Histórico

Documental recorre la ruta de aborígenes chilenos exhibidos en "zoológicos humanos"

La travesía de tres etnias fueguinas por Europa en el siglo XIX da vida al trabajo de Hans Mülchi, proyectado por primera vez el 23 de septiembre en Punta Arenas. Coproducido por el Proyecto Bicentenario de Canal 13, el documental también tendrá una versión para televisión.

A veces les prometían aventuras, y otras, simplemente, se los llevaban sin prometer demasiado. Desde las frías costas magallánicas, los galeones zarparon a principios del siglo XIX rumbo al Viejo Mundo, con una carga bastante codiciada: decenas de aborígenes para exhibir en parques, ferias y museos. En nombre de la ciencia y del progreso, los envíos contaban con la autorización del Estado de Chile.

Esa fue la suerte que corrieron, entre 1878 y 1900, tres grupos de nativos pertenecientes a las etnias Tehuelche, Kawésqar y Selk'nam. Fotografiados, medidos y obligados a actuar en público, muchos de ellos no lograron volver a la tierra de la que fueron arrancados. Luego de ocho años de investigación, un documental reconstruye la ruta que siguió cada grupo, revelando los lugares en que fueron exhibidos y documentando la repatriación de los restos de cinco kawésqar un siglo después de su captura.

"Los libros de historia no reconocen este tipo de historias", señala Hans Mülchi, director de Calafate: zoológicos humanos. Inspirados en un libro publicado en 2006 con fotografías que certificaban la vergonzosa exportación de aborígenes chilenos, Mülchi y el historiador Christian Baez (autor del volumen junto al inglés Peter Mason), viajaron al antiguo continente. Roma, París, Londres, Bruselas y Zurich figuran en la lista de las importantes ciudades por las que pasaron los indígenas y sus captores.

Coproducido por el Proyecto Bicentenario, de Canal 13, el documental tendrá una versión para televisión y será proyectado por primera vez el 23 de septiembre, en una muestra exclusiva para la comunidad kawésqar de Punta Arenas. Su llegada a las salas de la capital está planificada para fines de octubre.

VICTIMAS DEL IMAGINARIO
Su idea fue potenciar el fenómeno del zoológico, una mina de oro a fines del siglo XVIII. Patentando su invento como "Zoológicos Humanos", el empresario alemán Carl Hagenbeck aprovechó sus contactos con el mundo científico y se dedicó a reclutar aborígenes. Entre ellos, un grupo de Tehuelches.

Capturado en 1879, el grupo patagón fue el primero en llegar a Europa. Interesados por los comentarios de Darwin, quien en la década del 30 describió a los fueguinos como seres "abyectos y miserables", los científicos no escondieron su interés por averiguar si eran o no el eslabón perdido entre el ser humano y el simio.

Sólo debían actuar de "ellos mismos". Pero de acuerdo al imaginario de lo salvaje, todos los aborígenes chilenos fueron provistos de arcos, flechas, pipas y plumas. El público, que pagaba para verlos cantar, tocar instrumentos o hacer rituales, también les arrojaría carne cruda, creyendo que se trataba de caníbales. Producto del sarampión o de la viruela, muchos murieron en el camino. Las fuentes también constatan el abuso de varias mujeres por parte de los guardias, de quienes contrajeron enfermedades venéreas.

Luego de ser exhibidos en jaulas en Hamburgo, Berlín y Dresde, el grupo de tehuelches retornó tres meses después a tierra chilena. Aparte del trauma, no sufrieron mayores daños físicos.

Los que siguieron, sin embargo, no tuvieron la misma suerte. Con ocasión de los 100 años de la "igualdad, libertad y fraternidad", la Exposición Universal de París (1889) tuvo entre sus atracciones una flamante Torre Eiffel y una "Aldea Negra", compuesta por 400 nativos. Once selk'nam fueron capturados por el ballenero belga Maurice Maître para participar en la muestra, pero sólo nueve sobrevivieron la travesía. Una mujer embarazada y un niño llamado Calafate figuran entre los secuestrados.

"Todo indica que Calafate se quedó por su propia voluntad", cuenta Mülchi. Tras ser expuestos en París y luego en el Royal Aquarium de Londres, los selk'nams fueron llevados al Museo de Cera de Bélgica. Mientras, una entidad cristiana pondría la voz de alerta, provocando un conflicto entre diplomáticos y asociaciones humanitarias que les granjearía el pasaje de regreso. Bajo el cuidado de un chileno que viajó como guardia desde Tierra del Fuego, Calafate se quedó en Europa durante un año.

Los archivos salesianos de Roma revelaron a los investigadores el paradero de Calafate: acompañado de un sacerdote, regresó a Punta Arenas. Otro artículo, publicado en el diario El Magallanes, también se referirá al menor, aunque sin aludir a su paso por los zoológicos humanos.

UN FUNERAL TARDIO
Creció escuchando historias acerca de barcos que se llevaban a la gente. Entre ellos, una tía de la que no supieron más. Una generación tras otra, el relato pervivió en la memoria colectiva de una etnia en extinción y en la de Celina Llan-Llán, nieta de la última abuela kawésqar.

"En el Museo Etnográfico de Berlín nos enteramos de que en la Universidad de Zurich habían cuerpos del grupo kawésqar", cuenta Mülchi. Luego de ser expuestos en el Jardín de Aclimatación de París (hoy situado en el Bois de Boulogne), los indígenas realizaron una gira por Alemania hasta llegar a Zurich. Su baja resistencia a las vacunas habría sido, entre otras, la causa de muerte que finalmente los enterró en el anonimato.

Los científicos de Zurich, sorprendidos al igual que los documentalistas chilenos con el hallazgo, tomaron contacto de inmediato con Llan-Llán. En enero de este año, los restos de Grethe, Lise, Piskouna, Henry y Capitán (nombres dados por sus captores) fueron repatriados, luego de las gestiones de los gobiernos chileno y suizo, acto con el que culmina el documental.

En un año cruzado por fiestas y conmemoraciones, "es esencial reconocer una serie de episodios que no necesariamente nos gustan", explica Mülchi. "Hay que entender el Bicentenario no como un estado que hemos alcanzado, sino que como una oportunidad para seguir avanzando", concluye el realizador.

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