La cultura en estado de catástrofe

El cantante Andrea Bocelli en el Duomo de Milán.


La muerte de un escritor no solo interrumpe una vida. Detiene también una producción literaria y apaga el fuego de un imaginario creativo. Más allá de sus méritos literarios, materia siempre discutible, el autor de El viejo que leía novelas de amor creó una comunidad de lectores. Sus libros, de irrevocable vocación popular, acercaban al público a la lectura y las librerías. Indudablemente es una pérdida para el medio cultural: con Luis Sepúlveda desaparece la voz de una sensibilidad y un autor que fue protagonista de la escena literaria.

Fallecido ayer en España a los 70 años, producto de coronavirus, la muerte de Sepúlveda es una de las pérdidas sensibles para la cultura en la era de la pandemia. La crisis del covid-19 ha lastimado dramáticamente al mundo de las artes. Con el autor de Nombre de torero el obituario cultural de las últimas semanas incorpora grandes figuras de todas las disciplinas, desde los jazzistas Ellis Marsalis, Wallace Rooney o Lee Konitz, el cineasta japonés Nobuhiko Obayashi y el arquitecto italiano Vittorio Gregotti al aclamado dramaturgo Terrence McNally.

Recién cuando esta crisis pase seremos capaces de dimensionar acaso las enormes pérdidas humanas y creativas producto de la pandemia.

En los aspectos económicos, la emergencia tendrá efectos devastadores. Con el cierre de salas de cine, teatro, librerías, salas de concierto, museos y galerías de arte, la pandemia trastornó la actividad cultural: obligó a suspender, cancelar y modificar sus programaciones, ha dejado a artistas y trabajadores del área vulnerables y desprotegidos, y amenaza su supervivencia.

Desde marzo, cuando comenzó el cierre de los espacios, los ingresos cayeron y las pérdidas crecieron exponencialmente. En Estados Unidos, la ópera del Met estima que dejará de percibir US$ 60 millones esta temporada y el popular Museo Metropolitano proyecta US$ 100 millones menos. En marzo, la industria del cine cifraba en US$ 5.000 millones las pérdidas a nivel global. Y en España, editoriales y librerías calculan pérdidas de más de US$ 1.000 millones.

De igual forma y a nuestra escala, la crisis ha afectado gravemente a la cultura y las artes en el país. El sector ya había sufrido las secuelas del estallido social de octubre, con actividades canceladas y horarios restringidos, y terminó el año 2019 asediado por dificultades económicas. Ahora el escenario es aun más adverso y podría pasar de la emergencia a la catástrofe. Así lo han sugerido los gremios de libros, teatro, músicos y cineastas, que esperan un respaldo del Estado.

El escritor Luis Sepúlveda, fallecido por coronavirus.

El Ministerio de las Culturas ya comprometió $ 15 mil millones de ayuda para el sector, pero aún está pendiente la forma en que se distribuirán esos recursos. En Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido, entre otros países, los gobiernos han destinado fondos especiales para la cultura. Como actividad económica, la industria cultural colabora con un porcentaje del PIB que en Chile ronda el 2,2%; como producto intelectual y emocional, las artes son un bien primordial.

“Los artistas no solo son indispensables, sino también vitales, especialmente ahora", dijo la ministra de Cultura de Alemania, Monika Grütters. Tal vez como nunca antes en estos días de encierro los ciudadanos han sentido la importancia de la cultura: cuán intolerable sería la vida sin las películas, los libros y la música que nos acompañan.

Por ahora los actores culturales han enfrentado la crisis apoyándose en estrategias digitales: desde el streaming a la venta y descarga de libros, lecturas y conversaciones, talleres y recorridos virtuales. No sabemos aún hasta cuándo se extenderá la emergencia, cuánto tiempo resistirá el medio en cuarentena ni cómo se retomarán las actividades.

Tal vez la conmovedora imagen del tenor italiano Andrea Bocelli cantando a en el Duomo de Milán vacío el domingo de Pascua, sea una de las escenas más elocuentes de esta crisis: el artista en un escenario deshabitado, donde se extraña la presencia del público, pero seguido por millones de personas a través de la web y las redes sociales.

Cuando la pandemia sea pasado, quizás cambie nuestra forma de acercarnos a la cultura, pero el arte seguirá siendo ese universo de ideas y emociones indispensable para nuestras vidas.

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