El bolso de playa, con arena en cada rincón y protectores solares que quedarán hasta la mitad, seguro terminará al fondo de un clóset donde vivirá los próximos meses, y uno volverá a ese cuidado de la piel que dejó abandonado mientras disfrutaba de un merecido descanso. Pero algo que se debería mantener todo el año, aunque los cielos nublados hagan que se nos olvide, es el protector solar.

Sí, no importa si está lloviendo o si no has visto la luz del sol en días; los rayos UVB y UVA te afectan de igual manera, de hecho, la radiación en invierno disminuye solo en un 10%, y en el caso de los rayos UVA hasta el 80% puede atravesar las nubes. Y para protegerte de sus efectos nocivos, es necesario que como parte de tu rutina de cuidado de la piel apliques a diario un protector solar.

Además, otoño es la temporada perfecta para exfoliar la piel, ya sea con tratamientos químicos en centros dermatológicos o con productos para el uso diario, lo que deriva en la eliminación de células muertas. El tema es que, la piel nueva que se revela es más sensible, por lo que si no se usa protección solar se verá afectada, provocando hiperpigmentación y marcas, en el caso de las personas con tendencia acnéica.

Otro factor es la polución. La piel que en otoño e invierno está más seca y sensible, se ve aún más afectada por factores como el smog y la polución atmosférica, que es más recurrente en otoño e invierno por eso uso de calefacción y la falta de ventilación. El problema es que aquellas pieles que, además de estar siendo atacadas por los agentes del ambiente, no cuentan con protección solar, van a recibir con mayor impacto los efectos de la radiación, derivando en manchas oscuras, envejecimiento prematuro y otros problemas dermatológicos.

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