de la ONU, António Guterres, en un mensaje dirigido a todas las partes involucradas en conflictos armados. “Necesitamos poner fin al mal de la guerra y luchar contra la enfermedad que está devastando nuestro mundo. Y esto empieza poniendo fin a los enfrentamientos en todas partes”, agregó.
Algunos escucharon los pedidos de Guterres. El Ejército de Liberación Nacional (ELN) en Colombia, la última guerrilla activa en el país, declaró un alto el fuego el 30 de marzo. Lo mismo hizo el Nuevo Ejército del Pueblo (NPA) en Filipinas, un grupo guerrillero comunista creado en 1969. Arabia Saudita ha tratado de reducir sus fuerzas en Yemen y declaró un alto el fuego unilateral. En Siria, en tanto, en mayo hubo “solo” 71 civiles asesinados, la cifra mensual más baja desde el comienzo de la guerra en 2011, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Sin embargo, la revista The Economist es pesimista y, en un artículo de mediados de junio, afirmó que “hay razones para temer no solo que los conflictos ayudarán a que el virus se propague, sino también que su propagación pueda empeorar las guerras. Los dos podrían alimentarse el uno del otro, creando un ciclo de miseria difícil de detener”.
Así las cosas, el panorama es sombrío. Pese a los anuncios tempranos de las partes en conflicto, semanas después optaron por acortar la tregua. Así, tanto el ELN como el NPA de Filipinas terminaron con el cese el fuego y retomaron las armas.
El Estado Islámico en Asia se ha aprovechado de la pandemia para expandir sus redes, particularmente en Irak y Siria. El portavoz del EI en Irak, Abu Hamza al-Quraishi, alentó a fines de mayo a los miembros del grupo extremista a aumentar sus actividades contra el gobierno iraquí. Al-Quraishi describió al Covid-19 como un castigo para “los infieles”, prometiendo “grandes oportunidades” para el grupo.
Desde marzo que el Estado Islámico ha pasado de intimidar a los civiles a atacar al gobierno y a las fuerzas apoyadas por Bagdad y Damasco. A principios de mayo lanzó su mayor ataque en Irak desde que la coalición declaró su derrota en 2017, matando a 10 combatientes de Al Hashad al-Shaabi, una milicia mayoritariamente chiita.
En Siria, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) que luchan contra el EI, respaldadas por Washington, tuvieron que suspender sus operaciones por la pandemia, pero esto solo derivó en que el Estado Islámico aumentara su movimiento en territorios cercanos a Raqqa y la frontera entre Irak y Siria.
En Yemen, el conflicto que se inició en 2015, y que enfrenta a fuerzas sunitas y hutíes, tampoco ha visto cesar la violencia. Las operaciones ofensivas han continuado.
“Los militantes de Ansar Allah (hutíes) incluso están utilizando la crisis del coronavirus para reclutar nuevos soldados, convenciendo a los jóvenes de que es mejor morir como mártir en batalla que sufrir una muerte sin gloria por el virus”, escribió Nikolay Surkov, del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, en la plataforma Modern Diplomacy.
Las acciones militares también han aumentado en Afganistán por parte de los talibanes, que estarían aprovechando defectos o problemas en la respuesta del gobierno frente la pandemia.
En África, en tanto, en la República Democrática del Congo, se registró el mayor número de desplazados por conflictos armados entre marzo y mayo de este año. Según un reporte del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), más de 480.000 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares debido a enfrentamientos entre grupos armados y las FF.AA. del país.
En total, destaca el NRC, los conflictos armados obligaron a unas 661.000 personas en 19 países a abandonar sus casas en los dos meses posteriores al llamado a tregua efectuado por Guterres.b
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