
El efecto Milei, ¿se cierne sobre Kast?

La que estaba destinada a ser una elección local más -aunque en la provincia más grande de Argentina-, terminó convirtiéndose en un plebiscito al presidente Javier Milei, el que resultó en una aplastante derrota para su plataforma de extrema derecha. Algo de por sí malo para el oficialismo en ese país, pero peor si es que avisa de una debacle electoral en octubre, cuando ocurra la elección nacional de diputados y senadores.
Con un exiguo 33,7% de los votos de La Libertad Avanza en la Provincia de Buenos Aires, en instancias en que en las presidenciales de 2023 Milei obtuvo 57% de las preferencias, los pronósticos son de tormenta.
La situación parece describir lo que los físicos llaman efecto mariposa; un fenómeno en el cual pequeñas variaciones iniciales pueden producir grandes alteraciones finales, en sistemas caóticos, como lo es Argentina.
Pero ¿puede un pequeño cambio en las vibraciones del aire de Argentina -digamos el apagarse de una motosierra- cruzar la cordillera y tener efectos mayores en Chile?
Todo indica que sí, pues Chile desde hace más de un lustro es un sistema caótico también, a juzgar por los bandazos electorales de los últimos años y por los auges y caídas abruptas de los personajes en las encuestas. Y el caso de Milei conecta con el de José Antonio Kast, quien ha navegado favorablemente en la política chilena en buena parte gracias a los vientos producidos por la extrema derecha argentina en el poder.
Kast -al igual que Milei- cuentan con olfato para dar con buen diagnóstico respecto del malestar, y con habilidad como para dar con una narrativa afín. Pero, la nariz y la boca no bastan para resolver problemas sociales y económicos, los que son complejos y multicausales, por lo que se resisten a encajar en una ideología reduccionista neoliberal. De este modo, las dudas sobre la capacidad de gestión de Milei, por transitividad, llegan al corazón de Kast, pues la derrota muestra que no existen fórmulas mágicas para cambiar la sociedad de un día para otro. Tarde o temprano emergen las características de siempre, las que en el caso argentino, explican el arraigo del peronismo -el gran triunfador del domingo-, y en el caso de Chile; una moderación inveterada que en algún momento volverá por sus fueros.
Otro flanco que se le abre a Kast es el del debilitamiento de la narrativa que busca ahondar en los antagonismos, en el marco de una guerra cultural contra la izquierda. Esto, pues buena parte de la construcción de un “enemigo” por parte de la extrema derecha busca poner los defectos morales en la vereda de enfrente, donde la corrupción es el estigma perfecto. Pero, eso ahora disuena con los casos del fraude con la cripto moneda Libra que involucra a Javier Milei, y los audios que afectan a Karina -su hermana y secretaria general de la Presidencia- en sobornos. Un olor que se parece al de los bots de desinformación atribuidos a Kast, en tanto estos también emiten componentes tóxicos perceptibles a kilómetros.
Finalmente, este estilo violento y maniqueo parece tener virtudes electorales iniciales, pero también efectos contraproducentes de mediano plazo, al ordenar y aunar a enemigos, rivales y víctimas. En el caso de Argentina, esto último pasó en torno al gobernador peronista de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, arquitecto de la reciente victoria y ahora némesis de Milei, y que en el caso de Chile puede pasar con Evelyn Matthei, si es que ella tiene la suficiente lucidez como para entender que la moderación es su principal atributo, el que sintoniza con todo lo virtuoso que tiene el sistema político chileno, y el que no posee Jeannette Jara, quien aún no define un programa que pueda soslayar la influencia del PC.
Por Cristóbal Osorio, profesor de Derecho Constitucional, Universidad de Chile.
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