Opinión

Construir una ruta país

Alejandra Fuenzalida

Chile enfrenta un nuevo ciclo político. Las campañas presidenciales despliegan sus programas y, una vez más, se instala la pregunta sobre qué país queremos ser. En un contexto marcado por la desconfianza y el desencuentro, la voz de la ciudadanía vuelve a ofrecer una brújula valiosa para orientar el rumbo y construir un camino que trascienda a los ciclos electorales.

Durante más de un año, el proyecto Tenemos que Hablar de Chile —impulsado por la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica— convocó a cerca de 10 mil personas a dialogar sobre los desafíos y oportunidades del país. El resultado fue un conjunto de 39 propuestas ciudadanas —disponibles en tenemosquehablardechile.cl— que expresan con claridad las prioridades, dolores y esperanzas de los chilenos. No son políticas detalladas, sino orientaciones colectivas: metas que la institucionalidad debiera asumir si quiere volver a conectar con la sociedad que representa.

Las emociones que recorren esas conversaciones son un espejo de nuestro tiempo. Predominan la desesperanza, el miedo, la incertidumbre y la orfandad, pero también emerge una quinta narrativa: el potencial. Allí, donde el diagnóstico es duro, aparece la convicción de que el país puede recomponerse si logra reencontrarse. La ciudadanía no habla desde la resignación, sino desde el deseo de que los tomadores de decisiones transformen la preocupación y el discurso en acción.

Las propuestas son concretas y realistas. Apuntan a fortalecer la salud pública, reducir las listas de espera y aumentar la presencia de especialistas en regiones; a mejorar la educación desde la primera infancia hasta la formación docente; a combatir la corrupción y dignificar la función pública; a recuperar la seguridad en los barrios sin renunciar a la prevención, y a impulsar la economía con más empleo, apoyo a las pymes e inversión en innovación y energías limpias. En conjunto, constituyen un retrato del país que queremos: más justo, eficiente y humano.

Recientemente se presentaron estas propuestas a los equipos programáticos de las candidaturas presidenciales, marcando un hito en el diálogo entre ciudadanía y política. No se trata de una recomendación técnica, sino de un gesto democrático: acercar la voz de las personas a quienes toman decisiones, para que las promesas electorales se construyan sobre diagnósticos compartidos y no sobre intuiciones aisladas.

Escuchar a Chile no debiera ser un acto esporádico ni electoral. Es una tarea permanente de la democracia. Las universidades tienen el deber de propiciar estos espacios de encuentro y reflexión, pero su valor solo se realiza cuando quienes gobiernan y quienes aspiran a hacerlo se dejan interpelar por esa conversación.

Hoy, cuando la crispación y el desencanto amenazan la convivencia, volver a hablar entre nosotros es quizás la condición más urgente para avanzar. Las 39 propuestas ciudadanas son una invitación a hacerlo: a recuperar la palabra común, a reconstruir la confianza y a proyectar juntos el país que aún podemos ser. Escuchar, dialogar y construir en conjunto no es solo una metodología participativa; es la base misma del pacto democrático que debemos renovar.

Por Rosa Devés, rectora de la Universidad de Chile y Juan Carlos de la Llera, rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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