En sus inicios, Leopoldo y su familia, con la ayuda de la Universidad de Chile y la presencia de profesores extranjeros, lograron instaurar la primera carrera de Educación Diferencial. Siguieron con un hogar, y finalmente con la Fundación Donnebaum. Daniel Donnebaum, hijo de Leopoldo y motivación principal de sus padres para crear esta instancia que ayuda a los niños discapacitados intelectualmente, es hoy miembro activo de la fundación y es ahí donde él ha aprendido a trabajar en campos artísticos diversos.

Reconocida por el Ministerio de Educación, esta fundación se financia principalmente a través de las matrículas de los niños, que se adecuan a los ingresos de cada familia en particular, y de los productos textiles que vende, como manteles, servilletas, calendarios y pecheros que han logrado crear una identidad colectiva única. Productos que si bien en un principio se comercializaban en pequeños negocios, también se pueden encontrar hoy en grandes supermercados, lo que permiten un mayor flujo y una vitrina permanente. Según su directora, Odemaris Chiorino, "se trabaja en base a dos ejes o pilares principales, dando, en ambos, herramientas básicas para lograr una mejor inserción social y laboral. El primero es en educación propiamente tal", y agrega que "la idea aquí es educar y capacitar a los niños con discapacidad intelectual, generalmente mayores de 16 años, en costura, confección y estampado. Se les enseña a hacer estas actividades con el objetivo de que sean cada vez más autónomos, más adultos, dándoles las herramientas necesarias para el oficio y para la transición a la vida adulta. La idea es enseñarles bajo las mismas condiciones con las cuales se encontrarían en un futuro, cuando la inserción se haya realizado exitosamente.

Este curso es más bien como una carrera, con una duración de cuatro años y medio con práctica incluida. Después de este tiempo el niño se encuentra en condiciones de enfrentarse al mundo laboral y poder desarrollarse profesionalmente".

Por otra parte, está el Taller Laboral Protegido, que nace para que los niños, ya egresados, y que se encuentran con dificultades para encontrar trabajo afuera, tengan la posibilidad de permanecer con ellos, pero esta vez ya como trabajadores remunerados, y no meramente alumnos. Ahí se cortan las telas, se cosen, se ponen las hebillas o las etiquetas, según cada pedido. Si son diseños por encargo, se hace la película, el proceso de fotograbado, el estampado, la confección y por último las terminaciones, cuenta Claudia Cárdenas, ingeniera textil y jefa de producción.

Para este verano, la fundación prepara una "Escuela integrada para personas con y sin discapacidad", instancia ejemplificadora y única para enseñarles a los niños a trabajar en iguales condiciones, con igual información y mismas oportunidades.

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