La zoología cultural de Patricia Domínguez
La ilustración científica, la pintura, el video, la fotografía y la instalación. La fascinación por las ciencias naturales, la antropología y las prácticas animistas han llevado a la artista chilena Patricia Domínguez a experimentar con cada una de esas disciplinas, donde cuestiona la relación de las culturas contemporáneas con la naturaleza y las distintas especies que la constituyen. Aquí, próxima a exponer en la bienal del Bronx Museum de Nueva York, cuenta cómo lo natural y cultural se ha transformado en el lenguaje base de su obra.
“Eres un princeso”. Así se titula uno de los últimos trabajos de Patricia Domínguez (31, Universidad Católica): una videoinstalación de cuatro canales que capturan el trote de caballos de paso fino colombianos -comúnmente asociados al mundo de la mafia- a cargo de jóvenes de 14 y 15 años, delegados por sus dueños. La obra, que le valió varios reconocimientos -entre ellos el Premio Norberto Griffa a la Creación Audiovisual Latinoamericana, otorgado en la Bienal de la Imagen en Movimiento (BIM) de Buenos Aires, y el Media Art Ecology Prize de la Fundación Telefónica de Venezuela-, la realizó durante una residencia artística en Bogotá, donde por un mes asistió diariamente al establo Santa Leticia, con la intención de registrar la relación entre los caballos y sus patrones. “Cuando los españoles introdujeron estos animales a América por el Caribe, los indígenas los vieron como un solo ser y los consideraron como una divinidad. Este trabajo propone la creación de una figura ficticia entre animal, humano y vegetal, basado en la imagen panamericana de la figura del español y su caballo”, explica.
Tal como en ese trabajo, las relaciones que se establecen entre especies y especialmente las existentes entre ellas y las culturas contemporáneas, ocupan el grueso de la obra de Domínguez. Su interés, explica, comenzó cuando se formó como ilustradora científica y botánica en el Botanical Garden y en el American Museum of Natural History de Nueva York. Fue ahí cuando se dio cuenta de que lo que más le interesaba no era la dimensión biológica de los seres vivos, sino las relaciones que se establecían entre ellos. “Es por eso que mi investigación ha ido profundizando el estudio de las culturas contemporáneas con el concepto de lo natural, ahondando desde cuestiones biológicas y morfológicas hasta los procesos de creación y producción de figuras, objetos y mitos en relación a la naturaleza. Mi interés está enfocado en las imágenes, subjetividades, cuestiones etnográficas, antropológicas y sociales que estas relaciones entre especies encarnan, y que abren preguntas sobre cómo nos definimos unos a otros y sobre las complejas relaciones entre amor, emoción y obligación que establecemos”, cuenta.
Tu trabajo abarca desde la ilustración y pintura, hasta el video, la fotografía y la instalación, ¿cómo explicarías tu investigación visual aun trabajando disciplinas disímiles?
Me gusta pensar en lo que hago como una botánica o zoología cultural. Al despegarme del lenguaje lineal de las ciencias naturales, me di la libertad para trabajar con la ficción, para trabajar desde el lenguaje del arte. Podría decir que el Jardín Botánico me dio rigor, me enseñó a observar, y el Hunter College me enseñó a jugar, a aprovechar el arte como una plataforma de libertad y de audacia. Sigo desarrollándome paralelamente como ilustradora botánica y de ciencias naturales a través de libros y publicaciones de museos. Creo que es una herramienta muy especial para aprender sobre el mundo. Cuando uno dibuja una planta o el ojo de un animal, ya no se olvida, porque implica una observación detallada, recolectar datos, salir a terreno, mirar, tocar, oler. Por otro lado, mi práctica de video es paralela al desarrollo de mi obra desde los primeros años en la universidad. El cambio a la instalación se dio por una búsqueda experimental de encontrar nuevos materiales y lenguajes para profundizar en las formas de plantear las preguntas que me interesan.
Lo natural y cultural se ha transformado en el lenguaje base de tu obra, ¿qué tan difícil dirías que es poder definir y diferenciar ambos conceptos? Durante los últimos años me he visto forzada a revisar mi concepto de lo que llamamos naturaleza, debido a la experimentación de catástrofes naturales, industriales y personales, que han alterado por completo mis ideas respecto a lo natural. Muchas de mis ideas sobre lo natural no eran mías, sino que las adquirí culturalmente. Ya no concibo la ‘naturaleza’ como un paisaje, sino que es una experiencia de ser. Lo natural es plural. Lo natural es una maraña de historias individuales y pluralidades de mundos que vienen a coincidir en el mismo tiempo y espacio, cohabitando y dándose forma a través de continuos enredos y reorganizaciones de energía. Mi posición no es desde un movimiento verde con tintes nostálgicos ni desde la creencia de una armonía planetaria, sino a partir de la experiencia específica de convivir en este planeta en la forma de un ser humano junto a miles de otras especies.
Estás próxima a exponer "Eres un princeso" en la bienal del Bronx Museum de Nueva York. ¿Cómo fue convivir diariamente con los quehaceres de un establo, y qué rescatarías de esa experiencia? Creo que esta obra accede a temas cargados por la historia y el dolor, desde la particularidad de un establo: tres trabajadores con quince caballos, un entrenador y la dueña de un establo que está ahí continuando con el sueño truncado de su hijo, antes propietario del recinto, asesinado hace pocos años. Durante cuatro semanas visité a diario las pesebreras y mi entendimiento de la estética, culto y tradición de estos caballos cambió radicalmente. En el entrenamiento colombiano, cada uno de estos caballos desarrolla naturalmente un tipo de paso. Estos pasos rastrean linajes de entrenamiento que a través de los años han construido un sonido cultural. Los caballos son dispuestos sobre una plataforma de madera con micrófonos, para que escuchen sus propios trotes. Así fortifican su personalidad y su aire, y eligen qué paso van a desarrollar durante sus vidas mediante un pequeño acto de preferencia y resistencia.
Ganaste la convocatoria para la residencia del centro creativo Matadero Madrid, donde nuevamente tomas como eje la figura del caballo, pero esta vez en torno a la historia de moldeamiento cultural entre España y Chile. ¿Qué relación haces entre los españoles que domaron sus caballos y, a su vez, conquistaron las culturas de Latinoamérica? Estoy elaborando un video donde trabajo con caballos andaluces y pura raza españoles. Se trata de animales domados y entrenados para bailar flamenco y realizar doma vaquera, doma clásica y trabajos a la mano, disciplinas en las que se realizan piruetas y movimientos que no le son naturales al caballo: solo aprende a realizarlos mediante un entrenamiento repetitivo. Estos movimientos los utilizaré como metáfora del moldeamiento de lo vivo, lo salvaje, lo animal que ocurrió con la llegada de los españoles a Latinoamérica. Al igual que los españoles doman y entrenan sus caballos, los colonizadores moldearon el cuerpo de Latinoamérica. Hablo de las culturas indígenas, recursos naturales, paisajes, animales y minerales, al imponer sus comportamientos. Creo que como sociedad seguimos moldeando lo vivo, utilizándolo para nuestro entretenimiento, para que nos dé status, alimentarnos y vestirnos. Me encuentro pensando diariamente en el cómo se llevan a cabo esos moldeamientos y cómo podemos coexistir unos con otros otorgando espacios para las libertades personales.
Una de las últimas etapas de este proyecto será expuesta en el Centro Cultural España y propone la creación de una figura ficticia llamada "El Pegazo", que persigue reflexionar a través de un video la actual relación entre humanos y caballos en Chile. ¿Podrías explicar en qué consistirá?
El nombre es un juego de palabras entre el animal mitológico 'pegaso' y la palabra 'puñetazo'. Esta figura intentará reflexionar y sensibilizar sobre la relación actual de humanos y caballos en Chile. La idea es producir el video con un caballo del establo "Palmas de Peñaflor", en Curicó, donde entrenan caballos chilenos para bailar cueca y hacer piruetas para las celebraciones del 18 de septiembre. Para el video, el caballo 'bailará' una coreografía diseñada en tres partes, basada en los movimientos de los caballos realizados en la extracción rural de la tierra, protestas con carabineros montados en caballos y comportamiento de caballos salvajes. A través de esta danza inventada, el "Pegazo" personificará diferentes tradiciones de entrenamiento. Entrenamientos específicos que han moldeado su especie hace años desde su introducción a Chile por los mismos españoles y posteriormente por mestizos y descendientes de los pueblos originarios. Un moldeamiento que toca indirectamente puntos de la historia y la situación actual de Chile en relación a la comprensión y utilización de lo vivo.d
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