Suerte y reciclaje
Lo primero, una casualidad; lo segundo, una visión. Ambos elementos hicieron posible el rescate de esta casa y de muchas piezas perdidas en el tiempo. La arquitecta Catalina Edwards se encontró con una verdadera caja de Pandora, de la que emergieron desde una reja colonial a un banco que perteneció al cerro Santa Lucía y que por aquí y por allá dan vida y potencian el estilo de esta casa.
Por fuera parecía estar abandonada, por la despreocupación total que se veía, con las persianas cerradas siempre. Resultó que vivía una señora con siete perros, en una situación bastante insalubre", recuerda Catalina, que supo de esta casa porque estaba justo al frente de la de su hermana y a una cuadra del Bazar Emma, del cual es dueña junto a sus hermanas.
Cuando la conoció por dentro, la arquitecta confió en la buena estructura para partir con un plan de refacción total y un muy buen emplazamiento del terreno que dejaba un patio privado con excelente orientación. "Con esos elementos convencí a mi marido y empezó la etapa de remodelación, con planos y dibujos", cuenta.
El jardín era una verdadera selva y el proceso de limpieza significó una sorpresa. Es que la antigua dueña era hija de una pareja de anticuarios coleccionistas y por lo mismo había muchas cosas de valor que comenzaron a aparecer, como las rejas antiguas usadas en la entrada de la casa, tinajas de greda, piedras con las que se armó el piso de la terraza. "Descubrimos un banco de piedra original del cerro Santa Lucía, que pusimos en el antejardín, y varios muebles bien arruinados, hoy recuperados, como un ropero y un sillón que están actualmente en mi pieza", cuenta la arquitecta.
El planteamiento de la nueva construcción fue proyectar un segundo piso, para dejar el máximo de terreno libre. En esa segunda planta se ubicaron los dormitorios y baños; la pieza del matrimonio se pensó con un estar privilegiado "porque los niños pasan mucho alrededor de uno… nos gusta la patota", dice.
El living-comedor y escritorio se proyectaron en un solo espacio abierto, en un contexto de relajo e interacción. "No somos de hacer cosas tan formales, pero sí de invitar mucho, y este generoso lugar se presta para eso". El piso de cemento afinado y las ventanas con postigos de madera originales de la casa y otras de demolición logran que el look general sea campestre, el que se suma además a una cocina que luce el piso de tablas de madera original que se pudo rescatar de la casa. "Yo y mi marido vivimos de chicos en el sur y ese es un poco el espíritu que quisimos darle a la casa, que nos recordara esa sensación de calidez y calor de hogar", confiesa Catalina (catalinaedwards@gmail.com).
Inspiración
Un conjunto de tesoros rescatados conforman la decoración de esta casa.
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