Por Ignacia CanalesTest a las encuestadoras: un fenómeno no detectado, una amenaza fantasma y la sobrerrepresentación
Aunque los sondeos previos a la votación acertaron el paso de Jara y Kast al balotaje, sus porcentajes y otros aspectos quedaron lejos de las proyecciones. Por ejemplo, que Parisi terminó más arriba en la carrera o que Kaiser finalmente no hizo tambalear el avance del candidato republicano.

Los resultados de las elecciones presidenciales de este domingo se transformaron, al mismo tiempo, en un test para las encuestadoras. Durante el proceso algunos candidatos cuestionaron su metodología y otros se aferraron a ellas para ser leídas con atención semana a semana. Pero finalmente, con el desenlace de la jornada, quedó en evidencia que los sondeos no lograron anticipar algunos resultados clave del electorado, pese haber acertado que Jeannette Jara (PC) y José Antonio Kast (Republicanos) pasaban al balotaje, aun cuando al mismo tiempo algunas proyectaron incluso un triple empate técnico en la derecha.
“Las encuestas, en términos tendenciales, mantuvieron lo que venían mostrando: la mayor parte anticipaba que quienes pasarían a segunda vuelta eran Jara y Kast. La sorpresa, probablemente, es lo que ocurrió con Franco Parisi. El porcentaje que obtuvo no se dimensionó”, apunta Paulina Valenzuela, vicepresidenta de la Asociación Mundial para la Investigación de la Opinión Pública (WAPOR por sus siglas en inglés) para América Latina.
Y es que en el mundo político y en el de las encuestas coinciden en que la gran sorpresa fue Franco Parisi y su tercer lugar con 2.552.649 votos, es decir, 19,7% del total. Ocurre que todas las mediciones que se hicieron las semanas previas a la votación, incluso en tiempo de veda, posicionaban al candidato del Partido de la Gente en quinto lugar, con porcentaje que iban desde el 14% (Panel Ciudadano) a 5,5% (La Cosa Nostra).
“Aquí ya tenemos un primer fenómeno, el llamado voto silencioso, que son esas mayorías que las encuestas no capturaron”, apunta Hernán Campos, académico de la Escuela de Ciencia Política UDP.
Pero ese no fue el único resultado que las encuestas no anticiparon. El pasado 25 de octubre, los sondeos ubicaban al entonces candidato presidencial Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, en el tercer lugar, posición en la que se mantuvo en diversas mediciones posteriores. Según las últimas encuestas difundidas debería haber terminado dentro del margen de 16% a 20% de los votos. Sin embargo, esa amenaza resultó ser una fantasma: en la elección finalmente terminó cuarto, con un 13,92% de los sufragios.
Asimismo, otro aspecto que su propio sector y las propias encuestas no anticiparon, añade Campos, fue la votación de Jara. Pese a la prohibición legal de publicar encuestas en los 15 días previos a la elección, las últimas de noviembre que se difundieron siguieron el patrón que venían mostrando desde hace meses, ubicando a la candidata del oficialismo en primer lugar con hasta un 33% de las preferencias. Al final obtuvo 26,76%. “Está muy por debajo del 30% que el oficialismo había definido como piso para tener una candidatura competitiva en segunda vuelta”, ahonda.
Incluso la candidata pasó al balotaje con una leve diferencia de su oponente, pues Kast, fundador del Partido Republicano, obtuvo el 24,19%.
Por todas estas razones es que los expertos buscan el por qué.
Desde la Diego Portales, Campos expone que “una hipótesis plausible tiene que ver con las muestras. Muchas veces las encuestas tienen porcentajes de respuesta bajos, y esas respuestas suelen venir de personas que consumen política o que están interesadas en ella. Ese sesgo no permite observar qué ocurre con quienes no están interesados en política, pero están obligados a votar. Ese es un primer elemento metodológico que influye: la tasa de respuesta y quiénes responden”.
En tal sentido, Gustavo Campos, investigador del Centro Democracia y Opinión Pública de la U. Central, apunta justamente que un factor clave que en estos estudios no se pudo medir fue el voto obligatorio. Y es que esta es la primera elección presidencial donde se aplicó el sistema de inscripción automática y voto obligatorio desde que se retomó la obligatoriedad en 2022 para los procesos constitucionales.
Además, tampoco se puede obviar que este es uno de los padrones electorales más grandes jamás vistos: de acuerdo a lo informado por el Servicio Electoral (Servel), el total de electores habilitados para esta elección era de 15.779.102, de los cuales 15.618.167 lo están en Chile y 160.935 en el extranjero.
En ese contexto, el académico de la U. Central ahonda que “lo que siempre se dijo es que las elecciones con voto obligatorio son cada vez más difíciles de predecir, principalmente porque el votante que participa no es un votante politizado ni ideologizado, y por lo tanto responde a estímulos que no conocemos o que no se pueden determinar previamente. Entonces, las encuestas recogieron la tendencia de aquellas candidaturas más significativas, como Jara y Kast, y el resto era realmente una caja de sorpresa”.
Paulina Valenzuela, quien también es socia fundadora de Datavoz y directora de la Asociación de Investigadores de Mercado (AIM) Chile, afirma que estos resultados también resultan una obligación para las encuestadoras. “Esta es una oportunidad para mejorar precisión y evitar casos como el de Parisi, que fue subestimado sistemáticamente”.
También añade que “ahora toca revisar con resultados finales cómo estuvo cada encuesta en la estimación de cada candidato. También falta ver lo que pasó con las parlamentarias, los nulos, blancos y la participación. Con todo eso viene la reflexión interna de las encuestadoras para evaluar cómo estuvieron sus estimaciones. Para algunos candidatos fue fácil anticipar. Para otros, no tanto”.
De hecho, ya hay algunas que han hecho algunos ejercicios. Por ejemplo, la encuestadora Data Influye comparó los resultados de su medición del 31 de octubre con los finales de la jornada de ayer.
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