
¿El fin de los vuelos cortos en Europa?: El proyecto para unir 39 destinos del continente con un tren de alta velocidad
Se espera que la Comisión Europea presente en octubre el Plan Maestro de Conexiones de Alta Velocidad para todas las capitales y grandes ciudades del continente. La implementación de Starline podría disminuir los vuelos de corta distancia en un 80%, lo que representaría un avance significativo en la lucha contra las emisiones de carbono.

De Atenas a Estambul en cuatro horas o directamente a Viena. Embarque en Madrid y desembarque en Milán con escalas en Francia. Más de 49.400 km de red ferroviaria que conectan todas las capitales y grandes ciudades de la Unión Europea a velocidades de 250 km/h a 350 km/h.
Este es el plan de la Red Ferroviaria Europea de Alta Velocidad, promovido por la Comunidad de Empresas Ferroviarias y de Infraestructuras Europeas (CER) y cuya aprobación por la Comisión Europea ya está prevista, según informa Euronews.
El director ejecutivo de la CER, Alberto Mazzola, de visita en Atenas con motivo de la 8ª Conferencia de Infraestructuras y Transporte ITC2025, declaró a ese medio que el Comité de Transporte Sostenible y Turismo de la Comisión Europea sitúa al ferrocarril a la cabeza de la lista de prioridades para un transporte más ecológico y resistente.
“Tengo entendido que la Comisión Europea presentará, probablemente el 21 de octubre, el Plan Maestro de Conexiones de Alta Velocidad para todas las capitales y grandes ciudades. Creemos que es factible. Llevamos cuatro o cinco años trabajando en ello como asociación. Por poner un ejemplo sencillo, nos gustaría que todas las capitales de Europa estuvieran conectadas por trenes de alta velocidad”, comentó Mazzola.

“¿Cuál será el resultado si lo conseguimos? Para largas distancias, el 50% de la gente en Europa viajará en tren de alta velocidad, el 20% en tren convencional", detalló el Director Ejecutivo de la CER. “Así que el ferrocarril se convertirá realmente en la espina dorsal de los viajes. Le daré una cifra. Un turista viaja una media de seis a siete horas. Si va a 50 kilómetros por hora durante seis horas, recorrerá 300 kilómetros. Si va a 250 kilómetros por hora, recorrerá 1.500 kilómetros. Es un gran cambio. Eso es lo que ha hecho China. Algunos países lo han hecho a nivel nacional. España, Francia, Italia son países donde la alta velocidad va muy bien”, comentó a Euronews.
Los 22.000 kilómetros de la red Starline prevén conectar 39 destinos en países europeos, con líneas que llegarán también a Reino Unido, Turquía y Ucrania. La iniciativa pretende reinventar la infraestructura ferroviaria del continente, “fragmentada, desigual y a menudo lenta”, e introducir conexiones ultrarrápidas que rivalicen con el transporte aéreo. “Un sistema ferroviario verdaderamente integrado ya no es solo una cuestión de conveniencia; es una necesidad estratégica para la resiliencia de Europa en el siglo XXI”, afirma 21st Europe, el think tank con sede en Copenhague que está detrás del proyecto.
Europa cuenta con ejemplos de éxito -el TGV francés, el AVE español, el ICE alemán-, pero siguen siendo proyectos nacionales, no un sistema cohesionado, destaca el centro de estudios, que recuerda que, en 2023, 8.000 millones de pasajeros viajaron en trenes de alta velocidad, pero menos del 9% cruzó fronteras. “La Red Transeuropea de Transporte (RTE-T) busca unificar la infraestructura, pero le falta velocidad y ambición”, insisten. En ese sentido, aseguran que 424 ciudades importantes estarán conectadas a puertos, aeropuertos y ferrocarriles gracias a los planes de la RTE-T de la UE.

Según informó Time Out, esta red ferroviaria, apodada como el “metro de Europa”, promete operar a velocidades de hasta 402 kilómetros por hora, lo que permitiría acortar significativamente los trayectos entre ciudades europeas. Eso significa que los pasajeros podrían ir de Helsinki a Berlín en poco más de cinco horas, en lugar del viaje de un día entero que requiere actualmente. Además, las estaciones de esta red no solo cumplirán funciones de transporte, sino que también se convertirán en espacios multifuncionales, albergando salas de conciertos, museos y áreas para eventos.
El diseño de los trenes también será un elemento distintivo de Starline. Según detalló Time Out, los carros estarán pintados de azul brillante, en referencia a la bandera de la Unión Europea, y no contarán con divisiones de clase. En su lugar, ofrecerán espacios tranquilos y cafeterías para mejorar la comodidad de los viajeros. La seguridad será otro aspecto clave, ya que estará gestionada por sistemas de inteligencia artificial que emplearán sensores con verificación biométrica y detección automática de amenazas.
Uno de los aspectos más destacados del proyecto es su potencial para reducir el impacto ambiental del transporte en Europa. El transporte es uno de los mayores retos climáticos de Europa, responsable del 25% de las emisiones totales, y la aviación es el factor que más crece.
La implementación de Starline podría disminuir los vuelos de corta distancia en un 80%, lo que representaría un avance significativo en la lucha contra las emisiones de carbono. Además, los viajes en esta red serán un 30% más rápidos que los realizados en automóvil o en trenes convencionales, lo que la posiciona como una alternativa eficiente y sostenible.

Los vuelos de corta distancia siguen siendo el modo de transporte por defecto para millones de personas, a pesar de que el tren de alta velocidad emite hasta un 95% menos de CO2 por trayecto. Países como Francia y Austria han empezado a restringir los vuelos de corta distancia cuando existen alternativas ferroviarias, pero el impacto real “requiere un enfoque continental”, afirma el think tank.
“Un cambio audaz hacia el ferrocarril de alta velocidad podría ser la mejor oportunidad de Europa para cumplir sus objetivos de cero emisiones netas para 2050 y, al mismo tiempo, garantizar que la movilidad siga siendo rápida y ecológica”, apuntan.
También hay un componente económico que los impulsores del proyecto ponen de relieve. Cuando China expandió su red ferroviaria de alta velocidad, las ciudades con este tipo de conexiones experimentaron un aumento del PIB del 14,2%, y cada nueva línea de alta velocidad contribuyó con un 7,2% adicional al crecimiento del PIB urbano. “Un proyecto europeo de escala similar podría impulsar la inversión, impulsar las economías regionales y lograr que el mercado único se perciba como un mercado único, tanto física como económicamente”, señala 21st Europe.
Pero el financiamiento del proyecto se vislumbra complejo. Según Euronews, el horizonte de la red ferroviaria de alta velocidad es de 20 años. Un estudio europeo estima el costo de su realización en 546.000 millones de euros. La Comunidad de Empresas Ferroviarias y de Infraestructuras Europeas (CER) sostiene que los fondos pueden proceder de programas europeos y nacionales, pero también del gasto previsto para la defensa europea en el apartado de infraestructuras.

El grupo danés artífice del proyecto Starline postula que la red debe financiarse mediante una combinación de presupuestos de infraestructura de la UE, financiamiento del Banco Europeo de Inversiones y bonos de la UE a largo plazo. Además, los gobiernos de cada país deberían cofinanciar sus estaciones y conexiones regionales, y todo ello manteniendo un precio de billetes “significativamente inferiores a los de los vuelos de corta distancia y los servicios ferroviarios existentes para fomentar su adopción masiva”.
Asimismo, la red de carga dedicada de Starline generaría un flujo constante de ingresos, permitiendo a las empresas pagar por acceso prioritario a los corredores logísticos. Esto no solo mejora la eficiencia de la cadena de suministro, sino que también ayuda a subvencionar las tarifas de los pasajeros, garantizando así la viabilidad a largo plazo, afirman desde 21st Europe.
“Las infraestructuras a gran escala requieren inversión a largo plazo. Starline debería posicionarse como un proyecto europeo estratégico, en consonancia con el llamado del Informe Draghi a invertir en la competitividad y la resiliencia del continente. No se trata solo del ferrocarril, sino de garantizar que Europa cuente con la infraestructura necesaria para impulsar el crecimiento económico, los objetivos climáticos y la competitividad industrial”, argumenta el think tank.
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