El gesto de la espiral
Como el trazo de un pincel que dibuja la letra O, así de simple es la casa White O, la primera obra que el japonés Toyo Ito construye en América "y la más alejada también", nos cuenta. Emplazada en las lomas de Marbella -dentro del proyecto Ochoalcubo- con ella se da comienzo a la versión internacional de este emblemático desarrollo arquitectónico.
Una espiral es el concepto que hay detrás de esta casa. Una espiral que se desenvuelve sobre la loma en que esta situada en Marbella, aprovechando la pendiente y, gracias a ella, otorgando vistas a las canchas de golf tanto desde los dormitorios como desde los espacios públicos. Al recorrerla, uno siente esa fluidez y cómo los ambientes se desenvuelven unos tras otros de manera simple.
La luz es un claro protagonista en todo el recorrido, ya que está presente siempre en los muros de la casa, dibujando las paredes con sombras y curvas que varían según la hora, como si fueran un gran telón de proyecciones. Esta simpleza no pasa inadvertida e inmediatamente obliga a una asociación con la casa U, construida por Toyo Ito en 1976, en el centro de Tokio, para su hermana y sus sobrinas. Y es que en ambos casos, la necesidad de traer el paisaje al interior de la casa está presente, por eso se privilegió dejar los interiores cómodos y funcionales, pero sobre todo simples, para que el uso de la casa sea confortable.
:Un poco de historia
Para comprender bien cómo surge esta casa, hay que entender primero de qué se trata Ochoalcubo, y para hacer eso hay que hablar con Eduardo Godoy, su gestor y motor principal. Porque es a través de sus cuentos y miles de anécdotas que uno entiende la génesis de esta suerte de laboratorio de arquitectura que se inició con la elección de ocho arquitectos chilenos, quienes fueron los encargados de desarrollar una propuesta de casa, en un sitio especifíco en Marbella, con metros y valor previamente limitados. Las casas propuestas debían no sólo ser interesantes en sí mismas, sino además funcionar como un todo armónico, por lo cual todos los arquitectos pudieron opinar sobre los otros siete proyectos. Como dice Eduardo, “esto se transformó en un gran acto de humildad, ya que tuvieron que dejar los egos de lado y de alguna manera regresar al taller, a la escuela, con presentaciones, y estando dispuestos a recibir críticas y comentarios de sus pares”. Todos quedaron encantados y hablan de repetir la experiencia. Eduardo comenta que aún le piden que vuelva a coordinar las reuniones que durante un año tuvieron lugar en Interdesign y en las cuales se plasmaron las bases de lo que hoy es Ochoalcubo.
La experiencia con Toyo Ito fue similar. Tras recibir la invitación y decir “por qué no” se dió cuenta de la magnitud de lo que había aceptado, no porque la obra fuera enorme, sino porque estaría bajo la lupa de muchos, no sólo a nivel nacional, también internacional, ya que el hecho de que uno de los grandes de la arquitectura mundial aceptara una invitación de este tipo, no pasaría inadvertido, sobre todo considerando que es su primera obra en América. Por eso mismo, fue que Toyo Ito le pidió a su par nacional, Christian De Groote, con gran experiencia en elmanejo del hormigón y cuidado de los detalles, que fuese su traductor y ejecutor en suelo nacional. De Groote no sólo cumplió con lo propuesto, sino que interpretó necesidades que surgieron a medida que la casa se construía, como la adecuación del mobiliario en hormigón al borde de la piscina y la transformación del techo en un gran mirador. La suma fue una obra que se lee a través del paisaje y el respeto al medio ambiente, como casi todo lo que ha hecho Toyo Ito. La casa White O acoge entonces su entorno y se rodea de él, haciéndose parte del lugar en el cual fue proyectada de manera humana y acogedora, obligando a estemítico arquitecto a reflexionar una vez más, pero ahora desde Chile, sobre cómo la técnica y la naturaleza se fusionan.
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