Biología y destino

Piñera
Foto: AFP


Casi encima del largo feriado de fiestas patrias, 12 de septiembre, la Cámara de Diputados aprobó por amplio margen (67%) la llamada Ley de Identidad de Género. Dado que el Senado había aprobado lo mismo una semana antes, la ley quedó lista para su aprobación por parte del Presidente Piñera.

La composición de esta votación y las posteriores reacciones, tanto en el Congreso como en diferentes grupos sociales, son difíciles de interpretar. Vimos celebrar al ministro de Justicia Hernán Larraín junto a la vocera Cecilia Pérez y el ministro Gonzalo Blumel, todos aplaudiendo el triunfo, lo mismo que la generalidad de los parlamentarios…, pero ¡de oposición! Al frente, la mayoría de la bancada identificada con el triunfante oficialismo exhibía caras largas, cuando no abierta molestia ("aberrante", "daño a las familias", "inconstitucional" fueron algunas de sus expresiones).

Esta paradoja, algo brutal en su forma, quizás sea la expresión más gráfica de los cambios que está experimentando el escenario político chileno. En la votación del 12 de septiembre, el gobierno desplazó algunas de las líneas divisorias, los "clivajes" que tradicionalmente han separado a las culturas políticas, especialmente en la derecha. Un decidido espíritu liberal parece imponerse en este sector, liderado por el propio Presidente. Esto, abiertamente a contrapelo de la visión de algunos (no todos) de sus partidarios.

La historia del proyecto es compleja y, en cierto modo, más confusa. Inicialmente fue patrocinado por un variopinto conjunto de cinco senadores, cuando finalizaba el primer gobierno de Piñera. Era mayo de 2013 y los senadores fueron Ricardo Lagos Weber, Ximena Rincón, Camilo Escalona, J. Pablo Letelier y Lily Pérez.

La candidata Bachelet, entonces en la campaña que habría de llevarla de vuelta a La Moneda, hizo parte de su programa la Identidad de Género. Una vez electa, sin embargo, con mayoría en el Congreso, nunca logró aprobarla. En un dramático intento final (6 de marzo de 2018), a 5 días de que asumiera el electo Presidente Piñera, la Presidenta decretó "suma urgencia" para el proyecto. Demasiado tarde. La urgencia no prosperó, y el nuevo gobierno, a 48 horas de asumido y en quizás la primera medida, rebajó la urgencia a "simple". Podría haber sido el fin del proyecto, pero ya sabemos, no lo fue.

Ahora, salvo imprevisto, será la firma de Sebastián Piñera la que promulgue una ley que permite a los ciudadanos decidir libremente su identidad de género. En contra de lo planteado por Freud hace un siglo, biología ya no es destino; al menos, legalmente.

De paso, hay que advertirlo, el mapa político chileno se modificó en forma radical.

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