Paula

Un caminante sufi

Gastón Fontaine (65) es ingeniero y ha desarrollado su carrera profesional en temas energéticos: formó parte de la Comisión Chilena de Energía Nuclear, trabajó en Esso y actualmente es gerente general de Santos CMI Chile, una empresa dedicada a la construcción de centrales térmicas. Pero en el ámbito personal su recorrido es muy diferente: considerado un buscador espiritual, lleva 28 años practicando sufismo, el que asegura ha mejorado maravillosamente su vida. Sentado en el Jardín Japonés del Cerro San Cristóbal, Fontaine habló largamente sobre qué significa ser un caminante sufi.

Paula 1144. Sábado 29 de marzo de 2014.

Barrio Vitacura. Gastón Fontaine trabaja en un moderno edificio de Av Vitacura con Presidente Riesco. Desde su oficina se ve imponente el Cerro San Cristóbal, pese a la aparición de las enormes grúas amarillas y los repetitivos edificios de vidrio que se han ido levantando en el sector. Desde la sala de reuniones de su oficina se ve la Enoteca, edificio que construyera su padrastro Gonzalo Asenjo en la década de los 70. Lo invitamos a cruzar el río y pasar una tarde en el Jardín Japonés del Cerro San Cristóbal, el que hace más de 20 años no visita.

Barrio Providencia. El día está nublado pero el sol asoma con sus rayos por entremedio de los árboles. El sendero que lleva al Jardín Japonés pasa por el Jardín Mapulemu, una pequeña reserva de flora nativa, y termina en la curva anterior a la entrada del Jardín Japonés, que fue construido en 1978 y reinaugurado en 1997 por el mismo príncipe Hitachi de Japón en su visita a Chile. Es un bello jardín con cerezos de flor, flores de loto, azaleas, una pileta y una rueda de agua; ideal para enamorados. Para hablar sobre su experiencia con el sufismo, elegimos un mirador de madera, frente a la ciudad de Santiago.

EL DESPERTAR ESPIRITUAL

"Hasta los 38 años fui un individuo que no tenía mayores motivaciones ni búsquedas. Solo quería ser un buen profesional, tener un trabajo que me gustara y formar una familia. Pero con el tiempo eso fue insuficiente, y cambió, al menos como prioridad. De a poco fue apareciendo la búsqueda espiritual como algo central en mi vida. Aunque de muy niño tuve una incipiente espiritualidad, fui a misa hasta los 12 años, sin tener una familia religiosa. Es bien inexplicable. Pero en esos primeros años sentía una cierta intención de ser cura. Luego me di cuenta de que los curas no me entregaban respuestas a mis inquietudes, y las que me entregaban no me parecían muy creíbles, y me fui alejando del tema espiritual. Y luego, ya en la universidad, tuve otro pequeño despertar místico, cuando descubrí que si el Sol estaba 0,5% más allá, nos congelábamos; y si el Sol estaba 1% más acá nos quemábamos. A los pocos días fui a una conferencia que dictaba mi profesor de Física Igor Saavedra, que trataba sobre Einstein; me impactó escuchar que Einstein fuera creyente. Ahí dije: ¡chuta!, si el hombre más inteligente del planeta fue creyente, algo debe haber. De esos destellos pasaron varios años más y me volví a acercar a la Iglesia Católica, pero me topé con Karadima que me dijo que no podía entrar a los retiros porque yo era separado, y me mandó para otra parroquia, de la congregación de los benedictinos. En ese momento, tenía 38 años, me había separado, me estaba cambiando de pega y, como estaba todo tan revuelto, mi hermana me recomendó verme las cartas. Y aquel tipo me dijo que yo tenía un lado espiritual muy marcado, y que estaba reclamando ser atendido. Junto con pagar sus servicios me pasó unos libros sufi que me gustaron mucho. Uno de esos libros era Living presence, de Edmund Helminski que me impactó tanto que decidí traducirlo, porque al traducirlo uno comprende de mejor manera el texto. Cuando terminé la traducción llamé al autor, Helminski, le dije que había traducido su libro y viajé a Estados Unidos para conocerlo; trabajé con él durante varios años. Él me presentó al que hasta hoy día es mi guía y amigo, Refik Algán: un tipo notable, un médico turco. Es el guía de nuestro grupo de practicantes chilenos, con los que nos juntamos a conversar, meditar y leer las escrituras. Así fue como me fui involucrando con el sufismo. Y puedo asegurar que con el paso de los años mi vida ha ido mejorando maravillosamente".

"Estamos aquí para aprender. La vida es como una universidad donde aprendemos, crecemos, maduramos. Pero, además, también podemos llegar a un grado de conciencia mayor, absoluto si uno se esfuerza. Llegar a un nivel en que te das cuenta de quién eres".

EL SUFISMO

"Una de las máximas del sufismo es que debemos vivir insertos en el mundo. Yo, de aquí me voy a mi pega. Y tengo familia, esposa, hijos, nietos. Tener una familia ayuda a madurar; y la maduración de una persona pasa por el adecuado desarrollo de sus capacidades.

El sufismo no es una religión, está en un plano diferente. Es una búsqueda espiritual para unirse con la verdad. Esa búsqueda tiene su origen en un profeta: Muhammad. Y, como toda enseñanza de un profeta, hay un lado esotérico y otro exotérico. La que nosotros comúnmente conocemos es el lado exotérico, que es la religión. Pero el lado esotérico, que es la búsqueda interior sin las convenciones y condicionamientos exteriores, es un asunto mucho menos masivo. Para hacer una búsqueda espiritual cualquiera que esta sea, necesitas una necesidad interna muy fuerte, porque es un compromiso de vida que haces contigo mismo. Nadie logra un avance espiritual en poco tiempo. Solo da fruto con un trabajo muy a largo plazo. Se requiere de equilibrio emocional, altos niveles energéticos, desde los más básicos: alimentación, sexo, ejercicios físicos; hasta los más elevados: el Cielo. Es decir, de la Tierra al Cielo. Y esta elevación de los niveles de energía tiene que ir acompañada por un proceso de maduración, un proceso que implique una formación correcta en lo intelectual (lecturas, prácticas, meditación) pero respetando los ritmos y tiempos que cada persona necesite para ir comprendiendo lo que está viviendo. Si una persona que nunca ha subido un cerro, de la noche a la mañana sube una montaña de 5 mil metros de altura, se puede reventar. Lo mismo sucede con una persona a la que haces experimentar temas espirituales, emocionales e intelectuales complejos; la puedes llevar a la angustia, a la desesperación; es decir, también reventar. Todos los procesos espirituales tienen que ir acompañados de un buen guía, de un proceso que sea adecuado a sus propios avances y niveles de entendimientos. Es como las paltas: no se logra una buena maduración de su fruto si se corta de la rama antes de tiempo, y la envuelves en un papel de diario para apurar su maduración. La maduración correcta es en el tiempo correcto y en su hábitat correcto.

Hay 3 niveles de conocimiento en el sufismo: aprender a través del oído, la vista y a través de 'convertirse en'. Es decir, puedo saber de fútbol por lo que me cuenta un amigo; puedo saber de fútbol porque voy al estadio; y también puedo saber de fútbol porque juego fútbol. El sufismo busca lo último, busca 'convertirse en'. Y uno se va convirtiendo en sufi por medio de la práctica, la meditación, y de un maestro. Hay 4 puertas virtuales en el sufismo: Shariat: la ley, por ejemplo los 10 mandamientos; Tarikat: entrar a una escuela o un guía que te ayude; Marifat: milagros que ocurren durante el camino-proceso, de lo cual hay que salir lo más rápido posible para no caer en la embriaguez; Hakikat: encontrar la verdad. El conocimiento espiritual no está en el plano intelectual. El intelecto tiene que jugar el rol que tiene que jugar: guiarnos para caminar, subir las escaleras, manejar, subir a la micro, indicarnos cómo ganarnos la vida. El intelecto tiene un lugar muy importante en nuestras vidas, pero en el plano espiritual no sirve, más bien funciona como un grillete para el crecimiento interno. Pero de todas maneras sigue siendo muy útil para tu vida diaria. Apagar el intelecto es imposible, lo que sí puedes hacer es domarlo por medio de ejercicios, meditación".

MUNDO VELADO

"Nosotros estamos velados al mundo, no lo vemos de manera objetiva. Lo vemos desde nuestros propios filtros: hormonales, neuronales, genéticos, condicionamientos culturales; desde nuestro Yo. Pero si logras activar estos centros que están dormidos, vas a ver el mundo de manera objetiva. Vas a ver a las demás personas con sus reales motivaciones, y no desde tus prejuicios. Pero si no existieran los velos en los seres humanos, todos seríamos Dios. Y si todos fuéramos Dios, no tendría sentido estar en este espacio y tiempo; porque llegamos a la vida a cumplir nuestro rol, cualquiera que este sea, y asumiendo cualquier cambio que ese rol implique desempeñar. Todos debemos asumir el rol que nos corresponde en esta gran obra de teatro que es la vida: dictadores, asesinos, ladrones, todos, todos tienen un rol que cumplir. Yunus Emre en un poema muy bonito dice: en este mundo de pluralidad, tú eres José y yo soy Jacob. Pero en un mundo de unidad no existe un José y un Jacob. Todo es uno. Es decir, para que la amada y el amado se encuentren en el monte, tiene que haber algo o alguien que lleve la carpa, el picnic, las estacas, la música, etc. Tiene que existir todo lo que hace posible, y rodea, que este encuentro sea posible. Pero también el amado y su amada son, al final, uno solo. Todo es Dios".

CORAZÓN COMPASIVO

"En el sufismo se le llama corazón al subconsciente, a la mente que ama. Y nuestra labor es pulir ese corazón. Limpiar la herrumbre del ego. Herrumbre que viene de nuestros velos, de nuestros condicionamientos, de nuestras familias, de nuestra cultura. Pulirlo para que ese espejo, que es el corazón, pueda reflejar de mejor manera los atributos que Dios ha puesto en cada uno de nosotros. Si tú pules tu mente, tu corazón, estás permitiendo que se manifiesten esos atributos sin ser entorpecidos por tu ego. Si tú tienes que cortarle la cabeza a alguien, tienes que hacerlo desde tu interior, no desde tu ira. Como lo dice la historia de Alí, primo y discípulo de Muhammad, y gran guerrero. Durante una soterrada batalla de guerra, Alí tiene en el suelo a uno de sus enemigos y, cuando se dispone a cortarle la cabeza con su espada, el hombre que estaba en el suelo lo escupe. En ese momento Alí baja su espada y se retira. El hombre que estaba en el suelo lo queda mirando y le pregunta 'Por qué no me has matado'. Alí lo mira y le dice: 'yo no te voy a matar desde mi ira'. En ese acto estaba puliendo su corazón. Como dice Rumi, el amor es la escalera al cielo, algo que va apareciendo en la medida en que te vas acercando. Y vas entendiendo los grandes atributos que Dios ha puesto en ti: misericordia, compasión, entrega, generosidad.

El amor es un efecto de este camino, y tú lo comienzas a aplicar de manera natural en tu vida diaria. Cuando tratas con la gente, animalitos o cuando tienes que tomar una decisión, aplicas el amor, el amor natural, no el amor beato, sino el amor equilibrado, el amor invisible. El buscar el equilibrio es fundamental. Muhammad hablaba siempre del balance, del equilibrio de los atributos. La compasión significa vivir la 'compasión con'. Si alguien sufre, soy yo también quien sufre con él. Rumi dice: 'Dios es un pintor perfecto'. Tiene que pintar tanto lo hermoso como lo feo; sino no sería un pintor perfecto; le faltaría un ala para volar. Dios es misericordia y también ira. Él es el vengador y el que da la muerte; él es quien da la vida y el que perdona. Cuando logras salir de tu ego puedes ver el mundo desde un todo".

EL SUFISMO EN MÍ

"El sufismo me ha ayudado enormemente. Primero, a ir cumpliendo mi anhelo, que es alcanzar la verdad. Segundo, a través del trabajo de maduración, que no es otra cosa que ir alcanzando un mayor grado de conocimiento de uno y los demás, me ha permitido ir transitando el camino del sufi, convirtiéndome en una mejor persona. Ahora estoy mejor capacitado para saber recibir y nivelar las dificultades que nos suceden todo el tiempo en la vida; manejar los impulsos; ayudar a los demás para que puedan vivir lo mismo; generar paz en mi entorno, viviendo una vida completamente normal: llevando a los niños a jugar fútbol, al colegio, yendo a la playa con la familia, saliendo con mi mujer. Y, en la medida en que he ido controlando y entendiendo mis propios ritmos internos, he hecho más felices a quienes me rodean. Con mi práctica he podido ser menos egoísta. He podido mirar al mundo de manera distinta. Trato de ayudar a otras personas. Trato de sentir amor por los demás, pero no de manera inmadura. Recuerdo lo que dice Refik cuando se le pregunta qué es lo que diferencia a un maduro de un inmaduro: 'Hay un sufi que siente gran amor, que está en estado de ebriedad. Y cada vez que sale abraza a las personas y les dice te amo. Y un día se encuentra con un molino y le dice: te amo molino, pero cuando lo abraza el molino lo tira lejos. Al día siguiente, sale de su casa con más calma, y cuando llega al molino lo queda mirando y le dice: a ti te saludo con amor, pero con respeto, desde lejos'.

"El intelecto en el plano espiritual no sirve, más bien funciona como un grillete para el crecimiento interno. Pero de todas maneras sigue siendo muy útil para la vida diaria. Apagar el intelecto es imposible, lo que sí se puede hacer es domarlo por medio de ejercicios y meditación".

Con el paso de los años he descubierto que la vida tiene un sentido, esto no termina aquí. Todos estamos aquí, con mayor o menor grado de conciencia, para aprender. La vida es como una universidad donde aprendemos, crecemos, maduramos. Pero, además, también podemos llegar a un grado de conciencia mayor, absoluto, si uno se esfuerza. Llegar a un nivel en que te das cuenta de quién eres. Todos nos preguntamos alguna vez ¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy? Pues bien, con un trabajo espiritual puedes llegar a responderte esas preguntas, y vivir espacios de grandes alegrías. Y puedes pasar de vivir con temor a la muerte, a vivir sin ningún temor a la muerte. El ser humano, por los velos existentes, se olvida automáticamente de la muerte, y le teme. Tiene miedo a regresar a la nada o al todo o al origen o como lo quieras llamar. Entonces, poder perder ese temor ya es un regalo infinito. Y, si puedes avanzar más, y llegar a conocer quién eres realmente, podrás llegar a conocer a tu Señor. Y yo, tengo la esperanza de poder alcanzar ese nivel de iluminación".

*Visita de un maestro sufi

Refik Algan, el maestro sufi de Gastón Fontaine, está en Chile y dará dos charlas, el 31 de marzo en Valparaíso, y el 1 de abril en Santiago, tituladas El puente hacia la verdadera felicidad: la diferencia entre tener y ser. Más información en laoreja.com

Más sobre:SufiGastón FontaineEl sufismo

¡Oferta especial vacaciones de invierno! ❄️

Plan digital $990/mes por 5 meses SUSCRÍBETE

Servicios