Histórico

Karpov y Morales quedan en tablas

Hace décadas, el pequeño Juan Evo Morales descubrió los secretos de la palabra "ajedrez" en un diccionario Larousse que le regaló su padre.

Vivía entonces en su natal Orinoca, en el área rural del altiplano boliviano. Allí, no habría llegado un tablero de ajedrez de no haber sido por la presión que Morales ejerció sobre su padre, para que le comprara el juego que había descubierto en el diccionario.

Cuando tuvo el tablero y las fichas en sus manos, empezó a practicar siguiendo las reglas ofrecidas por el diccionario, hasta que finalmente un profesor le ayudó a corregir los errores que había cometido en su aprendizaje autodidacta.

Ese es el relato que el presidente Morales ofreció a los medios de comunicación sobre su primer contacto y posterior afición por el ajedrez.

Allá, en Orinoca, "nunca soñé estar con un campeón mundial", dijo Morales este miércoles luego de jugar una partida con el ex campeón mundial, Anatoly Karpov.

KARPOV OFRECE TABLAS A EVO

El maestro ruso llegó a Bolivia como parte de una gira por América Latina en busca de apoyo para convertirse en presidente de la Federación Internacional de Ajedrez.

Tras el saludo protocolar, el maestro Karpov y el autodidacta Morales se midieron en el salón de los espejos del Palacio de Gobierno, donde se dispuso un tablero que era seguido por decenas de cámaras.

Después de 12 jugadas, en casi cuatro minutos ante el tablero, Karpov ofreció el empate después de que Morales tardara en responder a su ataque.

Poco antes, intercambiaron juegos de ajedrez. Morales le regaló uno con motivos andinos y, a cambio, recibió otro con las fichas de base circular. Karpov le mostró al Presidente que el rey nunca caía y le deseó que "sea firme como él".

MORALES, EMOCIONADO

Morales se mostró emocionado por tener a Karpov como rival de juego y aprovechó para enviar un mensaje a los jóvenes. "Cuando uno se propone, cuando uno decide mejorar su forma de ser es posible llegar hasta este lugar, como yo, que hoy tengo esta oportunidad de compartir una partida de ajedrez con el campeón mundial", dijo.

El maestro ruso empezó su intervención con una broma. "Ningún campeón mundial ha llegado tan alto", dijo, en alusión a los 3.600 metros sobre el nivel del mar, donde se ubica La Paz. Entonces, se oyeron risas que relajaron el ambiente.

Karpov, además de buscar la presidencia de la Federación Internacional del Ajedrez, promociona la creación de escuelas gratuitas para la enseñanza de este juego.

De hecho, Morales le pidió su ayuda para incentivar "el deporte ciencia" entre la niñez y la juventud de Bolivia.

Una vez terminados los actos protocolares, ambos descendieron hasta el hall del Palacio de Gobierno, que a esas horas ya lucía como el escenario de un torneo de ajedrez.

Allí, Karpov jugó partidas simultáneas con 10 pequeños campeones bolivianos, entre los que destacó uno de siete años que, ante la sorpresa de todos, puso a pensar a Karpov.

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