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Tres años de cambio: Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro consolida su modelo entre regiones

La alianza entre la Universidad Mayor, la Universidad de Atacama, la Universidad Autónoma de Chile y la Universidad de Tarapacá cumple su primera fase, con 25 proyectos impulsados, una red de movilidad entre las cuatro instituciones y una agenda que busca entregar soluciones para acortar las brechas de género en la academia chilena.

Último encuentro del Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro.

En 2025 se cumplen tres años desde la implementación del Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro, plan estratégico que reúne a la Universidades Mayor (UMayor), de Atacama (UDA), Autónoma de Chile (UA) y de Tarapacá (UTA). Esto, tras adjudicarse un proyecto de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) para impulsar una transformación institucional en las facultades de ciencias de las universidades chilenas.

Centros y unidades académicas vinculadas a las ciencias básicas, tecnologías e ingenierías han sido parte del plan que busca aportar más capacidades en investigación, desarrollo, innovación y emprendimiento (I+D+i+e), incorporando con ello perspectiva de género y vinculación con el sector productivo y la sociedad.

La Dra. Nicole Trefault, académica UMayor y directora general del Consorcio, señala que se mantiene el propósito y ambición “de generar transformaciones reales”.

Las tareas, explica, apuntaron a enfrentar desafíos estructurales que exigen sembrar las bases para lograr cambios reales en el tiempo. “Son palabras mayores que requieren probablemente mucho más que tres años, y eso lo sabíamos desde un comienzo”, explica, agregando que el espíritu de hacer ciencia entre regiones se está fortaleciendo.

“Creo que una de las razones por las cuales nos adjudicamos este proyecto es porque estamos conectando la I+D con los diversos territorios en los que se encuentran las universidades del Consorcio”, añade.

Hitos de la primera fase

El balance de la primera fase es positivo. Desde la UDA, el Mg. Fernando Herrera, vicerrector académico y director alterno del Consorcio, analiza que esta alianza ha permitido “un espacio de crecimiento en áreas que las instituciones requerían fortalecer”.

Una de ellas es potenciar el rol de la mujer académica dentro de la investigación. “Estamos convencidos que el desarrollo de la ciencia tiene que ser un espacio parejo”, comparte. Ejemplo de ello fue la campaña comunicacional “Removamos las Aguas”, que sentó un precedente respecto de cómo las cuatro instituciones visualizan la solución a las dificultades y brechas de género que enfrentan las mujeres en la academia.

“La campaña no se queda en el análisis, ofrece soluciones, alternativas y formas de abordar los problemas de género y desigualdad en la academia”, destaca Trefault, enfrentando la violencia simbólica y otros aspectos que limitan la participación femenina.

Las cápsulas audiovisuales de ‘Removamos las Aguas’, disponibles en YouTube y redes sociales, recogen los testimonios de científicas del consorcio, mostrando los obstáculos en sus carreras.

Otros objetivos cumplidos son los 25 proyectos de investigación, desarrollo, innovación y emprendimiento, así como la firma de un convenio de movilidad, tanto académica como estudiantil, entre las universidades, emulando el programa europeo Erasmus.

El acuerdo permite que la comunidad universitaria realice actividades en alguna de las otras instituciones con reconocimiento formal. Los estudiantes podrán convalidar las horas de cursos; mientras que el profesorado podrá validar actividades académicas en su propia casa de estudios.

“La investigación y la ciencia requieren un trabajo verdaderamente interdisciplinario para avanzar, especialmente si buscamos generar un impacto real en los territorios”, señala Herrera, quien destaca la relevancia de los objetivos que el Consorcio se ha propuesto hasta ahora.

En esa línea, agrega la importancia de “promover el emprendimiento y fortalecer la base científica no solo desde la academia, sino también incorporando a estudiantes de pregrado y posgrado”.

Meta 2030

La fase 2 buscará consolidar las acciones implementadas en la fase 1. Además, se prevé que en 2026 comenzará a dictarse el diplomado “GenIA: Género, Innovación y Avance Tecnológico”, un espacio para generar las competencias necesarias para gestionar y desarrollar tecnologías e innovaciones en ciencias, desde un enfoque de género e inclusión.

Cada una de las cuatro instituciones tiene algo que aportar a las demás. Trefault ejemplifica con el caso de las universidades del norte, que enfrentan “problemáticas territoriales muy particulares, pero también una gran concentración del polo productivo”. Al mismo tiempo, indica, la UA, cuya casa matriz está en Temuco, aporta “miradas vinculadas a realidades sociales, culturales, productivas y tecnológicas propias del sur”.

De este modo, la colaboración entre las cuatro instituciones se proyecta como un intercambio valioso que seguirá mirando hacia el cada vez más cercano 2030. “Si los problemas son distintos, no solo las soluciones deben ser diferentes, sino también la forma de abordarlos. Es un enorme aprendizaje”, sentencia Trefault.

“La investigación y la ciencia requieren trabajo interdisciplinario para avanzar”

Mg. Fernando Herrera, director alterno Consorcio Ciencia e Innovación para el Futuro.
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