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Tías, las nuevas madres

En Estados Unidos existe una tendencia que está prendiendo muy fuerte: el movimiento de las tías, mujeres que no tienen hijos pero adoran a sus sobrinos. Tan en serio se lo toman, que los manuales que enseñan cómo ser una tía profesional se han transformado en bestsellers, y el movimiento logró instalar una fecha oficial en el calendario: el 28 de julio, el Día de la Tía. Poco a poco, la rebelión de las tías 2.0 está llegando a Chile.

Paula 1120. Sábado 27 de abril 2013.

"Amo ser tía, porque solo una tía puede abrazar como una mamá, aconsejar como una amiga, mimar como una abuela y guardar secretos como una hermana". Esta frase, que parece sacada de esos pergaminos sentimentalistas que venden en los bazares, está circulando en inglés y en español por facebook y twitter, y es una de las favoritas del reciente "movimiento de las tías profesionales" que ha prendido fuerte en Estados Unidos.

Dentro de ese movimiento, Melanie Notkin es un verdadero ícono, por ser una de las primeras en difundir y darle valor al rol de las tías modernas. Notkin tiene 43 años y es una exitosa mujer de negocios de Manhattan que no tiene hijos, pero sí muchos sobrinos. En 2008 fundó el sitio www.savvyauntie.com, algo así como "tía con destreza" en español, la primera y única comunidad online sobre estilo de vida con contenido específico dedicado a las tías cosmopolitas modernas, a las que Notkin llama "tías y madrinas cool".

El sitio desató una verdadera fiebre, al punto de que hoy cuenta con 90 mil tías adscritas a su facebook y twitter, y la revista Forbes lo distinguió como una de las cien mejores web para mujeres. Gracias a ese arrastre, terminó dando pie al movimiento PANK's, acrónimo para Professional Aunts No Kids (tías profesionales sin hijos) que el próximo domingo 28 de julio celebra por quinta vez en ese país el Día Nacional de la Tía. "Ser tía es un regalo y ese es el día en que cada sobrino festeja con su tía predilecta", explica Notkin, tal como los hijos celebran con su madre para el Día de la Madre.

MI PRIMER SOBRINO

"'Abre el regalo, lo manda tu tía', es una de las frases que con temor escuchábamos para Navidad cuando éramos niños. Lo más probable es que dentro del paquete viniera un par de calcetines, guantes o cualquier objeto que seguramente no sería de nuestro interés", recuerda Notkin en conversación con Paula.

Para no repetir esa experiencia, en 2001, cuando nació el primer sobrino de Notkin, tuvo una epifanía: "Me di cuenta de que no existían fuentes de información para la tía cosmopolita moderna. Como las tías no somos las que estamos con los niños todo el día, como no los llevamos al colegio, hay pocas formas de saber sus gustos. Ahí se me ocurrió la idea de hacer una web que reuniera información dirigida exclusivamente para las tías". Ella se asume tía con orgullo y hoy recorre Estados Unidos dando charlas sobre cómo ser una tía con destreza.

Experta en consultorías de mercado, en 2012 lanzó un estudio junto a grandes compañías de marketing e investigación, que tituló The Power of the PANK (disponible en pankpower.com), que arrojó un creciente número demográfico de mujeres sin hijos, que se declaran amantes de sus sobrinos. Un nicho que representa a 23 millones de mujeres en ese país y que rápidamente llamó la atención del mercado. "Una de cada cinco mujeres en Estados Unidos es una PANK. El poder de compra de las PANK's se estimó en 9 mil millones de dólares en el año pasado", asevera Notkin. A esas mujeres las describe con una edad promedio de 36 años y con un ingreso medio-alto que les permite gastar en sus sobrinos y asistir financieramente a los padres de estos. "Por lo general, regalan juguetes y productos que no son de primera necesidad. Prefieren invertir en experiencias, como un viaje, o en dispositivos tecnológicos, como computadores y videojuegos", explica.

"Hay límites que una tía no debe cruzar", dice el terapeuta  familiar ricardo musalem. "No puede, por ejemplo, regalar un ipad si con eso deja en  evidencia que los padres son tacaños o no tienen plata. Una tía debe tener tacto".

En la plataforma web se pueden leer consejos sobre qué deben hacer las tías cuando se quedan a cargo de los sobrinos, a qué actividades llevarlos y qué juguetes regalar. De hecho, todos los años se eligen los juguetes más recomendados, con el premio The Coolest Toy Award, un certamen de fama nacional creado en 2009 y que hoy es uno de los más respetados por la industria juguetera.

Consejos similares contiene el libro que publicó Notkin en 2011: Savvy Auntie: The ultimate guide for cool aunts, great-aunts, godmothers and all women who love kids (ed. Morrow, disponible en amazon.com), el que en solo días se convirtió en bestseller y estuvo semanas en el ranking de los más leídos del Wall Street Journal, éxito que se replicó en Canadá, Inglaterra y Australia. El libro es una especie de manual que incluye entrevistas a sicólogos y pediatras con capítulos que orientan, por ejemplo, sobre la mejor forma en que una tía debe nutrir a los sobrinos, enseñarles hábitos de higiene, junto con recomendar actividades de esparcimiento y juegos para potenciar habilidades intelectuales, sociales y emocionales de los niños, entre otros. "Es un libro que brinda las herramientas para convertirse en una tía profesional. Como las tías no viven con los sobrinos, el objetivo es que el tiempo que pasen con ellos sea de calidad y que ayuden en su aprendizaje. Además enseño cómo ir ahorrando mes a mes, desde el día en que nace un sobrino, para así crearle un fondo universitario o financiarle un viaje en el futuro", detalla la autora.

En 2008 Melanie Notkin, una exitosa mujer de negocios sin hijos, pero con varios sobrinos,  fundó la web www.savvyauntie.com, la primera y única comunidad online con contenido específico para tías y madrinas cool. El sitio hoy cuenta con 90 mil tías adscritas en sus redes sociales y la revista Forbes lo distinguió como una de las cien mejores páginas web para mujeres.

¿POR QUÉ NO FUI MADRE?

¿Por qué si son tan devotas de sus sobrinos no tuvieron sus propios hijos?

Melanie Notkin señala que, en su caso, no tuvo hijos porque no encontró la pareja adecuada y que hoy, cruzada la frontera de los 40 años, ya se ha desligado de la idea de ser madre. "No abrazar la maternidad no es sinónimo de carecer de instinto maternal y, para ejercerlo, ¡qué mejor que volcar ese amor hacia los sobrinos!", dice convencida.

El propósito de Notkin es reivindicar el rol de la tía en el imaginario colectivo. "Una tía es una mujer que hace sacrificios, ya sea ayudando en las labores de maternidad, mientras la madre trabaja, o contribuyendo con parte de sus ingresos a la educación de sus sobrinos. Y mientras esta mujer puede ser muy valorada en su círculo cercano, ante los ojos de la sociedad el rol de la tía es menospreciado", asegura. Su alegato tiene que ver con que en una sociedad moderna la mujer que no tiene hijos es vista como egoísta o patética y que, incluso, la hacen sentir como una mujer inferior a la que tiene hijos. "¿Por qué las mujeres sin hijos y que de forma desinteresada hacen cosas por sus sobrinos son miradas como bichos raros?", se pregunta Notkin. Sin embargo, vislumbra una luz. "El estigma hacia esa mujer está disminuyendo. Antes se pensaba que las tías eran solteronas que estaban en su casa mirando televisión, pero hoy las tías son las más cosmopolitas. Son mujeres decididas, viajadas, cultas y resueltas, incluso en su sexualidad, y eso las hace mujeres tremendamente inspiradoras", asevera Notkin.

Coincide con esta observación el sicólogo inglés radicado en Australia, Steve Biddulph, autor del bestseller Raising boys, quien lanzó en enero de este año el libro Raising girls, en el que llama a un "ejército de tías" a ayudar en la crianza de las sobrinas adolescentes. "Las tías pueden llenar el vacío que algunas madres no pueden. Mientras las madres dan amor incondicional, estabilidad, rutina y regularidad; las tías, desde una posición más lejana, son capaces de darse cuenta de algunas habilidades y problemas de los chicos que pasan inadvertidos para los padres. Sobre todo en la adolescencia, cuando pueden convertirse en confidentes de sus sobrinas", afirma.

"Una tía es un modelo a seguir. Tal vez es artista, tal vez es caritativa o tiene una pasión por alimentarse sano, todas cualidades que pueden inspirar a ese sobrino", agrega Notkin.

LOS LÍMITES QUE UNA TÍA NO DEBE CRUZAR

¿ Hasta dónde puede una tía intervenir en la educación de sus sobrinos y qué pasa si, con la mejor de las intenciones, contraviene la autoridad de los padres?  Ricardo Musalem, terapeuta familiar de la Unidad de Diagnóstico y Atención Familiar de la Clínica Las Condes, entrega una pauta.

–Tías que juegan al nintendo wii, que van a dejar a las sobrinas a la fiesta o que las llevan de shopping. ¿Hasta dónde la tía puede estar disponible sin poner celosa a la madre?Que la tía intervenga no es problema mientras sea un aporte al desarrollo de los chicos. El problema se da cuando la tía se esfuerza por ser una figura ideal que siempre está ahí para todo y que no pone ningún límite. Ese rol demasiado complaciente es el que hay que mantener equilibrado. La tía y los padres deben ser aliados, remar para el mismo lado. Si lo logran, la huella que puede dejar una tía en una sobrina/o puede durar toda una vida porque, a diferencia de los papás, que están evitando que la niña o niño meta las patas, ella refuerza el lado positivo, concilia.

–La relación de tías y sobrinas es más horizontal hoy de lo que era antes. En este escenario, si el niño le cuenta un secreto, ¿la lealtad de la tía debe estar con el sobrino o con la madre?Hay cosas que el niño tiene derecho a que los padres no sepan. Pero hay otras conductas de riesgo, como el abuso de sustancias o el frecuentar personas o lugares peligrosos, que los padres tienen derecho a saber y que la tía erraría si no le dice al niño que tiene que contárselo a sus papás. Puede decirle: "Cuéntales tú primero porque si no voy a tener que decirles yo". La idea no es que la tía sea cómplice de transgresiones, sino que contenga al niño en un momento en que cuenta algo que no se ha atrevido a decirle a nadie y sea capaz de conducirlo para que hable con sus padres.

–Si la tía quiere hacerle un regalo caro al sobrino, algo que sus padres no pueden pagar, ¿puede hacerlo?Si por complacer al sobrino o sobrina corre el riesgo de ofender el sentimiento de autoestima o dignidad de los padres, puede ser complicado. Si por ejemplo regala un iPad, los padres quedan como tacaños o como los que no tienen plata. La tía tiene que ser cuidadosa. Debe tener tacto, conversarlo con los papás.

–¿Qué otras cosas no puede hacer la tía? ¿Puede castigar?No corresponde. Pero sí puede poner límites. Ella puede decir: "Perfecto, vamos a salir, pero antes haz tus tareas". Lo otro que no puede hacer es competir con los espacios propios del sobrino. Por mucho que la tía quiera ir al cine, si la sobrina se quedó de juntar con sus amigas, no debe interferir. Tiene que fomentar que los sobrinos  hagan las cosas por sí mismos. Porque estos no sacan nada con pasarlo chancho con la tía si no tienen su propia vida social.

LA NUEVA TÍA EN CHILE

En Chile el fenómeno de mujeres sin hijos –y de potenciales tías– también comienza a asomarse: el Censo de 2012 arrojó una caída en la tasa de la natalidad, que se redujo de 1,59 hijos por mujer a 1,45, cifra que se complementa con el 47% de chilenas sin hijos que no tiene considerado ser madre, según un informe que en 2010 realizó el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile con cifras de la Encuesta Longitudinal de Protección Social. "Es fundamental aclarar que este fenómeno pasa no solo por las mujeres, sino por hombres y mujeres que están postergando el tener hijos o decidiendo no tenerlos. La mujer no es la única a cargo de renovar la tasa de fecundidad en el país", dice Alejandra Sepúlveda, directora ejecutiva de ComunidadMujer. Y agrega: "Las personas optan por vivir solas o conviven antes de formar familia o pensar en casarse. Prefieren profundizar estudios y desarrollarse en lo laboral. Hay un cambio generacional de estilo de vida, que determina la forma de ser tía".

"Mientras las madres dan amor incondicional y regularidad, las tías, desde una posición más lejana, son capaces de darse cuenta de algunas habilidades o problemas de los chicos que pasan inadvertidos para los padres", dice el sicólogo Steve Biddulph.

Catalina Correia, directora de proyectos de la empresa de consultoría Almabrands, agrega: "En este contexto de maternidad postergada, los sobrinos se convierten en una especie de sustituto que satisface de manera más cómoda el instinto maternal de las tías, ya que no exige demasiadas responsabilidades como las que sí deben cumplir los padres".

Sin embargo, ¿puede en Chile una mujer renunciar a la maternidad sin ser juzgada socialmente? "Cada vez más se da una apertura a no criticar las opciones individuales. Todo depende de dónde se mueve esa mujer. Si lo hace en un ámbito conservador, lo más probable es que sea criticada, aunque todo apunta a que nuestra sociedad se está tornando cada vez más inclusiva y diversa", explica Sepúlveda.

Hoy, la mujer que no quiere tener hijos o que posterga su maternidad prioriza su desarrollo en otras áreas. "Tiene que ver con la individualización, que no es lo mismo que el individualismo. La individualización alude a que hoy como nunca las personas tienen las oportunidades y la libertad para elegir el proyecto de vida que deseen, asumiendo responsabilidad social y vínculos con otros. Una tía de hoy, en Chile, busca relaciones con su familia de una manera individualizada y no individualista. Por eso –explica Verónica Gubbins, sicóloga y académica de la Universidad Alberto Hurtado– busca desarrollar vínculos afectivos y ejercer su instinto maternal a través de los sobrinos". Lo importante, precisa, es que esté alineada con los padres. "Lo que no puede ocurrir es que una tía esté ahí para decirle al sobrino que sí en todo aquello que los padres le dicen que no".

SOY UNA TÍA PRESENTE

Por Bárbara Nash, periodista

Tengo 39 años, soy soltera, y debería estar muy urgida por ser madre porque estoy bordeando los 40, pero la maternidad no es un tema que me angustie. No creo en el reloj biológico. La sociedad no me va a decir cuándo cerrar la fábrica. Hay múltiples formas de ser madre: puedes adoptar un niño o ser madre de un proyecto que te guste mucho. Puedes ser madre de ti misma, pero se requiere mucho coraje porque la presión social siempre va a estar. Nunca me soñé entrando a una iglesia. Nunca he buscado tener hijos, sino el amor. Hace siete años lo encontré en mi sobrino Arturo.

Cuando lo tomé en brazos por primera vez, sentí: "Él es parte de mí" y, a diferencia de esos tíos que solo aparecen por compromiso, yo decidí tener un lazo con él. Amarlo. Ser una tía presente. Y no se trata de que esté canalizando mi maternidad a través de ese niño. La gracia es justamente que no soy su mamá ni me creo su mamá. Ser tía te libera de la cosa formativa tradicional. No eres su amiga, pero sí una compañera que lo regalonea y que lo escucha cuando habla de cosas que, intuyes, no habla con sus papás.

Una vez al mes Arturo se va a quedar a mi casa por el fin de semana. Yo, que soy matea, me interiorizo en sus temas. Si primero fueron los Backyardigans, luego fueron los Ben 10. Y hoy solo hablamos de fútbol. Sé de las zapatillas que usa Alexis Sánchez y puedo estar horas en el parque chuteando una pelota porque a él le gusta ser arquero. Hace dos años, mi hermano y mi cuñada viajaron y yo me quedé con él una semana. Fue maravilloso, pero también agotador, porque un niño altera toda tu rutina. Tenía que levantarme a las 6 AM, ir a dejarlo al colegio, hacer las tareas y posteriormente salir a jugar con él. Como no tenía el training de la madre, pucha que quedé cansada.

De todas formas, fue una experiencia exquisita, porque no está basada en la cotidianidad, sino en tiempo de calidad. Hemos creado un mundo con mi sobrino donde nos reímos y discutimos, donde puedo mostrarle mis valores y consentirlo con regalos materiales, pero jamás caigo en el rol de la proveedora de lo que los padres no pueden darle. Lo nuestro es una mezcla de shopping y actividad cultural. Vamos al cine a ver películas de monos, le invento cuentos de futbolistas para que se quede dormido. O lo saco a pasear en micro para que aprenda de esa diversidad que habita ahí. Los padres les muestran el mundo a los hijos, pero las tías se lo expandimos, porque les mostramos nuestro mundo. Ser tía es maravilloso.

MI FUNCIÓN MATERNA HA SIDO SER TÍA

Por Ximena Feliú, ex directora de la Biblioteca del Congreso

Tengo más de 80 años y nunca me casé. Por ende, tampoco tuve hijos. No pude, simplemente. Tuve noviazgos, pololeos largos, otros más cortos, pero cuando se pudo haber concretado, la pareja que elegí no resultó ser el ideal de mi familia y sucumbí a la presión social y religiosa que esta ejerció. Eso, sumado a mi tremenda timidez para romper esquemas y rebelarme, me hizo tomar una dolorosa decisión cerca de cumplir los 30 años: yo iba a envejecer sola. Yo sería tía y no madre, pero ese "no", además de ser total e irreversible, tendría un sentido profundo.

En ese camino encontré cosas que fueron compensando el no poder ser madre y la soledad: pude cuidar a mis padres hasta que murieron y vi nacer a cada uno de mis cinco sobrinos. La primera, Soledad, fue quien me convirtió en tía por primera vez, siendo todavía yo una veinteañera. Recuerdo que sentí algo tan profundo, tan hondo cuando la tuve en mis brazos... Sentí que estaba recibiendo un tesoro chiquitito, tibio, al que quería proteger. Algo se estrechó entre nosotras. Hasta hoy, ella tiene un derecho sobre mí y yo sobre ella.

Luego vinieron las demás niñitas: Polita, Ximena y, mucho después, Memito y Pilarcita. También Matías, que no es mi sobrino directo pero sí mi ahijado. Todos estos sobrinos han sido mis hijos, en el fondo. Hasta ahora, no pasa una semana sin que no nos llamemos.

La función de la madre siempre es educar, mientras que como tía me salté la parte de la disciplina y me concentré en acoger. Mi figura era más libertaria y, como vivía a dos cuadras de la casa de las niñitas, pasamos mucho tiempo juntas. No reemplacé a su mamá, pero muchas veces hice de mamá de ellas.

Cuando eran chicas, íbamos a la playa todos juntos, porque mi padre tenía una casa en Las Cruces. Un día les empecé a contar cuentos y otros niños se empezaron a acercar. Pronto se corrió la voz de que yo era la mejor narradora y ese grupo empezó a multiplicarse.

Cuando las sobrinas crecieron, en lugar de cuentos compartí con ellas el clóset. Como yo era soltera y muy buena para salir, se sintieron mucho más cercanas a mí cuando empezó su adolescencia y sus primeros pololeos. Siempre sentí que todo lo mío era de ellas. Cuando tenían una fiesta o estaban convidadas a salir sacaban toda la ropa que quisieran de mis cajones. Y cuando las cuidaba porque sus papás salían, ellas podían hacer todo lo que quisieran. Mi función materna ha sido ser tía. Esa es la verdad. Y no me arrepiento.

ESTE FENÓMENO NO ES REAL

Por Alejandra Ramm, socióloga de la UDP

Siento echar por tierra el fenómeno, pero eso de que las mujeres están optando por no tener hijos y por ser únicamente tías, es algo muy minoritario, atípico, es prácticamente un mito. Detrás de estos fenómenos sociales un poco marketeros hay un discurso que hay que poner en contexto.

Si las mujeres están teniendo menos hijos no es porque no quieran –probablemente sea al revés y quisieran tener más de los que tienen–, sino porque las condiciones de vida que les ofrece la sociedad no se los permite. Sí, somos más profesionales y estamos más incorporadas al mercado laboral, pero seguimos siendo las que nos encargamos de los niños, y a un costo cada vez más alto. Las mujeres están solas. Digámoslo claro: al final del día la crianza es problema de las mujeres, no de los hombres.

La maternidad sigue siendo el valor que define la identidad de una mujer, y quien no la ejerce en Chile, quien la posterga, lo vive como un drama. Porque, además, es muy difícil renunciar a ella sin ser juzgada socialmente. Nos guste o no, más que la profesión o la carrera, lo que define a una mujer es si es madre o no. Es una cosa hegemónica, incluso para los hombres. Somos una sociedad bastante convencional: ha aumentado bastante la vida en pareja, pero seguimos valorando el matrimonio, aunque en la práctica flaquee, y este es un país que se declara religioso.

La maternidad no solo en Chile y Latinoamérica tiene centralidad. También en Estados Unidos. Está bien, existe un movimiento de tías allá, pero no representa a un país que por cierto tiene una alta tasa de natalidad.

El fanatismo por los sobrinos me parece que es más de lo mismo. Un ejemplo de una cultura que valora mucho a los niños. Tal vez esa mujer, cuando llegue a los 40 años, se pregunte si quizás no sea buena idea tener hijos, y considere la fertilización o la adopción.

ES UNA SEÑAL DE LOS TIEMPOS

Por Raúl Carvajal, sicólogo infanto-juvenil de la Clínica Santa María

El fenómeno norteamericano de las tías profesionales sin hijos es una señal de los tiempos. Está en la tendencia del ser yo mismo, de no amarrarse ni esclavizarse con la idea de familia y de hijos. Puede que sean minoría, pero es una minoría que no va a pasar desapercibida. No es una tía que intenta ser mamá, no es a la que se le pasó el tren. Está en el disfrute de la elección, no en la resignación. Es transgresora y está dispuesta a enfrentarse al prejuicio de por qué no tiene hijos porque, inmediatamente en Chile, a este tipo de mujer, se la visualiza como la tía lesbiana o rara.

¿Cómo son estas tías? Les gusta mucho leer y están conectadas a la contingencia. Desarrollan una carrera profesional probablemente exitosa, son independientes económicamente e invierten en el placer. Son mujeres con opinión, liberales en temas políticos y religiosos. Pero, además, se visten bien, van al gimnasio, se seducen a sí mismas. Probablemente a estas tías les parece una lata la soltera que, a la misma hora en que ellas comparten un concierto con el sobrino, están viendo la teleserie de las 20:00.

Hacen una inversión grande en cultura: van al teatro con sus sobrinos, les comentan de las películas que están postulando al Oscar. Llevan por primera vez a la sobrina al ballet o al estadio. Porque, además, tienen más tiempo que la madre. Caricaturizando, tienen menos canas y arrugas, pero también tienen menos fotos en el álbum familiar. Se manejan en la sexualidad y son menos idealistas. No necesita de un hombre que las defina.

Las tías 2.0 muchas veces les ponen límites a los hijos de sus hermanas. Esto, porque hoy está primando mucho la crianza culposa. Las madres no tienen suficiente tiempo porque trabajan mucho y se les va un poco en collera el poner límites. Esta tía, en cambio, tiene tiempo y es más care'palo. Tiene el respeto ganado por sí misma. Son confidentes y no sapas. La brecha entre ellas y los sobrinos es más corta, por lo que estos no tienen vergüenza en contarle a la tía su primera relación sexual o alguna experiencia con drogas.

Está la sensación de que "mi tía me va a entender". Es una relación más a la par.

TÍAS DE ANTES

• Como no casarse ni tener hijos las situaba socialmente en desventaja, eran mujeres a las que, en general, se las hacía sentir en desmedro frente a las que eran madres. Se las catalogaba de "solterona" o se decía que "las había dejado el tren".

• Pocas eran independientes económicamente. En su mayoría, vivían cuidando a los padres ancianos o allegadas en la casa de hermanos casados, donde deambulaban sus sobrinos. La revista Pacífico, a comienzos del siglo XX, lo retrataba así: "Pasan a ser una especie de 'nurse', tiranizada por los niños y obligada a servir a aquellos que con frecuencia le dan un pan. Con el tiempo, llegan a ser una ama de llaves ¿No es esto denigrante? Sin embargo, el medio no lo juzga así".

• Como ejercían un rol de segunda madre o autoridad secundaria dentro del hogar, su relación con los sobrinos era de cuidado y dictación de normas, tan vertical como la de los padres, pero con menor peso.

• En vista de que la mujer soltera solía llegar virgen al matrimonio, las tías carecían de conocimientos acerca de de sexualidad y amores, lo que las distanciaba de los sobrinos al comenzar estos la adolescencia.

TÍAS DE HOY

• Son mujeres que están en paz con su soltería y que consideran que no tener hijos es una opción legítima. Les simpatizan los niños pero no están dispuestas a criarlos.

• Son independientes económicamente y, como no tienen tantos gastos como los padres, pueden gastar parte de su sueldo en regalos caros para sus sobrinos, o bien invitarlos al estadio, al cine, a la playa o al extranjero.

• Viajan, leen, van al gimnasio, son profesionales, andan a la moda y tienen una activa vida social, lo que las convierte en mujeres con opinión. Cuando la sobrina les cuenta su primera experiencia sentimental ellas la aconsejan con conocimiento de causa. La relación muchas veces se estrecha en la adolescencia.

• Su relación no es de autoridad, sino más horizontal, de orientación y complicidad. Saben sus límites. No quieren ser tías 24 horas, sino solo por un rato, pero en ese rato son las más divertidas. No castigan a sus sobrinos, pues no es su rol, pero entregan valores y consejos.

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