Culto

Reseña de libros: de Michael Herr a Gabriela Mistral

Despachos de Guerra, la soberbia y estremecedora novela sobre Vietnam que inspiró a Coppola y Kubrick; Un volumen de ensayos y artículos de la centenaria poeta uruguaya, y la reedición de una antología de Gabriela Mistral preparada por ella misma, en las lecturas de la semana.

Despachos de Guerra, de Michael Herr (Anagrama)

Antes de subir al helicóptero, un sargento trató de disuadirlo. Michael Herr aún era demasiado nuevo en Vietnam, le dijo, para ver “la clase de mierda” que estaban lanzando sobre las colinas. “¿Eres corresponsal?”, le preguntó. “No, yo soy escritor”, dijo, ingenuo y presumido. El sargento se echó a reír: “Cuidado. En el sitio al que quieres ir no podrás utilizar ningún borrador”. Junto al helicóptero había filas de soldados americanos muertos. “Si quieres ir, vete. Lo único que puedo decir es que espero que tengas una herida limpia”. En 1967 Michael Herr llegó a Vietnam como corresponsal de la revista Esquire. Habló con los soldados, fue a zonas de combate y respiró el aire insoportable del infierno. Volvió dos años después, y en 1977 publicó esta novela de no ficción, el mejor relato bélico desde la Ilíada, según John le Carre.

“Tuvimos una crisis nerviosa inmensa y colectiva, era la presión y el agobio del combate intenso que iba subiendo hasta que pudo saborearla todo americano que estaba en Vietnam. Vietnam era una habitación oscura llena de mortíferos objetos, el Vietcong estaba en todas partes a la vez, como un cáncer araña, y en vez de perder la guerra en trocitos a lo largo de los años, la perdimos de prisa y en menos de una semana”, escribe en esta novela real que fue inspiración para Apocalipsis ahora de Francis Ford Coppola y Nacido para matar de Stanley Kubrick: una novela estremecedora y soberbia que recrea el horror sicológico de la guerra y donde se mezclan, como en una pesadilla, violencia, marihuana, rock and roll, napalm, alucinaciones y fantasmas.

La ley de Heisenberg, de Ida Vitale (Ampersand)

Ida Vitale, la poeta uruguaya que ganó el Premio Cervantes a los 95 años, dice que hay poetas deliberados y poetas fatales: aquellos que se proponen ser poetas y otros que no pueden sino serlos. Del mismo modo, dice, hay lectores deliberados y lectores fatales. Al lector deliberado lo forma la educación y a menudo se deja llevar por lo impuesto, por la moda o el diseño de una portada. El segundo “va por las antologías, por ciertos libros sustanciosos, por sus citas poéticas, por el cúmulo de las librerías, por todos los lugares, en fin, que su imaginación le provee. El lector fatal comienza muy joven y nada lo aparta luego”, dice. Desde luego ella, que celebró sus 11 años abrazada a los libros de Julio Verne y el primer poema que memorizó fue de Gabriela Mistral, se cuenta entre los segundos.

A inicios de los 90 descubrió los libritos de César Aira. La edición reunía El vestido rosa y Las ovejas. “Solemos pretender que una novela sea más larga que un cuento. Aquí sucede al revés y la astuta editora no deja de señalarlo. Atisbo unas ovejas parlantes, una sequía. Aunque a veces me retracte, desde mi Esopo infantil detesto los libros en que los animales hablan. Pero el comienzo del cuento me hace caer en tentación. Me llevo, pues, El vestid rosa. Las ovejas van adjuntas. No me arrepentiré de nada”, escribe en uno de los ensayos que integran este volumen que configura una suerte de mapa de lecturas y autobiografía literaria, donde aparecen Alfonsina Storni, Neruda y Nicanor Parra junto a Onetti, Vallejo y Macedonio Fernández.

Pequeña antología personal, de Gabriela Mistral (UDP)

En julio de 1949 el director de la Escuela Nacional de Artes Gráficas le escribió a Gabriela Mistral, Premio Nobel de Literatura, con la intención de publicar una breve antología de su obra. La edición la realizarían los alumnos de la escuela y su objetivo era conseguir recursos para costear un viaje de estudios. Un año después, en agosto de 1950, el libro fue impreso por los estudiantes de la escuela, y en octubre salió a librerías. La selección de poemas fue hecha por la propia poeta: son 18 textos provenientes de sus libros Ternura, Desolación y Lagar. “Bendita mi lengua sea/ y mi pecho y mi respiro/ y benditas mis potencias/ para bendecir al hijo”, son los primeros versos del volumen, que también incorpora una selección de prosas y un anexo con un ensayo de Luis Oyarzún y el discurso de recepción del Premio Nobel. Ahora que se cumplen 80 años de la premiación, la investigadora Daniela Schütte anota en el prólogo: “No celebremos que a la poeta le dieron el Nobel. Celebremos ‘a la gran poeta’ leyéndola, pensándola, analizándola y conociéndola”.

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