Opinión

Israel-Irán: en las puertas de Armagedón

Smoke billows following an explosion in central Tehran on June 15, 2025. Iranian media said an Israeli strike hit the Tehran police headquarters in the city centre on June 15, as the two foes exchanged fire for a third day. (Photo by Atta KENARE / AFP) ATTA KENARE

Irán es la antigua Persia, un imperio que enfrentó a Roma. Quiso antes ocupar Grecia, y Alejandro Magno devolvió al golpe ciñéndose la corona de Persia. Vencida y convertida por la oleada musulmana, es el núcleo del chiismo. Por su parte, Israel sufrió más derrotas, dolor y exilio, tras la destrucción de Jerusalén (70 a. C.), pero se reinstaló en su tierra ancestral en 1948, después del Holocausto. Dos países, en suma, que no comparten fronteras.

Las relaciones de los Pahlavi (1925) con Israel fueron estrechas. Pero la Revolución Islámica en 1979 cambió las tornas, y el Ayatollah R. Jomeini habló del “Gran Satán” donde se fundían Israel y Estados Unidos. Su sucesor, Ali Jamenei declaró en 2000 que Israel era un “tumor canceroso”; en 2001 que la eliminación era un tema eterno; en 2013, que Israel estaba condenado la aniquilación; y el 2014 presentó un plan de 9 puntos para eliminarlo. El expresidente M. Ahmadinejad prometió en 2005 y 2006 que acabarían Israel. Régimen teocrático, Irán que no es un país árabe -habla farsi- ha ido ampliando sus redes en las luchas sectarias del mundo musulmán, contando con los hutíes, Hamas y Hezbollah y en el ataque indirecto a Israel. Sin embargo, Irán sufre de lo que un analista denominó “soledad estratégica”. Tanto porque frente a los sunitas, opone la república a las monarquías, como por su papel de defensor de las minorías chiitas. Jordania, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Turquía y Arabia Saudita miran con recelo a Irán. Solo Irak y Pakistán apoyan a Irán.

Si Irán sufre de “soledad estratégica”, Israel sufre de “estrés estratégico”, esto es que su existencia está amenazada por grupos chiitas y sunitas a lo largo de su historia reciente. Decidido a no repetir la extinción, Israel ha desarrollado una enorme maquinaria de guerra y un extraordinario servicio de inteligencia para conjurar las amenazas. Aunque había una guerra sucia entre ambos, un enfrentamiento no parecía factible por las distancias. Pero el avance en el enriquecimiento de uranio, así como sus misiles hipersónicos que recorren en 8 minutos la distancia entre Teherán y Tel Aviv encendieron la premura del gobierno israelí por acabar manu militari con sus centros nucleares. El estancamiento de las conversaciones con Estados Unidos contrarió el ánimo de Trump en una resolución diplomática. En ese contexto se inició la Operación León Ascendente, que en un alarde de pericia llevó 200 cazas al corazón de Irán en busca de sus científicos, jerarcas, las bases del programa nuclear y los centros de misiles y drones.

Cuando un jugador, en este caso Israel, toma esta determinación de iniciar una guerra, se sabe que habrá represalias, quizás por eso las formas de ataque han sido selectivas, apuntando al régimen clerical y sus recursos. Desde luego es una guerra preventiva, al margen del derecho internacional, que ya hace décadas no viene operando. La respuesta iraní ha sido potente porque tiene 3.000 misiles balísticos -algunos hipersónicos- y cientos de drones Shared, mientras metros bajo tierra están sus reactores nucleares. De modo que Israel atacó quirúrgicamente, decapitando los mandos e instituciones iraníes. Pero justamente por no disponer de bombas de penetración Estados Unidos atacó en la Operación Martillo de Medianoche con la bomba GBU-57, las centrales subterráneas de Fordow y Natanz, en lo que Trump calificó de “destrucción total” (22.06.2025).

Pero una guerra depende siempre de la voluntad de luchar. La voluntad de Trump es siempre voluble, pero la determinación de Israel e Irán se ancla en nociones de suma cero, y eso provoca la inestabilidad regional y mundial. El programa nuclear parece dañado, pero no aniquilado, y viene una guerra de recursos y voluntad. Israel tiene dominio del cielo y tecnológico (IA): Irán responde con misiles (uno hipersónico, el Fattah) y saturando con cientos de drones el sistema de defensa israelí. Dos combatientes que, a distancia, disputan la hegemonía de Oriente Medio. Irán tiene la profundidad estratégica y la población, e Israel su tecnología y determinación de sobrevivir. Entretanto Trump anunció una tregua entre ambos combatientes, aunque poco rato después Irán lanzó tres misiles e Israel atacó los radares iraquíes que proporcionaban información a Teherán.

Sin embargo, todo indica que las acciones empiezan a disminuir su intensidad e Irán golpeado también anuncia que si cesan los ataques cesaran los suyos. Aunque no es paz, un cese al fuego desincentiva a otros Estados a entrar al conflicto e impedir, por ejemplo, el cierre del Estrecho de Ormuz. Por lo pronto los mercados le creen al agotamiento y el precio del petróleo bajó. En todo caso Armagedón está cerca.

Por Cristián Garay Vera, Universidad de Santiago de Chile

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