
El pato cojo

Accidentada fue la última Enade de Gabriel Boric y no habrá oportunidad de enmendarla, al menos en el corto plazo, ya que, para la siguiente edición del encuentro empresarial, el invitado no será él sino uno de los candidatos o candidatas que asistieron en calidad de tales en esta oportunidad. Sic transit gloria mundi.
De aquí en más vendrán muchos actos finales, antes de que termine el año habrá presidente o presidenta electa y entre ese día y la asunción del mando, la pelota habrá cambiado totalmente de mano. Nacerá entonces el expresidente más joven de nuestra historia y la pregunta que rondará será, muy probablemente, cuándo vuelve.
Lidiar con los expresidentes como sombra no es para nada una novedad. Salvo Aylwin, todos los mandatarios desde el retorno de la democracia han coqueteado con la idea de regresar y lo han intentado. Paradojalmente, sin embargo, quienes lograron entregar su mandato a alguien de sus propias filas no pudieron sobrevivir competitivos para la tarea, mientras que los que perdieron al final de su período -Bachelet y Piñera- consiguieron mantenerse como amenaza y volver.
El escenario dominante hoy es que, además de su juventud, Boric contará también con el subsidio de no ser sucedido por alguien de su propio sector, lo que hace aún más probable su mantención en una posición de liderazgo dado que es el principal cemento que une a la coalición improbable que logró construir y mantener en su mandato. Ya como expresidente, Boric deberá decidir cómo administrar esa posición: de un modo activo, como Piñera, o bajo una modalidad “a distancia”, como Bachelet.
Ni Bachelet, ni Boric, ni Piñera eran los favoritos de sus respectivas tribus, se impusieron y ganaron más bien a pesar de ellas y lograron construir, una vez en el poder, una posición de liderazgo anclada en diferentes dosis de voluntad y popularidad.
A diferencia de sus predecesores, en tanto, Boric está terminando su mandato en una relativa paz con sus bases políticas -y de estas entre sí-, un logro no menor si se toma en cuenta la forma en la que fueron congregadas y las dificultades que han enfrentado en el período. Esto también abonará a su condición de primus inter pares una vez fuera de La Moneda y sí, como es presumible, quien llegue a Palacio lo hace privilegiando una retórica de restauración y reemplazo, su nombre, su figura y su gobierno recibirán otro tanto de publicidad gratis.
Boric tendrá en su balance de activos, además, haber cultivado y mantenido la adhesión de un fiel tercio del electorado; haber creado y liderado una coalición que enfrentó la que posiblemente sea la más grande derrota de la izquierda desde el golpe hasta la fecha (la debacle constituyente), haberla mantenido a flote durante y tras la tormenta y entregarle ahora una candidata única, una lista casi sin fisuras y un piso electoral para que ambas comiencen su tarea desde ahí.
Así las cosas, no sabemos a ciencia cierta quién será el presidente o presidenta que estará en la próxima Enade, pero podemos apostar a que, quién sea que esté ese día, estará mirando de reojo a su predecesor… aunque tenga problemas de conexión.
Por Camilo Feres, director de asuntos Políticos y Sociales de Azerta
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