Enseñar y aprender la artesanía
Semana del 17 al 23 de noviembre de 2012
Ese es el tema de un libro que comencé a producir semanas antes del terremoto de 2010 y que finalmente hace poco logré imprimir. Cuando recuerdo todo lo que implicó la realización de Artesanía Mapuche, para hacer y conocer, pasan por mi mente imágenes de muchas personas y diferentes estaciones del año. Entre medio murió mi abuela materna, a quien se lo dedico, y nació mi cuarto hijo. Es por eso que siento tanto apego a este primer tomo de una colección que invita a los niños a hacer artesanías típicas de los pueblos originarios de Chile.
Estos proyectos personales que toman tiempo y muchos meses de producción, investigación y edición, son solo posibles gracias a un gran equipo de profesionales, que colaboraron para que hoy muchos niños, padres y profesores puedan trabajar con ellos y aprender algo más sobre nuestro patrimonio. Están mi amiga artista que realizó las reproducciones de los objetos, la ilustradora de los paso a paso, el fotógrafo, las diseñadoras, la amiga periodista que leyó mis textos y muchas instituciones y museos -como el MAPA, el Andino y el Mapuche de Cañete- que me ayudaron con la obtención de imágenes de las piezas originales. Pero sin duda que aquí la inspiración y la gran ayuda vino de parte de los niños.
Así es, porque el texto es una especie de manual para que los pequeños puedan aprender a hacer piezas de artesanía. Y qué mejor que sean ellos quienes prueben la factibilidad de cada una. Fue gracias a mis pequeños alumnos y alumnas que pude probar los diez objetos a reproducir. En lo personal, fue uno de los procesos más entretenidos y enriquecedores. Por un lado, trabajé durante todo un año con niñas de un colegio de Santiago, a quienes espero haber logrado transmitir parte de mi propia fascinación por el tema. Supongo que alguna semilla sembré, ya que todavía recuerdo cómo entre ellas comentaban: "¡Qué lindo te quedó el trarilonco!", "¡qué entretenido es pintar el kollón!" o "tía, ¿me ayuda con el trarihue?".
Otra cosa grabada en mi memoria fue lo que sucedió con niños de Galvarino, una comuna de la IX Región con un alto porcentaje de población mapuche, donde además trabajamos artesanía rapanuí y aimara. Fue una experiencia maravillosa. Aún recuerdo, por ejemplo, a un abuelo que llegó a acompañar a su nieto a la actividad en una pequeña escuela rural y quien aseguró que no sabía hacer trenzas con lanas. No exagero cuando digo que al final de la clase me entregó la trenza más linda y perfecta que haya visto jamás. Tanto así que la tengo colgando de la lámpara de mi escritorio. Historias hay muchas. Y espero que pronto también pueda anunciar el lanzamiento de los libros de artesanía aimara y rapanuí, los que están a la espera de su impresión.
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