Por Alfredo Jocelyn-HoltNuevo escenario político posliberal
Se comienza a visualizar cómo se viene el nuevo marco político. Días atrás, Juan Ignacio Brito invitó a suponer una división en tres tercios, ninguno de ellos liberal. Esto, dado que el liberalismo se ha convertido en el gran perdedor hace rato. Le fue mal en la composición de ambos procesos constitucionales. Jara superó a Tohá. El fracaso de Matthei ha sido categórico y el desempeño electoral de los partidos de derecha, pobrísimo; Evópoli hasta se evaporó. De ahí que se vislumbren (a) una izquierda (FA, PC y el socialismo democrático), (b) un eje populista que convoque a fuerzas antielitarias y vaya consolidándose el PDG, y (c) el conservadurismo (republicanos y nacional libertarios de Kaiser). Hasta aquí, Brito; lo que sigue son posibles deducciones.
Este orden, así bosquejado, tiene el mérito de proyectar el fracaso del actual gobierno con sus merecidos castigos, partiendo por definir al socialismo democrático como “compañero de ruta” de una vez por todas. Sucede, además, que la derecha conservadora es crítica del progresismo no solo de izquierdas radicalizadas o instrumentales (el laguismo), también del progresismo en versión neoliberal a ultranza. Lo cual puede derivar en un distanciamiento tanto de la dictadura como de la transición consensuada. Digo esto último porque no tiene sentido continuar con los va y vienes del ultrismo, cualquiera sea su marca mayor, turnándose entre revolucionarios socialistas y contrarrevolucionarios de derecha abogando por un neoliberalismo brutal (no hay que ser de izquierda para reconocerlo). A lo único que ello conduce es que sigamos atados al legado de la dictadura: el empantanamiento aceptado por la centroizquierda el 88 como lógica operante hasta hoy.
Es, por tanto, clave saber quiénes serán los populistas-tiros al aire. Complicada cosa: el populismo abarca todo el espectro. Recordemos el consenso detrás de los retiros del 10%, aceptados incluso por Piñera. Se viene proclamando “Gana la Gente” desde Aylwin y antes, con “La Alegría Ya Viene”, el 88. Kast ha sido populista hasta cierto punto, mientras que Kaiser y Parisi lo serán siempre, cual fanáticos. De estos dos, Kast quizá podrá librarse algún día ofreciendo un conservadurismo moderado para hacer efectivo lo que, de resultar, sería extraordinario: que el conservadurismo posliberal se distancie de la dictadura y del neoliberalismo en tanto fenómenos ultristas y revolucionarios.
Y, lamentablemente, lo que Sebastián Soto Velasco sugiere con finura a J. I. Brito resulta inconveniente: una alianza liberal-conservadora. Cada vez que ello ha sucedido desde el siglo XIX, el conservadurismo ha salido fagocitado. El liberalismo no reconoce otra modalidad que ser hegemónico, con el agravante de que, además, termina volviéndose cualquier cosa a fin de sobrevivir. Es poco creíble.
Por Alfredo Jocelyn-Holt, historiador
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