Histórico

El síndrome del estadio vacío

Desde los '90 que los índices de público en el fútbol chileno van a la baja. El Apertura se proyecta entre los más bajos en 10 años. Crecimiento del CDF, los valores de las entradas y la violencia destacan entre las razones de una tendencia preocupante.

“Si no existiera el CDF (Canal del Fútbol), el fútbol chileno estaría quebrado”. Lo dice el académico Mario Rodríguez, presidente también de Universidad de Concepción, el club de Primera División que menos público promedio ha llevado a los estadios en 2015. La cifra es contundente: 1.392 personas por partido.

Las bajas asistencias se han convertido en un elemento recurrente del fútbol chileno. Y preocupante, además. Recién con cinco fechas completadas en el Apertura (la sexta se termina de disputar entre hoy y mañana), los números apuntan a ser de los más bajos de la última década. El desinterés del hincha por llegar a la cancha, sin embargo, no es un fenómeno del último tiempo. Ya son décadas en que el producto fútbol compite (y pierde) con otros panoramas de fin de semana, pese a que es el deporte más popular del país y a la construcción de estadios modernos por parte del Estado.

Tribunas vacías o con grandes claros en cada fecha se ha vuelto costumbre. ¿Complica esto realmente a los clubes de bajo arrastre? La respuesta de Mario Rodríguez es elocuente: “|Hay un acostumbramiento de los hinchas a ver los partidos por televisión. Universidad de Concepción no es un equipo que lleve mucha gente al estadio y, como la mayoría de los clubes, nos financiamos con los dineros que nos da el CDF”.

Una institución como la penquista, según cifras de su presidente, recibe $ 250 millones al año por recaudación. CDF, en tanto, le otorga $ 1000 millones por temporada. “Viéndolo de esa forma, por crudo que suene, a mayor cantidad de abonados al canal, mayor es la ganancia de los clubes”.

En este sentido, en Chile también influyen los valores de las entradas. Según los datos que maneja el fútbol chileno, una entrada promedio en el torneo local cuesta entre $ 5.500 y $ 6.000. Sólo Brasil se impone a nivel sudamericano, con una media $ 7.000 por entrada. En la televisión pagada, en tanto, abonarse al CDF Premium cuesta $ 6.990 y $ 9.990 con transmisión en alta definición.

Factor violencia

En otras palabras, para el fanático es más barato seguir la fecha desde su casa. Y más cómodo, debido a la sensación de inseguridad instalada en la actividad. El director de la Fundación Ciudadano Seguro, David Rozowski, sostiene que la delincuencia ha sido un factor muy negativo. “La gente que iba con su familia dejó de ir, porque aumentó la violencia, tanto dentro como fuera de los estadios”, dice.

Estadio Seguro, en tanto, responde que desde 1994 que el público en los recintos marca a la baja, aunque en el último tiempo se ha mantenido un cociente de 5 mil personas por año, aproximadamente. José Roa, director del plan, asegura que existe una “inadecuada percepción” de la violencia en los estadios (ver entrevista en página 4).

Desde los clubes, en tanto, Rodríguez apunta al mismo Estadio Seguro de “espantar” a los hinchas. “Es incómodo ir al fútbol, porque revisan a la gente normal y los delincuentes siguen metiendo fierros y no sé qué más cosas. El otro día, en Talca, me detuvieron porque llevaba un lápiz de pasta”, cuenta el directivo.

Lo cierto es que la instalación de las barras bravas en el fútbol nacional se desata a fines de la década de los ‘80, principio de los ‘90, lo que coincide con la disminución de espectadores en las galerías. “Son los clubes quienes deben invertir más en seguridad, porque por ahorrar se pone en riesgo al público. Y fuera del estadio es Carabineros quien debe preocuparse y ahí el gobierno tiene que reforzar su política antidelincuencia”, recalca Rozowski.

Sin arraigo 

¿Por qué la popularidad del balompié no se refleja en las tribunas? La tendencia  apunta a que si Colo Colo y la U cumplen buenas campañas, los índices mejoran. Así lo afirman en la ANFP y también en Estadio Seguro. Se habla, por ende, de un aumento del fanático exitista y una baja del denominado hincha fiel.

“El quiebre de los clubes a sociedades anónimas marca. Muchos dicen ‘ya no es mi club’. Además, se privatizaron los goles y es un poco más complejo acceder a la información, sobre todo si tu equipo es chico. Se va perdiendo el arraigo en las nuevas generaciones, y el cariño se va haciendo más lejano”, describe el sociólogo deportivo Andrés Parra.

Como sea, la esperanza de una mejoría en las asistencias al estadio está puesta en partidos específicos. Un clásico, una definición por un título. Pero con eso sólo se aspira a mantener una media baja y no a niveles más altos. El fútbol hace años que pierde esta carrera, como describe Parra: “Hoy la plaza pública es el mall, ya no es el estadio”.

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