Kast y la religión

SEÑOR DIRECTOR:
En su columna, Benjamín Salas sostiene que un gobierno de Kast tensionaría la separación de Iglesia y Estado. Pero su preocupación es curiosa considerando que hace un par de días el Presidente Boric leyó la Exhortación Apostólica Dilexi te de S.S. León XIV a los empresarios reunidos en Enade (personalmente recomiendo leerla no sólo a los empresarios). Podrá tacharse de inoportuno o impropio del cargo, pero en ningún caso se viola el principio del Estado laico cuando un Presidente expresa convicciones religiosas como parte de su retórica pública o inspiración en la acción de su gobierno.
Precisamente porque existe libertad para expresar privada y públicamente las creencias religiosas, se exige tolerancia y respeto como parte del pluralismo. El Estado no puede imponer ninguna fe específica, pero tampoco eliminar la religiosidad o inmiscuirse en la autonomía de las iglesias. Y cuando una autoridad se inspira en la fe para sus votaciones o decisiones, actúa en el marco de la representación democrática: fue electo con esas convicciones y es valioso que las transparente, sea que se compartan o no.
Por último, los ejemplos que cita el columnista -divorcio, anticonceptivos, identidad de género, etc.- pueden analizarse caso a caso. Puntualmente la ley de identidad de género -legado de Piñera- ha tenido una nefasta implementación: a través del programa PAIG actualmente se aplican tratamientos hormonales de cambio de sexo a menores de edad, sin evidencia científica, lo que ciertamente viola los derechos de la infancia y de cualquier paciente. Uno esperaría que todos los candidatos -y no solo Kast- se comprometieran a revertir esa política pública; con o sin motivación religiosa.
Ruggero Cozzi
Abogado
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