Turismo al rescate
En 1910, el Gobierno de España se propuso la tarea de crear una estructura de hospedaje a nivel nacional, hasta entonces completamente inexistente. No había por dónde empezar.
Dio la casualidad de que por esos años Alfonso XIII pasaba sus ratos de ocio en un refugio de caza que se había construido a las afueras de Madrid. Por alguna afortunada razón, el monarca decidió que esta vivienda sería el primer hotel de la cadena. Tras dos años de trabajo, se inauguró el flamante Parador de Gredos.
Acto seguido se constituyó la Junta de Paradores y Hosterías del Reino. Su misión ya no se limitaría a la construcción de hospedajes: en adelante estos debían emplazarse en edificios históricos en evidente estado de abandono. La visionaria apuesta sería, desde entonces, la recuperación de establecimientos de valor patrimonial con fines turísticos.
Casi un siglo después, la red de Paradores cuenta con 94 lugares entre hoteles y restaurantes. Con una capacidad para 10 mil personas, es un soporte para el sistema de turismo español, que hoy ostenta el segundo puesto en el ranking mundial de ingresos.
Conformada como una sociedad cuyo único accionista es la Dirección General de Patrimonio del Estado, funciona con un sistema de franquicias en que privados pueden postular para formar parte de la cadena.
Uno de sus recintos más emblemáticos es el Hostal dos Reis Católicos, conocido como el hotel más antiguo del mundo. Su origen se remonta a 1488, cuando los Reyes Católicos decidieron unirse a la tradicional peregrinación a Santiago de Compostela.
Allí se dieron cuenta de que los viajeros llegaban enfermos o cansados por las dificultades del camino, y no había un lugar apropiado para recibirlos. Por ello, los reyes emprendieron la construcción de un majestuoso edificio que se transformó en un lugar de descanso para los peregrinos y en un centro sanatorio.
Siglos más tarde, en 1954, el viejo hospital encontró nueva utilidad al ser transformado en un lujoso hotel. Considerando su antigüedad y su importancia histórica, el rescate no fue fácil.
Se necesitaron años de trabajo y especialistas de todo tipo, tanto ingenieros estructurales como artesanos ebanistas. Hubo que rescatar fuentes, gárgolas y vidrieras, restituir jardines de plantas medicinales, rastrear cuadros y objetos perdidos. Además hubo que acondicionar el recinto como un hotel moderno, de manera funcional pero preservando el estilo original.
Otro hotel que destaca por su valor histórico es el Parador de Alarcón. Fue erigido en el siglo VIII como una fortaleza árabe, situado estratégicamente en lo alto de un peñasco bordeado por el río Júcar.
La vista de su torre, fuerte e infranqueable, traslada al huésped a la Edad Media. En su interior, los techos altos y murallas sólidas, un tanto hostiles, fueron decorados con textiles rojos y anaranjados. Se buscó dar calidez al ambiente acentuando a la vez el estilo del medioevo.
El Parador de Alarcón es uno de los 15 castillos y recintos amurallados con los que cuenta la cadena. Además se han transformado 14 monasterios y conventos y 12 palacios, todos ellos condenados al olvido y al consecuente deterioro.
Gracias al incentivo de su potencial rentabilidad, fueron rescatados en un esfuerzo conjunto del Gobierno y agentes privados. De esta forma, no solamente se crea una extensa red turística, sino que se protegen monumentos de enorme valor.
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