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¿Está dejando Canadá de ser el país de las puertas abiertas?

El primer ministro Mark Carney presentó el Presupuesto Federal 2025 con un anuncio contundente: el país reducirá el número de migrantes temporales de 673.000 a 385.000.

Mark Carney, exgobernador del Banco de Canadá, habla durante una conferencia de prensa después de la segunda noche de debate en la carrera por el liderazgo del Partido Liberal federal para reemplazar al primer ministro canadiense Justin Trudeau en los estudios MELS en Montreal, Canadá, el 25 de febrero de 2025. Foto: Archivo ANDREJ IVANOV

La reciente presentación del Plan de Niveles de Inmigración 2025-2026 de Canadá ha generado fuertes críticas de abogados, defensores de derechos humanos y migrantes, quienes, tras haber confiado en los programas gubernamentales, ven hoy su futuro en riesgo.

Según el Departamento de Estadísticas de Canadá, la inmigración económica permanente representará el 64% de la inmigración total en 2027 y 2028, la proporción más alta en décadas, reflejando así que Canadá priorizará cada vez más la residencia para extranjeros con fines económicos sobre otras categorías, como la reunificación familiar o los refugiados.

El impulso de estas políticas se da en un contexto mundial de políticas migratorias cada vez más restrictivas y discursos xenófobos de gobiernos de derecha, que justifican equilibrar sus necesidades económicas y demográficas, sin reconocer que detrás de las estadísticas hay personas y familias con proyectos de vida que han aportado al desarrollo económico, científico y cultural de sus comunidades.

Expertos cuestionan que la reducción en el número de inmigrantes permanentes impactará directamente la economía local y disminuirá la demanda interna, afectando a industrias como la vivienda, el comercio y los servicios.

Yves Martineau, abogado, consultor y miembro de la Asociación de Abogados de Inmigración de Quebec, asistió recientemente a una sesión en la Asamblea Nacional donde se discutía el rumbo migratorio de los próximos cuatro años.

En entrevista con France 24, Martineau recordó que no es la primera vez que ocurre un cambio drástico: hace más de 15 años el Gobierno Federal rechazó de manera masiva 240.000 solicitudes que tenía con el Programa de Trabajadores Calificados, y a nivel provincial Quebec llegó a devolver más de 18.000 solicitudes que tenía en espera.

Sin embargo, subrayó, la diferencia hoy es profunda: esta vez las personas ya están en el país. Han construido sus vidas, tienen empleos, pagan impuestos. Y de un día para otro las reglas cambian. “Legalmente es posible”, advierte, “pero eso no significa que sea justo, especialmente ante los efectos psicológicos y económicos que estas decisiones están provocando y van a provocar”.

Martineau también cuestiona la contradicción que observa entre la restricción de programas migratorios y, simultáneamente, el financiamiento por parte del gobierno de iniciativas para atraer nuevos talentos. Cita como ejemplo “Quebec en tête”, un programa que continúa activo y recluta profesionales en países como Francia y Brasil.

En sus anuncios aparecen ofertas laborales atractivas, con requisitos detallados; sin embargo, en ninguna parte se menciona la incertidumbre que atraviesa actualmente el sistema migratorio.

Finalmente, Martineau reiteró que la crisis de la vivienda y las dificultades del sistema de salud en Canadá son problemas estructurales y no consecuencia de la migración.

Canada last year welcomed more than one million permanent and temporary immigrants. DAVID RYDER/REUTERS

“No a la abolición sin transición”

“No a la abolición del PEQ sin transición”, “No somos cifras, somos familias”… Estas frases son algunas de las que se pueden leer en las pancartas que acompañan las recientes marchas en Montreal, organizadas por el grupo de defensa de los inmigrantes “Le Quebec c’est nous aussi”, en español: Quebec también somos nosotros.

La movilización surge como respuesta al anuncio del primer ministro François Legault de eliminar el Programa de Experiencia Quebequense, PEQ, una vía que permitía a trabajadores temporales extranjeros y a estudiantes internacionales graduados en Quebec acceder a la residencia permanente, siempre que cumplieran requisitos como haber estudiado en francés y en un programa reconocido por el gobierno provincial.

Entre los participantes está Zakaria Selmani, microbiólogo y artista, quien llegó de Argelia hace más de dos años a Montreal para estudiar fotografía. “Durante este tiempo he atravesado momentos difíciles, equilibrando trabajo, estudios e integración en una nueva sociedad. Terminé mis estudios, pero la decisión repentina del gobierno ha empañado esa alegría y ha sembrado dudas sobre mi futuro profesional. Por eso pedimos la implementación de una cláusula de derechos adquiridos para los residentes temporales”, explica.

Las marchas son cada vez más multitudinarias: migrantes de distintos países y sus familias, incluidos niños, recorren las calles de Montreal pese al frío del invierno que comienza, mostrando la diversidad de lenguas, culturas y trayectorias que hoy dan forma a Quebec. Unidos por una misma exigencia: “que el gobierno cumpla su promesa de permitirnos desarrollar nuestros proyectos profesionales y familiares en Canadá”, explica Zakaria.

Iryna Orishchak, médica gineco-obstetra de origen ucraniano, llegó a Canadá hace dos años junto a su pequeña hija y su esposo, médico otorrinolaringólogo, quien realiza su pasantía clínica. Tras vivir los primeros dos años de la invasión rusa en Ucrania, la familia buscó en Canadá un lugar seguro, aunque la inmigración no era inicialmente su prioridad.

Con nostalgia, Iryna recuerda a Ivano-Frankivsk, su ciudad natal en el oeste de Ucrania, sus tradiciones y la vida cultural. Desde Montreal sigue pendiente de cada noticia, manteniendo contacto constante con su familia que aún vive allí.

Aunque se considera afortunada de estar en un país seguro, Iryna lamenta que la política migratoria canadiense se haya vuelto más compleja y lenta. Como residente temporal señala que la burocracia actual dificulta su integración laboral y la de profesionales calificados como ella y su esposo.

Iryna hace un llamado al gobierno canadiense para que facilite los procesos y reconozca el valor de los profesionales extranjeros en el campo de la salud, en un momento en que el país enfrenta una evidente escasez de especialistas médicos.

Entre las medidas que viene impulsando el gobierno canadiense para frenar la llegada y permanencia de estudiantes y trabajadores extranjeros está la reducción del acceso a empleos de bajos salarios dentro del Programa de Trabajadores Temporales Extranjeros.

Solicitantes de asilo cruzan a Canadá desde Estados Unidos en Champlain, Nueva York, EE. UU., el 28 de febrero de 2023. Foto: Archivo CHRISTINNE MUSCHI

También se estableció un límite al número de estudiantes internacionales y se endurecieron los requisitos del permiso de trabajo tanto para los graduados internacionales como para sus parejas, para quienes planean llegar y la renovación para quienes residen en el país.

Un ingeniero de sistemas colombiano radicado en Toronto, la ciudad más grande de Canadá y capital económica de la provincia de Ontario, a quien llamaremos Carlos Morales, pues pidió mantener su verdadero nombre en reserva, llegó por transferencia desde Suiza a través de una multinacional.

Después de trabajar en Canadá tuvo que afrontar un despido corporativo y buscar otra empresa dispuesta a gestionar ante el gobierno una autorización laboral que cumpliera los requisitos de un permiso de trabajo cerrado. Tras ocho meses de búsqueda y ansiedad, finalmente una compañía aceptó iniciar los trámites.

“Me dieron el permiso y puedo trabajar hasta 2028”, cuenta con alivio. “Fueron meses preguntándome si podría seguir aquí o si tendría que regresar a mi país”.

Aun así, Carlos destaca que “Canadá es un país que acoge a los migrantes; es multicultural y no he sentido choques de racismo como en otros lugares”. Sin embargo, insiste en que el gobierno debería priorizar a quienes ya están dentro del país”.

Inmigrantes: ¿son la causa de los problemas?

Jhonathan Valencia, ingeniero mecánico especializado en tuberías y con doble titulación en Colombia y Francia, lleva casi una década aportando a la industria pesada de Quebec. Llegó por temporadas desde 2016 para trabajar con una multinacional canadiense y, tras varias idas y venidas, en 2023 obtuvo un contrato cerrado que le permitió migrar junto a su esposa y su amado gato Blue.

En Canadá ha liderado la expansión de una planta de aluminio, un proyecto estratégico para la región de Quebec, más aun bajo las recientes tensiones arancelarias impulsadas por Donald Trump. Actualmente coordina operaciones en una mina de extracción y transformación de oro en el norte de la región.

“He tenido la suerte de ejercer mi carrera plenamente; la empresa está satisfecha con mi trabajo y me ha permitido integrarme a la ciudad y entender su economía, su industria y su cultura”, cuenta.

Un oficial de la Real Policía Montada de Canadá (RCMP) le indica a un solicitante de asilo que se dirija a la frontera legal mientras se acerca a la frontera desde Roxham Road para cruzar a Canadá desde los EE. UU. en Champlain, Nueva York, EE. UU., el 28 de febrero de 2023. Foto: Archivo CHRISTINNE MUSCHI

Pero en el último año, dice, el ambiente ha cambiado. Ha percibido un discurso más hostil hacia los recién llegados. “Se insiste en que los inmigrantes somos la causa de los problemas, pero se pasa por alto que sostenemos con nuestro trabajo sectores esenciales para el desarrollo regional”, afirma.

Entre enero y septiembre de 2025 llegaron 158.660 trabajadores menos que en el mismo período de 2024, una caída del 48%, según el Departamento de Estadísticas de Canadá.

La mayor tensión, sin embargo, proviene del sistema migratorio. Él y su esposa ya presentaron la declaración de interés para iniciar su proceso de residencia permanente, pero el silencio oficial se ha vuelto una carga.

Esa falta de claridad genera inestabilidad en la vida diaria: “Cuando no sabes qué va a pasar pierdes concentración. Te preguntas todo el tiempo: ‘¿Nos aceptarán? ¿Tendremos que regresar?’”. Y esa incertidumbre, añade, pesa incluso en decisiones trascendentales: “Planear un hijo se vuelve difícil cuando no tienes certeza sobre tu futuro”.

Mientras Canadá ajusta sus políticas migratorias y reduce drásticamente las vías de entrada y residencia, las historias de quienes ya están en el país muestran que detrás de las estadísticas hay vidas en juego. Iryna, Jhonathan, Zakaria , profesionales, familias, migrantes en busca de seguridad y oportunidades, demuestran la resiliencia y el aporte que los extranjeros traen al país, pese a la burocracia, la incertidumbre y los retrasos que atraviesan.

Sus experiencias reflejan un dilema: Canadá sigue siendo un país de puertas abiertas, pero para quienes ya llegaron esas puertas parecen cerrarse de manera inesperada. Como recuerda Carlos, “siempre estamos negociando internamente por qué estamos lejos de nuestro país, y en ese proceso emocional uno espera políticas más empáticas, que valoren los esfuerzos familiares y los aportes intelectuales que hacemos. Es un gana-gana compartido”.

Hoy la encrucijada es política, pero la respuesta definirá vidas: volver a levantar muros o crear puentes que permitan a Canadá crecer junto a quienes sueñan hacer del norte su hogar.

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