Crítica de cine: Chloé
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Catherine, una mujer que está llegando a los 50 años, duda de su marido y es sobreprotectora con su hijo adolescente. Lo que le aterra de ambos es su energía sexual: la del marido, como la sombra de una infidelidad potencial; la del hijo, como la chispa que terminará alejándolo de ella para siempre. Ante ese temor, la mujer decide tomar un desvío político: contrata a Chloé, una prostituta joven y guapa para que intente seducir a su marido, lo que en el ranking de las malas ideas debe ser la peor de la historia. "Gente como tú aparece seguido en mi vida", le dice Chloé y acepta el encargo. Como el resultado es previsible, "no sé si sentirme aliviada o ahorcarme", le dice Catherine. El torbellino sexual se sale de control y la película deriva en un thriller más parecido a un día cualquiera en la vida de Michael Douglas que al paseo por los laberintos de la soledad que Atom Egoyan había explorado en cintas previas muy superiores (El dulce porvenir, Exótica). El problema no es que sólo sea una película innecesaria e inverosímil. Lo peor es que es una película innecesaria e inverosímil de Egoyan, y eso agrava la falta. Catherine tiene razón: ya no se puede confiar en nadie.
Chloe
Dir.: Atom Egoyan. Con Julianne Moore, Liam Neeson, Amanda Seyfried. 96 minutos.
Thriller. EEUU/Canadá/Francia, 2009. Mayores de 18 años.
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