
Desalojo

Esta semana se desalojó a quienes ocupaban ilegalmente la propiedad que era de don Alejandro Correa. Al señor Correa lo asesinó vilmente un sicario en mayo del año 2020, con el fin de consolidar la ocupación de su propiedad y el negocio que tenían los instigadores del crimen. Es difícil encontrar en otro caso una colección más completa y brutal de lo que lastró las posibilidades de progreso de Chile en el siglo pasado y que, como la roca de Sísifo, hoy nos vuelve a desafiar.
Cuando nuestro país se asomaba a la segunda mitad del siglo pasado su realidad social era deprimente, sufría una pobreza lacerante con analfabetismo, desnutrición, mortalidad infantil y, por cierto, los famosos campamentos con horrorosas condiciones de vida: sin urbanizar, barriales en invierno, enfermedades e inseguridad, con familias literalmente vestidas con poco más que harapos y viviendo hacinadas entre cuatro tablas.
Esta visión llevó a mucha gente a creer que todo ello era producto de una injusticia estructural. El sofisma marxista les convenció de que esto solo se resolvería mediante la confrontación del “pueblo” contra la “oligarquía” opresora. El “poder popular” tenía que derrocar a la “democracia burguesa” y al capitalismo mediante la lucha revolucionaria. Ese discurso destruyó no solo nuestra democracia, sino toda posibilidad de progreso.
La verdadera revolución vino cuando se aplicó la única receta que ha generado desarrollo: Estado democrático de derecho y libertad económica. En un ambiente de seguridad jurídica, la propiedad y la libertad crecieron, los chilenos dejaron de creer que la solución podía venir de los políticos, y con los incentivos adecuados nos convertimos en un país exportador, surgieron industrias y un mercado de capitales vigoroso que amplió el crédito que permitió acceder a millones de personas a viviendas dignas. La educación se expandió como nunca antes. Problemas siguieron existiendo, eso es obvio, pero ya no eran los de la extrema pobreza, sino los que desafían a toda sociedad que se acerca al desarrollo.
Pero “la cabra tira p’al monte”. Surgió la “nueva izquierda” –que tiene de todo menos de nueva– que hoy nos gobierna y cuyo único éxito fue hacer creer en cierto momento a la mayoría, incluso a dirigentes de derecha, que éramos la sociedad más desigual del mundo; alrededor de lo cual construyeron una mitología propia de Macondo sobre el sistema previsional, que abrió la puerta a los retiros, con lo que dejaron knock out al mercado de capitales, que todavía no se levanta; por la vía de deslegitimar primero la Constitución arrasaron con el orden público y la seguridad.
Ese es el país en el que asesinaron a don Alejandro Correa, se tomaron su propiedad y a su familia le costó una lucha heroica conseguir justicia y que se aplicara la ley, debiendo soportar la desidia de quienes desde el Estado no querían pagar el costo político del desalojo y que más de alguien los emplace por su “insensibilidad”. La historia no se repite, pero a veces rima dramáticamente.
Por Gonzalo Cordero, abogado
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