Vibrar con la tela
Los textiles, siempre presentes en la vida de Dominique Sumar, son protagonistas de sus espacios. Sencillos, fáciles de vivir y precisos para cada ambiente, demuestran un ojo entrenado desde la niñez.
En los años 60 Salomón Sumar fundó una de las industrias textiles más grandes que funcionaron en Chile. En cada una de las tres plantas -nailon, algodón y poliéster- trabajaban alrededor de mil operarios. Eran como pequeñas ciudades cuya decadencia comenzó con el incremento de los textiles importados, vestuario y la ropa usada. La planta nailon, que producía materia prima para medias y calcetines que se confeccionaban en toda Sudamérica, fue la última en cerrar, en 1998.
“De chica me metía en las fábricas. En las bodegas de las telas, y siempre me llevaba rollos. Nadie entendía para qué, pero yo tenía un clóset lleno”, recuerda ahora la nieta de Salomón, Dominique Sumar. Mientras estudiaba artes plásticas, ella realizó varias prácticas dentro de la fábrica. Su primera actividad laboral, hace ya 20 años, fue vender telas de Industrias Sumar en su casa. “Así fui creciendo en este mundo de las telas hasta que armé mi propia empresa, bajo mi nombre, en 2010”. Dominique Sumar se especializa en proyectos de hoteles y áreas de alto tráfico. “Yo coopero en la implementación de todo lo que tiene que ver con telas: cortinajes, complementos de camas, tapices, etc. No vendo el metro de tela, vendo un producto terminado y un servicio que va desde que se escoge la tela hasta que la cortina queda colgada. No solo hago proyectos desde cero, también hago reposiciones. Por ejemplo, Valle Nevado es uno de mis clientes y todos los años les hago los cobertores de plumón, faldones para las camas. Lo que logramos es hacernos especialistas en la parte técnica de la tela”.
Toda esta historia explica por qué Domique dice que las telas la hacen vibrar, que lo mejor que puede pasarle en la vida es ir a una feria de telas, y que eso se refleja en el lugar en que vive.
“Mi casa es fácil de vivir y las telas aportan a esa condición. Escojo las que no tienen cuidados complejos, que se limpian y lavan fácilmente. Diría que lo que más abunda son linos en las cortinas. En la terraza tengo telas aptas, que no se destiñen con el sol y el tiempo. También tengo muchos complementos de cama hechos con mis telas”, explica.
Dominique se casó por segunda vez. Con cuatro hijas suyas y dos de su marido, necesitaba encontrar una casa amplia. Aunque son solo cuatro las niñas que viven con ellos, las otras dos los visitan con frecuencia. La encontró en 2011, en la zona antigua del sector de Santiago oriente y la acondicionó para su nueva familia: “Le hicimos bastantes cambios. Entre ellos, más dormitorios, hicimos crecer el living y el comedor. Lo que tenía muy bueno era el emplazamiento. Las casas de esa época se situaban en el centro del sitio. Esta está dispuesta en L y aprovecha muy bien el jardín”.
Muchos de los muebles habían estado en su familia. Otros llegaron desde el extranjero, en alguna medida gracias a su trabajo. “La decoración no se amarra a ningún estilo. La casa es atípica en el sentido de que hay zonas con mucho color. Muchos objetos que son parte de la historia familiar, otros que uno va comprando en el camino. No tengo un estereotipo establecido. Lo que más me gusta es que es superfácil de vivir. No tiene una forma que tengamos que cuidar demasiado. Es una casa donde circula mucha gente, nada es de cuidado extremo. Todos participamos mucho, todos cooperan en el quehacer”. d
D Luis Pasteur 5419 W dominiquesumar.cl
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