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¡Gua!

Creador de un estilo propio,  fusiona el colorismo de los textiles aimaras con las formas y motivos gráficos andinos. ¿El soporte? La arquitectura. De visita en Chile, conversamos con Freddy Mamani en el marco del Mes del Diseño organizado por el CNCA.

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“Ha sido una experiencia, no lo esperaba, era un lleno total, han quedado bastante impresionados, ha habido bastantes expectativas. La verdad, yo también quedé bastante impresionado, viajando a Valparaíso. Llegar de un lugar inhóspito, digamos desde mi niñez, pasar por las universidades de distintos países, se me hace personalmente cuesta arriba, pero voy aprendiendo también en ese aspecto”. Freddy Mamani se refiere a las charlas dadas la semana pasada en el marco del Mes del Diseño, en la Facultad de Arquitectura de la U. de Chile, y en el Parque Cultural de Valparaíso, pero también habla de su vida. Lo mezcla todo cuando habla, temas, tiempo, como si su cabeza, bendita, escapara al formato del tiempo lineal.

Su visita fue un éxito que se entiende en su proyecto y en Mamani mismo. Un estilo nada ortodoxo, fuera de los cánones mandantes de la lógica y correcta arquitectura de raíz occidental-europea. Un creador también poco ortodoxo, con inicios de albañil y estudios posteriores de ingeniería, construcción y arquitectura, combinación que da alergia a más de un purista, pero que más allá de gustos y preferencias, tiene la gracia de ser muy honesta, vernácula, de levantar los valores de una etnia y elevarlos 6 pisos sobre el suelo, con sus colores poderosos, el lenguaje propio del grupo humano que los habita al que le es afín.

“Cholets”, se les ha llamado despectivamente, como la suma de ‘cholos + chalets’, porque los moradores son todos aimaras como Mamani, venidos del campo, que han hecho fortuna en la ciudad, El Alto más precisamente, donde este constructor boliviano ha tapizado de colores la urbe con más de 50 edificaciones.

¿Cómo se llama tu arquitectura, porque todos le dan distintos nombres: andina, neoandina, barroco andino? Yo la he definido como la arquitectura andina, porque tengo una idea más amplia para el futuro, no pienso solo para el instante, el momento, porque rescata una identidad de nuestras culturas. Recupera la identidad de una arquitectura milenaria que viene desde los aztecas de México, pasa por Ecuador, Bolivia y Chile, incluso parte de la Argentina, toda la parte andina. Representa no solo a Bolivia, a Latinoamérica. Lo digo porque periodistas famosos del mundo que han trabajado con arquitectos famosos del mundo me han dicho que es una arquitectura que representa a Latinoamérica. En Buenos Aires, en el seminario, lloraron los hermanos argentinos, me dijeron: esto nos representa a nosotros, porque no tenemos una arquitectura que nos represente en nuestras raíces.

¿Y qué elementos de estas raíces son los que rescatas? Elementos geométricos de Tiwanaku, la cruz andina, la chakana, las 4 estrellas, complementa el chacha warmi (hombre-mujer), la realidad siempre es par, todo en la naturaleza, día-noche, tierra-agua, etc., para mantener el equilibrio. Es por eso que yo, aparte de las iconografías andinas a la par, lo he fusionado con los colores. Recupero los textiles de la parte andina y amazónica, es una policromía de colores que se han utilizado en nuestros tejidos. Los motivos en zigzag, formas geométricas con bastante degradé en estructura, incluso en pintura, son elementos fusionados de Tiwanaku y los textiles. Si hablamos de un aguayo -mi mamá es de polleras, siempre la he visto cargar a mis hermanos menores en el aguayo, actualmente hasta mi esposa-, siempre existe un color sobresaliente, la pampa le llamamos; puede ser verde, azul, morado, rojo, que sé yo, y en base a esos colores voy degradando esa policromía, que son acordes a la pampa.

La aldea vertical

Todo un mundo se articula en los edificios de Mamani, viviendas, comercio, deportes, y coronando, la casa, el chalet del dueño. Como si fuese un minipoblado, pero en medio de la ciudad moderna. Su colorido potente, sus combinaciones, a momentos parecen orientales, pero es la fuerza andina la que se plasma en curvas y columnas.

¿Cómo es la casa aimara, el concepto de casa, tú hablas de una casa viva? El concepto de la casa aimara rescata su identidad a través de su arquitectura hoy. En el pasado hubo una arquitectura milenaria que ha estado dormida a la cabecera de una ciudad. Que en el momento se ha podido recuperar. En la cultura aimara decimos que todo tiene vida, respeta y convive con la naturaleza. Hasta el momento incluso mi Presidente va haciendo sus rituales, pidiendo permiso a la Pachamama por el bienestar de la ciudadanía, seguimos manteniendo los ritos, esas costumbres ancestrales. Como todo tiene vida, hacemos que las edificaciones también lo tengan, tiene que generar dinero, eso significa que el  usuario pueda vivir del aporte o el sacrificio que ha invertido en sus edificaciones, tiene que retribuir. Por eso hacemos generalmente en la planta baja las galerías comerciales.

¿Y los otros pisos? En el segundo y tercer nivel están los salones de eventos sociales o para acontecimientos culturales. En el cuarto, quinto, o sexto nivel vienen los apartamentos, bien para alquilar a otros usuarios o bien para sus propios hijos en el futuro. Paralelamente, si el área de construcción es alta, hacemos una cancha de futsal, gimnasios o restaurantes, diferentes actividades que generen economía.

¿Futsal? ¿Fútbol? Sí, y por último está el chalet, mal llamados “cholet”. Nosotros venimos del campo a la ciudad, siempre hemos convivido con la naturaleza, entonces tenemos un área, nuestro solario, por el tema frío, seco, un área que se climatiza en la altura, y tenemos nuestros plantines, en la terraza nuestro parrillero, churrasquería. También algunas piscinas arriba.

Algunos tienen ascensor.

De EE.UU. a Tiwanaku

Mamani construye sus edificios de 5 a 6 pisos en unos 3 a 4 años. Utiliza concreto, “paramentos de ladrillo, revoques de yeso, es más rústico, más manual, artesanal, las obras”, y en interiores “muebles, vitrales, lámparas iluminación, generalmente importados”, cuenta.

Es su mirada particular la que lo lleva a viajar por el mundo y a realizar obras en todo Boliva. En Copacabana le han pedido un hotel, dice; en México, otros trabajos, así como en Perú e incluso en Iquique. Sus charlas se extienden en los próximos días a  Estados Unidos también. “He sido seleccionado de Bolivia para participar en un curso de emprendedurismo de nuevos talentos de Sudamérica. Voy a cinco estados: Las Vegas, San Francisco, Washington y otros dos más, a dar charlas, conferencias y también convivir con la gente de allá, la vivencia, su arquitectura”. Fuera de eso,  los próximos proyectos  incluyen parte del museo de Evo Morales y nos cuenta como primicia que recibió un llamado del Ministerio de Cultura de su país.

¿Qué proyectos tienes en lo inmediato? Estamos realizando una pequeña área del museo de Evo Morales en Orinoca, ha quedado espectacular ese sector, ya es un pequeño Tiwanaku. Aparte de eso, estoy yendo a hacer un pequeño hotelito en Tiwanaku, con un exdocente de mi universidad, eso para después de EE.UU.

Además justo me llegó esta tarde por mi correo que del Ministerio de Cultura de Bolivia me están buscando urgente  para restaurar Tiwanaku supuestamente, porque están viniendo unos arqueólogos franceses para restaurar. De a poco creo se van a dar obras más representativas, porque hasta ahora me había tocado trabajar con proyectos privados”.

Así, modesto y con la naturalidad y simpleza con que explica todo su trabajo, Mamani menciona a la pasada la restauración de Tiwanaku, uno de los centros más importantes de su país, rico en esas raíces arquitectónicas que tanto busca rescatar.

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