Casa Sagrada Familia
?Curar puede ser un intercambio de amor y no una transacción económica?, dijo un día Pach Adams. Y es justamente el sentirse apoyado y contenido durante una enfermedad como el cáncer el leitmotiv de esta fundación que acoge a los niños en tratamiento de quimioterapia del Hospital Luis Calvo Mackenna.


La arquitectura y el diseño son disciplinas que pueden vincularse a múltiples áreas de nuestra vida cotidiana, y una de las más importantes tiene que ver con la salud. Hace un año publicamos el Sanatorio Paimio, en Finlandia, diseñado en 1929 por Alvar Aalto para los enfermos de tuberculosis, donde el diseño del edificio, el mobiliario y hasta los colores de los muros del techo fueron pensados 100% en el bienestar de sus pacientes.
Porque un buen proyecto hospitalario no solo tiene que ver con que las instalaciones médicas tengan los equipos necesarios para los tratamientos; también debe centrarse en crear ambientes amigables y cálidos. Es sabido que en tratamientos complejos como la quimioterapia el estado de ánimo de los pacientes es crucial para su recuperación y para su sistema inmunológico. Y esto muy bien lo saben en la Casa Sagrada Familia, una fundación sin fines de lucro creada para “acoger a niños de provincia junto a sus madres durante el periodo que dure su tratamiento contra el cáncer en el Hospital Luis Calvo Mackenna. También recibimos a niños postrasplante de médula ósea de Santiago, que en sus casas no cuentan con las condiciones necesarias para el período posoperatorio”, explica Mónica Gana, directora ejecutiva de la fundación, agregando que allí se les otorga alojamiento, comida, compañía y asesoría en la enfermedad de manera gratuita. “Nuestro mayor desafío es intentar formar un hogar en que se sientan queridos, acompañados y contenidos en este momento que probablemente va a ser uno de los más difíciles de sus vidas, y la mayoría está lejos de sus familias y seres queridos”.
La iniciativa
Surge como una inquietud familiar de los fundadores por traspasar su experiencia personal a otros que estuvieran pasando por la misma situación. “Hace más de 30 años se enfermó de cáncer mi hermana y mi padres tuvieron que viajar con ella a Estados Unidos, ya que en Chile no tenía ninguna posibilidad de tratamiento, y ahí se mejoró. A los dos años le diagnosticaron leucemia a mi padre y tuvieron que volver a viajar fuera de Chile. Vivimos el susto a la enfermedad, a la muerte, y el vivir separados de manera indefinida”, explica Mónica. De esta forma, y como agradecimiento por la oportunidad de poder recibir un tratamiento, se propusieron hacer algo por las personas que en ese momento pasaban por lo mismo dentro de Chile. Así nace la fundación, que partió con dos casas y que ahora está instalada en un edificio de 4 pisos con 28 habitaciones gracias al trabajo y voluntad de todos quienes han colaborado para que esto sea posible.

El rol del diseño
El proyecto estuvo a cargo de la oficina ODA Arquitectos y Felipe Schmidt, quienes se encargaron de dar vida al edificio diseñado especialmente para estos niños y sus madres, y organizado según los estados de gravedad de cada paciente.
“El principal encargo consistió en reagrupar todas estas cosas que conformaban actualmente la fundación y que el edificio no perdiera el sentido de una ‘gran casa’. Tiene 28 habitaciones para cada hijo y su madre, agrupadas en diferentes niveles, según la gravedad de cada niño. Hay algunas que comparten baño y otras que tienen baño exclusivo”, explica Sergio Cereceda, arquitecto a cargo del proyecto. Además hubo que hacer más de una cocina y para niños que necesitan estar aislados por inmunodeficiencias, por lo que también fue necesario hacer circulación completamente privada. Existe también en el cuarto piso un sector para pacientes trasplantados de médula que tiene un sistema de climatización y presurización.

En el cáncer el estado de ánimo es fundamental, tanto del niño como el de sus familiares, y estar en un lugar acogedor, alegre y luminoso repercute positivamente en los niños. De esta forma es que la fundación invitó a voluntarios que quisieran colaborar en la creación de estos ambientes, contando con la participación del estudio de Orlando Gatica, entre otros que cooperaron de forma anónima. Se trata de ambientes luminoso,s con colores, juguetes y espacios pensados para la comodidad de los niños, utilizando siempre materiales y objetos que fueran fáciles de limpiar y adecuados a las indicaciones higiénicas para los niños.
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