Manifiesto de Pelayo Monroy, creador del Calugón Pelayo: "Todavía uso la paila con la que hicimos las primeras calugas"

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El Sagrado Corazón de Jesús me ha salvado montones de veces. He tenido varios accidentes. Cuando era chofer, me pasé un disco Pare y dejé a un taxista metido dentro de una farmacia. Pero no pasó ninguna cosa. El más grave fue cuando iba en una citroneta y un Chevette me dio vuelta. Me toqué las piernas, recé un Padrenuestro y me bajé del auto antes de que los vecinos salieran a mirar. Me preguntaban por la persona que iba en mi auto. "Se lo llevaron, se murió", les decía yo. Solo me quedó vidrio molido en el ombligo.

Siempre me encantaron los dulces. Soy de Nirivilo, cerca de San Carlos. Mi familia vivía de la agricultura, teníamos ovejas, vacas y chanchos. Como soy el mayor de los 12 hermanos, fui el primero en venirme a Santiago. Al principio me dolía mucho la cabeza, encontraba que todo era una locura. Un día vi un aviso donde buscaban a alguien para vender chocolates; me gustaban mucho, así que acepté, pero la gente prefería las calugas, que eran más baratas.

Todavía uso la paila con la que hicimos las primeras calugas. Las hicimos a martillazos con mi primer socio. Lo conocí el año 67, cuando aún era vendedor. Le dije: "Tú pones el conocimiento y yo las lucas". Desde la primera vez, supe que era buena receta. No nos fue bien y al año nos separamos. Yo seguí con mis hermanos. Me levantaba a las tres para preparar el fuego y en la tarde salía a repartir en bicicleta. De a poco llegaron clientes y empezamos a crecer.

El secreto del Calugón Pelayo es la nuez. En los 80, la caluguita chica bajó la venta. Entonces dije voy a hacer un calugón nuevo, más grande, con nueces, a ver qué pasa. Subimos el precio cinco veces, por decirle algo. Mucha gente me dijo "quién te va a comprar esa caluga tan cara", pero se vendió. El margen era bastante bueno y al callejero le dejaba plata. Todos querían vender calugas.

Los animales me siguen. Cuando chico me gustaba correr los caballos fuerte, al galope, y todo al pelo. El caballo es como el perro. Le das comida, le haces cariño y se entrega. En un momento alcancé a tener ocho perros y 18 gatos en el campo. Hasta los bueyes me buscaban.

Me gusta el orden. La situación del país es mala. Hay una falta de respeto, nadie respeta nada. Si yo voy a su casa y le agarro a patadas la puerta, ¿qué me hace usted? Esto va a seguir, porque los políticos no dan el ejemplo. Yo entiendo que mucha gente está mal, si yo soy jubilado. Tengo una pensión de 214 mil pesos.

Quebramos porque se hicieron malos negocios. Fue por ambicioso; uno por querer ganar más, se pega esas caídas. No tiene que ver con la venta de la marca en 2006, fueron otras malas decisiones. También se asoció nuestra quiebra con el estallido social, pero fue mucho antes. No le puedo echar la culpa a nadie. La plata va y viene. Aún tengo salud y fe en que vamos a recuperar lo que se perdió.

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