SEÑOR DIRECTOR

Los países que inicialmente despreciaron el impacto del coronavirus, como EE.UU., Brasil o México, solo cambiaron su aproximación cuando empezaron a ver los efectos en sus territorios. Hoy enfrentan miles de muertes producto de su tardía reacción. Es decepcionante darse cuenta de que es necesario el impacto visible y local para que las autoridades tomen las decisiones correctas. Ante esa forma de reaccionar, cuanto más tarda una crisis en incubarse, mayor es la probabilidad de que no se le preste atención oportuna.

Este fenómeno, denominado “feedback retardado”, es la realidad del calentamiento global. El impacto de los gases de efecto invernadero hoy es muy bajo comparado con los impactos devastadores que se proyectan cuando su acumulación supere umbrales críticos.

Pero aun cuando reduzcamos las emisiones ahora, habrá un rezago en la reducción de la temperatura producto de la acumulación de décadas. Y es que las emisiones de CO2 estarán en promedio 80 años en la atmósfera. A modo de ejemplo, esto significa que parte importante del CO2 que mi padre emitió en su primer aliento ¡aún no ha sido absorbido por el planeta! Por esto es tan importante que más naciones se sumen urgentemente a la meta de ser neutrales en carbono al 2050.

Para combatir la propagación del Covid-19 hemos tomado decisiones radicales, como cuarentenas masivas con inconvenientes evidentes, pero que consideramos justificados. Si los impactos que se prevén de los gases invernadero se percibiesen hoy en toda su magnitud, las naciones ya habrían tomado medidas tan drásticas como prohibir progresivamente el uso de combustibles fósiles. Sin embargo, sus impactos son de muy largo plazo y por lo tanto requieren de autoridades con una visión de futuro, conscientes y responsables de su histórico rol en la protección del planeta. Solo la voz fuerte y clara de la ciudadanía y los científicos podrá exigir esta visión y acción oportunas.

Juan Carlos Muñoz

Centro de Desarrollo Urbano Sustentable, Cedeus UC