Culto

Crítica de discos: The Doors y The Black Keys brillan; Jonas Brothers palidece

En las novedades discográficas de esta semana, The Black Keys recuperan el filo extraviado hace un tiempo, mientras que un trabajo que desempolva a The Doors explica por qué son una expresión inmortal del rock. Jonas Brothers, en contraparte, resulta inocuo y no logra convencer.

Crítica de discos: The Doors y The Black Keys brillan; Jonas Brothers palidece

*The Black Keys - No rain, no flowers

Enfrentados a las bajas ventas del tour 2024, que obligó a reprogramar en recintos de menor aforo aplicando el eufemismo de citas más “íntimas”, crisis rematada en el despido de un par de managers a cargo del dúo desde 2021, The Black Keys no se retiró a lamer heridas sino que iniciaron inmediatamente este decimotercer título, acentuado con algunas variables.

Tal como en Ohio players (2024), el dúo del guitarrista y cantante Dan Auerbach y el batero Patrick Carney, reclutó a compositores externos, uno de ellos asignado además a labores de producción. Los nuevos aires benefician notoriamente el material de No rain, no flowers, con títulos más directos y resueltos en torno al pop rock mediante un armazón contundente, fresco y fluido.

Las intenciones de despachar piezas de alta factura triunfan en The night before -un corte sencillo y redondo-, y perfeccionan la química entre soul de ojos azules y rock clásico, como ocurre en A little too high. Man on a mission sintetiza cómo Carney consiguió, después de décadas, un pulso más natural y cadencioso, en tanto Auerbach impone un riff inspirado y ácido. Las capas corales en los estribillos, con enlace a los musicales de fines de los 60 embebidos de la cultura hippie, mantienen esa indefinición en el timbre vocal, a estas alturas una extraña rúbrica en The Black Keys.

*Jonas Brothers - Greetings from your hometown (deluxe edition)

A 19 años del debut discográfico, los Jonas Brothers se resisten a la caducidad con nuevos proyectos incluyendo un regreso al canal Disney mediante un próximo film navideño, y este séptimo álbum nostálgico de la infancia y el entorno familiar en Wyckoff, Nueva Jersey, acompañado de una gira conmemorativa por el par de décadas de trayectoria.

A pesar de la propuesta pop barquillo que caracteriza al trío sin éxitos memorables para el fenómeno que despertaron en los 2000 -S.O.S. es lo único parecido a un hit planetario-, la sobrevivencia se entiende en tanto supieron cuándo detenerse y retomar tras una generosa pausa donde ninguno despuntó como solista, la presencia en formatos televisivos probados, y la paternidad de cinco niñas entre los hermanos treintañeros, como señal de estabilidad.

Este entorno tradicional traspasa la música atenta a las últimas novedades del pop rock estadounidense, la cita a infalibles como Bee Gees en No time to talk, que interpola al clásico Stayin’ alive eludiendo el sampleo directo, y el formato canción de estadio según Coldplay, patente en Mirror in the sky, entre otras. Greetings from your hometown es tan consistente como inocuo. Pasa como el agua sin saciar sed alguna. Las canciones funcionan a la manera de postales generadas por inteligencia artificial, tan nítidas como carentes de naturalidad.

*The Doors - Strange days 1967: a work in progress

El 25 de septiembre de 1967, a nueve meses del primer álbum, The Doors publicó Strange days, promocionado por el single homónimo -una oscura pieza psicodélica-, y la explosiva Love me two times. La banda californiana utilizó la mejor tecnología del momento con ocho pistas, a diferencia de las cuatro del debut, emulando el uso instrumental que Los Beatles le habían dado al estudio en Sgt. Pepper’s lonely hearts club band (1967).

En reemplazo del bajista Larry Knetchel, miembro del reputado grupo de sesionistas The Wrecking Crew, partícipe del primer álbum, fue reclutado Douglas Lubahn. El músico tocó en siete de los diez temas y, a través de Knechtel, la banda le ofreció un puesto como miembro estable, opción que desechó.

Este registro descubierto hace poco, ofrece mezclas alternativas y tempranas de las sesiones, antes de los overdubs y efectos generales. El ejercicio comparativo hace palidecer a la publicación original. La mezcla del trabajo en desarrollo rehuye las notorias separaciones por canales, típicas de la experimentación y el desarrollo del estéreo en los 60. The Doors, una de las escasas bandas de aquel tiempo que replicaba exactamente en directo su sonido en estudio, resuena original bajo el magnetismo inimitable de Jim Morrison, que a los 23 años ya escribía e interpretaba como un veterano que cargaba con muchas vidas.

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