EAMES SOFA,

diseñado por Charles & Ray Eames en 1954, producido desde ese año por Herman Miller. Hoy se renueva y asume otra personalidad con la tela de Girard.

Año 1939. Alexander Girard y Susan, su mujer, decidieron volar hasta México para pasar sus vacaciones.

Como pareja, les gustaba descubrir nuevas culturas y pasear por lugares inexplorados. Como diseñador, Girard ponía atención a todo lo que entrara por sus ojos y en aquel viaje ambos se enamoraron del arte popular local. Compraron muñecas, esqueletos y juguetes. Todos de papel maché.

Así nacieron las famosas Wooden Dolls de 1963, objetos que exclamaban libertad frente a una corriente de diseño funcional, de líneas rectas y geométrica de la época. “La forma sigue a la función”, señaló la Bauhaus a principios del siglo XX. Y Girard parecía no estar de acuerdo. Por eso mismo, hizo todo lo contrario.

Fue así como inició su carrera de aplausos. En 1960 reactivó las aerolíneas Braniff International Airways, dejando impecable su imagen corporativa. Se preocupó de rediseñar desde los sobres de azúcar hasta las oficinas. Y así un sinnúmero de éxitos que culminan con su propia fundación.

Enamorado de los colores y creativo hasta la médula, siempre creó diseños con aires ingenuos. Fue así como llegó a la División Textil de Herman Miller Company, en 1952. Allí diseñó más de 300 textiles con millones de combinaciones distintas, múltiples colecciones de papel pintado, láminas decorativas y tapices, además de un amplio grupo de muebles y objetos decorativos. Él era distinto a sus contemporáneos. Tenía una visión fuera de lo común.

“El arte es solo arte cuando es sinónimo de vivir”, dijo alguna vez el diseñador neoyorquino. Así de simple. No se daba vueltas por buscar más explicaciones, simplemente lo hacía.

PARA RECORDARLO

Este año, Herman Miller Collection acaba de lanzar cinco reediciones de piezas textiles icónicas de Alexander Girard. Los diseños están tejidos en materiales ecológicos optimizados y fueron realizados bajo el ‘funcionalismo estético’ del diseñador. Todas son telas de tapicería que celebran su genio prolífico y además aportan calidez y encanto a los distintos espacios de la casa.

Pragmáticas y alegres, las ediciones tienen patrones geométricos y colores primarios brillantes  aplicados en sofás, almohadas y cojines.

Se reeditaron Lanalux, Superweave, Linomix, Plaid Colorado y Hopsak. En todas se usaron lana y una novedosa fibra natural especialmente resistente, duradera y fácil de limpiar, que además de asegurar durabilidad y elasticidad, aprovecha los últimos avances en sostenibilidad y colorantes. Además todos los diseños están libres de tejidos de poliéster.

UNICO E IRREPETIBLE

Coleccionista, multifacético, divertido, simple. De todos sus viajes aprendía algo nuevo y de cada experiencia nacía una nueva creación. Girard no solo trabajó en el diseño textil, sino que también en tipografía, en ilustración, diseño de muebles, gráfica y en arquitectura. Sin duda una eminencia del siglo XX que dejó su huella en objetos como:
1. Bloques alfabéticos infantiles, reeditado por House Industry. Son 28 piezas de madera llenas de color. En ellas se mezcla el placer estético con el educativo. Para la reinterpretación se usaron tintas no tóxicas.
2. Wooden Dolls, parte juguete, parte diseño. De 1963, Girard las diseñó, pintó y talló pensando en su casa de Santa Fe. Lo que ocurrió después con ellas ya es otra historia.
3. Restaurante La Fonda del Sol, en NY (1961). Todos los menús, los servicios de mesa, las alfombras y los revestimientos del suelo son distintas interpretaciones del sol basados en el sentimiento latinoamericano. Mucho color, mucho movimiento. Otro acierto de Girard.

Alexander Girard, por Todd Oldham & Kiera Coffee. El libro de 672 páginas abarca prácticamente todas las aristas de su trabajo, incluyendo diseño textil. Con excelentes fotografías. Disponible en amazon.com