
La renuncia de Undurraga

El sábado 26 de julio, la Junta Nacional de la Democracia Cristiana aprobó apoyar la candidatura comunista de Jeannette Jara para las elecciones presidenciales de noviembre de este año. La decisión, lejos de ser unánime, provocó la renuncia de su presidente, Alberto Undurraga. Aunque se trata de un apoyo previsible, al mismo tiempo instala preguntas que apelan a la trayectoria política de Chile: ¿ha habido alianzas políticas entre el Partido Comunista y los partidos representantes del centro como la DC? ¿Cuáles han sido los efectos de la búsqueda de una alianza de este tipo? La historia muestra que la respuesta es larga y compleja.
Desde mediados de los 1950, cuando el Comité Central del PC adoptó la estrategia del Frente de Liberación Nacional, el partido apostó por una política de alianzas con el centro político -representado entonces por el Partido Radical y posteriormente por la DC- como parte de su programa etapista que debía conducir, gradualmente, al socialismo. Sin embargo, esta estrategia no tuvo resultados favorables inmediatos. El PR se mantuvo en la oposición durante la década de 1950 y en 1962 -tras fuertes polémicas internas-, formó una alianza con la derecha para levantar la candidatura del radical Julio Durán para las elecciones de 1964. La DC, por su parte, consolidó su apuesta por un “camino propio”, y logró primera mayoría en la elección presidencial, inaugurando el primer gobierno DC en Chile.
La lógica comunista de generar alianzas con los partidos de centro para cumplir la primera etapa de la revolución socialista -con apoyo de la “burguesía”- se mantuvo durante los años del gobierno de Frei Montalva, evitando conflictos irreconciliables con el partido oficialista y así mantener abierta la posibilidad de alianzas futuras. La DC y el PR, por su parte, experimentaron intensos procesos de fragmentación, arrasados por el contexto global que animaba a la revolución y que aceleraba las posibilidades de transitar a un reemplazo del sistema capitalista.
Importantes sectores de la DC abrazaron los conceptos nucleares del marxismo y el camino revolucionario, fundando el MAPU y la Izquierda Cristiana. Distanciados de la DC, ingresaron a la alianza de la Unidad Popular en compañía de socialistas y comunistas. En el PR el proceso fue distinto. Tras la obtención de un deslucido tercer lugar en la carrera presidencial de 1964, y la disminución de su influencia en la política nacional, sectores de la izquierda dentro de la colectividad tomaron el control del partido y redefinieron la política de alianzas. En su Convención de 1969, el PR acordó bajar la candidatura de Baltra y apoyar al candidato Salvador Allende, consolidando su ingreso a la UP. La decisión provocó que una facción del PR renunciara al partido para fundar el Partido de Democracia Radical, contrario a alianzas con partidos de izquierda.
Los tres años de la UP no lograron resolver el problema de las alianzas del gobierno con el centro político. La DC se mantuvo en una oposición cada vez más firme, mientras el PR volvió a fragmentarse, cuando el sector liderado por Baltra cuestionó las resoluciones de la Convención de 1971, fundando el Partido de Izquierda Radical. Ambos sectores se mantuvieron en el gobierno hasta que el sector de Baltra acusó diferencias irreconciliables con la UP a causa de la reforma constitucional propuesta por el gobierno y pasó a la oposición.
Tras el golpe, la política del PC se mantuvo orientada a formar una gran “alianza antifascista” con los partidos de centro, y en especial con la DC, para derrotar al régimen militar. Se buscaba reeditar las exitosas alianzas de los años 1940 que habían permitido armar coaliciones entre comunistas y el centro político para enfrentar a los fascismos. Sin embargo, la DC nunca se avino a formar alianzas con el PC. En diversas publicaciones de la época esgrimía que ideas como la dictadura del proletariado y la toma revolucionaria del poder del Estado eran incompatibles con la democracia. En su lugar, y tras la división del PS en 1979, se acercaron a sectores renovados del socialismo para establecer alianzas políticas para enfrentar al régimen por vías pacíficas. La construcción de una oposición democrática al régimen se construyó en base a la alianza PS renovado y DC, marginando al comunismo. Esta fue la base del posterior desarrollo de la Concertación de Partidos por la Democracia durante los años 90 y 2000.
No fue sino hasta el segundo gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018) que comunistas, radicales y DC coincidieron en una coalición de gobierno, abriendo viejos debates y tensiones en nuevos contextos.
La decisión de la Junta Nacional de la DC de apoyar la candidatura comunista para las próximas elecciones de octubre de 2025 fue explicada por el senador Francisco Huenchumilla, argumentando que la caída de la Unión Soviética, la derrota internacional del comunismo y el triunfo del capitalismo, dejaban obsoletas las discrepancias históricas entre la DC y el PC. No todos piensan igual. Para Undurraga, al parecer, no se trata simplemente de diferencias del pasado. Su renuncia es un gesto político que reabre un dilema histórico aún no resuelto: ¿hasta qué punto puede la DC, nacida como proyecto alternativo al marxismo, sumarse a una alianza que hoy lidera el Partido Comunista?
Por Mariana Perry, académica Instituto de Historia, Universidad San Sebastián
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