Histórico

Delitos informáticos se reducen 43% en últimos tres años en Chile

Según informe de la PDI, denuncias investigadas pasaron de 5.001 en el año 2011 a 2.864 en 2013.

El 2000 fue clave para la tecnología en Chile. Superada la amenaza que suponía el inicio de siglo por el cambio de fecha, por primera vez los contratos de celulares superaron a los de telefonía fija, y la banda ancha se popularizaba gracias al nacimiento del Triple Pack y a la mayor oferta de planes en el mercado.

La expansión de la tecnología, especialmente el uso de internet, no sólo generó beneficios entre los usuarios locales, sino también el nacimiento de una nueva categoría de estafas: los delitos informáticos. Phishing, amenazas, redes de pedofilia, robo de bancos y otros fraudes florecían en la red, al amparo de la ingenuidad de los nuevos usuarios.

Este potencial crecimiento obligó a la Policía de Investigaciones a crear en el 2000 una unidad especial, la Brigada del Cibercrimen. 

A más de una década de su nacimiento, un informe de esta repartición, sobre la base del número de órdenes de investigación enviadas por el Ministerio Público a esta unidad, da cuenta que este tipo de estafas y crímenes está teniendo un sostenido descenso, especialmente en los últimos tres años, dando muestras de un mayor conocimiento de los usuarios sobre cómo prevenirlos.

Según el informe, en 2011 la brigada recibió 5.001 casos para investigar, mientras que en 2013, la cifra cayó a menos de 2.864, una baja de 43%.

De los 25 delitos categorizados por el documento, 15 se redujeron comparando 2011 con 2013 y 19, si la comparación se hace entre los años 2012 y 2013.

Si sólo se consideran los años 2012 y 2013, la reducción alcanza el 17%.

"Hace unos años, el usuario chileno era descuidado, ahora, producto del consumo mismo de tecnología y el mayor acceso a internet, nos estamos convirtiendo en usuarios cada vez más conscientes de nuestras acciones", dice Esteban Maldonado, comisario subjefe en Cibercrimen de la PDI.

La evolución de las herramientas tecnológicas para prevenir este tipo de defraudaciones, también ayudan a explicar el descenso.

Por ejemplo, en el año 2008, la Superintendencia de Banco e Instituciones Financieras (SBIF) obligó a los bancos a proveer a sus clientes de claves dinámicas (digipass), la que se sumó a la que los usuarios ya poseían, bajando así el número de estafas en cuentas corrientes.

MAS CONOCIMIENTO

Uno de los elementos en los que se percibe esta maduración, es en los detalles que las personas dan cuando hacen este tipo de denuncias. Antes, dice Maldonado, se acercaban a la PDI sin saber los antecedentes que de verdad sirven a la hora de realizar una investigación, lo que en su momento también hacía más lentos los procesos.

"Hoy, la gente viene y nos cuenta lo que realmente necesitamos", dice, en referencia a términos como la dirección IP, la Mac Address de un equipo, e incluso, la forma de identificar a diferentes usuarios a través de las redes sociales.

En estafas, por ejemplo, el tipo de crimen digital más común y que incluye el phishing, se pasó de las 1.736 investigaciones en el año 2011 a sólo 491 en 2013.

El uso malicioso de las tarjetas de crédito, en tanto, pasaron de 300 casos a 163 en dos años y las investigaciones de redes de pornografía infantil, que tuvieron su peak en el 2009 con 309 casos, hoy sólo representan 171. Este último caso, no sólo implica que los usuarios tienen más conocimientos de los peligros que experimentan sus hijos en la red, sino también que los propios pederastas saben que internet ya no les ofrece las garantías de antaño.

Danae Tapia, directora de operaciones de la ONG Derechos Digitales, que vela por la defensa de los usuarios, explica que en la experiencia de su organización, los chilenos han logrado madurar en cuanto al uso y visión que tienen sobre internet. "Hoy hay usuarios más informados y, más importante aún, que no le temen a internet".

Los chilenos, dice, no sólo son más conscientes de las medidas que deben tomar para resguardarse en la red, sino también de sus derechos en esta plataforma. "Hemos logrado instalar el conocimiento del derecho al anonimato y a la parodia, por ejemplo. Asimismo hemos dado a conocer que ninguna autoridad puede pedir la revisión de un computador sin una orden judicial", dice.

Los usuarios, agrega Tapia, hoy comprenden al menos tres cosas que jamás deben hacer en internet: "Que no pueden subir cualquier información a la red, no pueden aceptar servicios que manejen datos personales sin ofrecer garantías para su protección, y exigen a las autoridades el respeto al derecho fundamental a su privacidad."

CAMPAÑAS

Parte de este conocimiento se debe también a la realización de campañas y a la solicitud de charlas informativas.

El martes pasado, por ejemplo, junto con empresas del rubro de la tecnología como Google, se celebró el Día de la Seguridad de Internet donde, a través del sitio www.google.com/safetycenter, se compartieron recomendaciones básicas de seguridad en internet, como poder contar con una contraseña segura y que no se comparta, hasta asegurar las redes de Wi-Fi o saber cómo identificar una dirección de internet segura en la que no robarán los datos.

"Realizamos más de 100 charlas anuales en colegios, empresas, organizaciones sociales, en cualquier lugar donde las pidan", dice el comisario de la Policía de Investigaciones.

MAS PRIVACIDAD

Actualmente, la mayor preocupación que existe en internet es con la privacidad, y es donde se apuntan principalmente las campañas de información de hoy, ya que los datos privados no sólo pueden ser usados para hacer pasar un mal rato a alguien, sino que muchas veces son la clave para realizar otro tipo de delitos, como la suplantación de identidad, uno de los que si viene al alza con respecto al año anterior (ver recuadro).

"Nuestro mayor desafío es hacer que la gente deje de separar lo que es la privacidad de la vida real con la privacidad en línea", cuenta el comisario Maldonado.

El explica uno de los ejemplos que utiliza dentro de las charlas de la PDI para acercar a la gente a este problema. "Cuando vemos que la gente sube, por ejemplo, fotos de ellos borrachos en una fiesta, les preguntamos si tomarían esas mismas fotos impresas y las empezarían a repartir en la calle. Todo el mundo dice que no, pero eso es precisamente lo que hacen al momento de colocarlas en un lugar público".

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