Histórico

El show del MMA pega fuerte

El UFC 190, evento de artes marciales mixtas (MMA) de la organización Ultimate Fighting Championship, realizado la semana pasada, expuso una disciplina que suscita espectáculo dentro y fuera de las peleas, ganando cada vez más fanáticos en el mundo. Y que pese a su nivel de agresividad, se disputa con árbitro y 31 faltas que demuestran que no todo vale.

En la abarrotada HSBC Arena de Río de Janeiro, los fanáticos presentes en las peleas del UFC 190 también pifiaban. La lista de peleadores, al entrar en acción en el octágono, contenía varias figuras del MMA ante una arena repleta de brasileños apasionados por la disciplina, pero toda vez que un contrincante le hacía un clinch a otro (lo abrazaba para restringir sus movimientos y/o buscar golpes más cercanos), los asistentes abucheaban sin parar.

Ellos repetían “¡Uh, va a morir!” una y otra vez, como un grito de guerra, esperando que un peleador propinara una buena patada en el rival o lo tumbara al suelo y noqueara con directos y cruzados seguidos en su cabeza. Cuando un peleador derribaba al rival y lo montaba, envolviendo sus piernas en la espalda del adversario y golpeándole con los puños en la cabeza, la adrenalina sacaba gritos de los fanáticos. Los asistentes se levantaban, alzaban sus brazos y gritaban “¡Ve, ve, ve!”. Al momento de un knockout de esa manera, un golpe al rostro del rival o una victoria por sumisión con una llave de brazo o de piernas, el público rugía.

Así son las artes marciales mixtas, en la cual los peleadores combaten con estilos híbridos de artes marciales como Muay Thai, Taekwondo, Judo, boxeo, lucha libre, entre otras. La disciplina nació en 1993 de la mano del Ultimate Fighting Championship, surgido con menos reglas (muy similar al vale todo de Brasil) y bajo el pretexto de probar la efectividad de distintas artes marciales.

Tras serias controversias con parlamentarios estadounidenses (el senador John McCaine llegó a calificar el MMA como “riña de gallos humana”, y 36 estados de país promulgaron leyes prohibiendo luchas sin prescripciones), el MMA desarrolló más normas, se consolidó como un fenómeno en Estados Unidos y Brasil (las dos grandes potencias del deporte) y avanza a pasos largos en el mundo, con 794 millones de hogares con contenidos de UFC distribuidos en 145 países del mundo. La cifra no cuenta la audiencia de otras organizaciones como Bellator MMA, ONE Championship, World Series of Fighting e Invicta FC.

Los peleadores parecen bestias golpeándose de forma descriteriada. Sin embargo, el origen del deporte muestra que eso no es así. Hay reglas a cumplir en el octágono. “El MMA es una formalización del vale todo, con un reglamento más deportivo. Cuando se inició, el vale todo tenía tres reglas: no pinchar los ojos, no morder y no pegar en los testículos. Ahora no se pueden pegar cabezazos, asestar rodillazos a un peleador apoyado en tres extremidades, no pegar codazos en la nuca, entre otras. Además, el vale todo no contaba con categorías de peso, y las artes marciales mixtas sí las tienen”, explica Jonathan Ortega, peleador nacional.

No todas las entidades de la disciplina tienen las mismas reglas, pero al menos el reglamento del UFC considera una lista de 31 faltas en total. Están prohibidos todo tipo de golpes a la columna del adversario, a la garganta, golpear a un rival noqueado, y tampoco está permitido insultar o escupirle al adversario. Según su gravedad, una falta puede quitar puntos o descalificar al ofensor.

Pero eso no evita momentos en los cuales un peleador sangra por un corte o una nariz rota, sale del octágono con el rostro hinchado por cuantiosos golpes, cae inconsciente en el suelo o se fractura un hueso. Pero según Fabricio Werdum, brasileño campeón de la categoría peso pesado del UFC, “creo que la violencia está en la calle, en un asalto o en un secuestro, y no en el octágono. Hacemos esto por voluntad propia, y estamos preparados para las peleas. Este trabajo no es para quienes piensan, ‘no tengo trabajo, así que me voy al MMA’. Eso no se puede, este trabajo requiere disciplina”.

En una pelea, los contrincantes se golpean con tanta fuerza que algunas veces pareciera que tuvieran micrófonos en los puños, codos y piernas, de tan potentes que suenan los impactos de directos, ganchos, rodillazos y patadas. Pero antes y después de un combate, muchas veces la relación es respetuosa entre los peleadores.

El holandés Stefan Struve golpeó duramente al ídolo local Rodrigo Minotauro, pero lo abrazó con fuerza después de vencerlo.  Y antes de usar sus manos para golpes en la cabeza y costados del cuerpo, ambos las emplearon para saludarse y fingir poses amenazantes en las sesiones de fotos frente a frente del pesaje.

Werdum obtuvo su cinturón al vencer al estadounidense Cain Velásquez, y afirma llevar una relación puramente profesional con él. “Nuestra relación es normal. Nunca ha sido de sentarnos a tomar un café ni lo he llamado a mi habitación o algo así. Somos profesionales y sólo creo que las cosas cambian un poco después de una pelea, porque el perdedor no se siente muy bien para estar hablando con el rival. Yo nunca estaría hablando normalmente con un rival que me ganó. Es un poco diferente”, plantea.

Sin embargo, un evento de artes marciales mixtas del UFC no se limita a una noche de peleas ni a un público restringido a hombres con un gimnasio como el patio de su casa, que no dejan de silbar a las estupendas chicas del octágono que indican el número del round en bikinis.

Las grandes noches son precedidas por entrenamientos abiertos y pesajes, a los cuales incluso niños asisten. En el día de pesajes, varias figuras del deporte acudieron como invitadas y sacaron fotos y videos con ellas. “¡José Aldo, algún día quiero ser como tú!”, dijo una niña del público al campeón peso pluma de la organización. Y en los entrenamientos abiertos, el público se apiñó en una playa de Río. El tatami de lucha era lo que miraban, y las atracciones eran los varios peleadores que ofrecían un tráiler de sus capacidades botando un sparring o golpeando protecciones acolchadas en los brazos de un colega de staff.

En las peleas del UFC 190, varias mujeres también gritaron “¡Uh, va a morir!”, y según estudio de Globo e Ibope, el 51% del público del reality show The Ultimate Fighter: Brasil 2 (concurso de artistas marciales mixtos brasileños que premia a los ganadores con contratos  de peleas en la organización) eran féminas. “Las mujeres aman tanto el MMA porque pelear es una cosa humana, no masculina. Hombres y mujeres pelearán por distintos motivos, pero aún así tienen ese instinto de lucha. Y creo que por eso se sienten atraídas”, plantea Ronda Rousey, campeona de peso gallo femenino de la UFC.

“¿Qué otro deporte da tanto espacio para las mujeres como las artes marciales mixtas?”, se preguntó una vez Kevin Gastelum, peleador de peso medio. Lo más probable es que no lo sea, pues hay disciplinas que llevan mayorías femeninas más importantes y las artes marciales mixtas siguen siendo dominadas por los hombres (actualmente hay ocho campeones de cinturones masculinos y sólo una mujer). Pero, de todas maneras, las artes marciales mixtas han contado con mujeres desde los años 90, cuentan con organizaciones exclusivamente femeninas y pueden destacar una pelea entre mujeres sobre importantes combates masculinos, como en el caso del UFC 190.

En este evento Ronda Rousey, la primera peleadora de MMA de la organización, defendió su cinturón de peso gallo ante la brasileña Bethe Correia. Su combate estuvo rodeado de tensión, dando un claro ejemplo de relación odiosa entre rivales. Todo sucedió porque, en el intercambio retórico de intimidaciones, Correia dijo esperar que su rival “no se matara” después de la pelea. Eso enfureció a Rowdy, pues su padre se quitó la vida a los ocho años, e hizo arder la relación entre ambas. “El suicidio no es una broma ni recurso para un discurso. Mi padre estará conmigo cuando te dé la paliza que mereces”, sostuvo la defensora del título.

Medallista de bronce olímpico, plata mundial y oro panamericano en judo, la norteamericana había vencido en 10 de sus 11 peleas anteriores en el primer round. Y durante 34 segundos, Rowdy dejó de lado los derribos del judo y noqueó rápidamente a su rival con su boxeo.

El plato de fondo de la jornada fue pequeño, pero la golpiza en el ring no lo fue. La pelea fue corta pero intensa, y por eso el público enloqueció en vítores de todas maneras.

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