
Los tesoros que los trabajos en Santiago han sacado a la luz
Bajo calles y edificios de la capital, cada excavación por las distintas obras civiles que se están llevando a cabo ha revelado huellas arquelógicas, algunas con cientos de años de historias, las que van desde cementerios prehispánicos y pueblos alfareros hasta rieles de antiguos trenes. Los hallazgos están siendo supervisados por el Consejo de Monumentos Nacionales.

Viejos rieles metálicos asomaron bajo el pavimento en pleno corazón de Plaza Baquedano a fines de 2024. Las obras del proyecto Nueva Alameda habían avanzado con normalidad hasta que la maquinaria dejó al descubierto los vestigios de un ferrocarril que funcionó en Santiago entre 1891 y 1941, conectando la Estación Providencia con distintos puntos de la capital. El hallazgo no retrasó las faenas, pero devolvió a la superficie un pedazo de historia que muchos creían enterrada.
Ese descubrimiento no fue un hecho aislado y se sumó a una lista de tesoros arqueológicos que han emergido en los últimos años en medio de las obras de Metro, hospitales y otras obras civiles que transforman la capital. Bajo sus capas de cemento y asfalto, Santiago guarda huellas que van desde comunidades nómades que habitaron hace 11 mil años, hasta la vida urbana del siglo XX.

“Cada hallazgo nos permite reconstruir la historia y entender cómo se conformó la ciudad en distintos momentos”, reflexiona la presidenta del Colegio de Arqueólogos y Arqueólogas de Chile, Verónica Baeza. Y agrega: “El valor no siempre radica en el tamaño del hallazgo, sino en la información que entrega y en cómo dialoga con el desarrollo actual”.
Uno de los descubrimientos más relevantes ocurrió en Renca durante la construcción de los talleres y cocheras de la Línea 7 del Metro en 2023. Allí, en un terreno de más de 17 hectáreas, arqueólogos identificaron el hallazgo más antiguo descubierto en el valle del Maipo-Mapocho.
Se trata de un asentamiento con más de 245 mil piezas que datan entre 11.000 y 300 a.C., correspondientes a grupos cazadores recolectores del período arcaico.Los expertos excavaron más de 60 pozos de sondeo entre 2020 y 2021 y lograron recuperar puntas de proyectil, restos óseos de animales y desechos líticos que revelan cómo vivían los primeros habitantes de la cuenca.
“Renca demuestra la importancia y la excepcionalidad de descubrimientos que constituyen la única evidencia científica del periodo arcaico temprano en esta zona”, subraya a La Tercera la subsecretaria del Patrimonio Cultural y presidenta del Consejo de Monumentos Nacionales (CMN), Carolina Pérez Dattari.

Ese mismo proyecto permitió identificar ocupaciones posteriores, vinculadas al periodo alfarero, cuando las comunidades comenzaron a desarrollar horticultura y a asentarse en el valle, dejando tras de sí fragmentos cerámicos y restos de animales domesticados.
Aquí el CMN se tornó clave, debido a que es la institución que tiene el mandato legal de proteger, autorizar y supervisar cualquier intervención en sitios arqueológicos, históricos o paleontológicos a nivel nacional.
Cementerios y vasijas
No fue la primera vez que Metro, que no participó de este artículo, se topó con secretos del subsuelo.En 2018, durante la construcción de la estación Franklin de la Línea 6, las excavaciones dejaron al descubierto un cité del siglo XX, donde vivieron trabajadores del antiguo Matadero Franklin. Allí aparecieron pavimentos de piedra huevillo, cimientos de ladrillo y antiguos sistemas de alcantarillado que desembocaban en el Zanjón de la Aguada.
Unos años más tarde, en Providencia, la excavación para el pique Europa de la Línea 7 sorprendió con un hallazgo mayor: un cementerio prehispánico con al menos 62 individuos enterrados en 52 fosas funerarias. Allí se encontraron vasijas completas, cuentas de collar y morteros de piedra que acompañaban los cuerpos, muchos dispuestos en posición flectada, en lo que hoy se considera el contexto funerario con más tumbas registrado en la ciudad.

Los secretos de un hospital
Los proyectos de salud también han devuelto fragmentos de historia. Uno de estos se evidenció en el terreno del Hospital del Salvador, en pleno Providencia, donde se construye la reposición del centro de salud junto al Instituto Nacional de Geriatría. En ese entonces se identificó un sitio multicomponente que abarca desde ocupaciones alfareras tempranas hasta la época republicana.
Fue así como en 2016 y 2018, las campañas de rescate arqueológico permitieron recuperar miles de fragmentos cerámicos y líticos, así como restos de animales de granja, loza y estructuras de piedra. Pero el hallazgo más sobrecogedor fue un cementerio prehispánico con 43 individuos enterrados, en su mayoría adultos, aunque también tres lactantes. Muchos tenían ofrendas funerarias.
Los arqueólogos concluyeron que se trataba de un asentamiento doméstico de grupos alfareros del Chile Central, posiblemente asociados a las culturas Bato y Llolleo.
En paralelo, en los terrenos del futuro Instituto Nacional de Neurocirugía -a un costado del Salvador- se hallaron vestigios que combinaban restos cerámicos prehispánicos con evidencias históricas vinculadas a la trayectoria del hospital. Aún se esperan las demoliciones para avanzar en la caracterización final del sitio.

En tal sentido, la subsecretaria recalca que es crucial distinguir qué debe conservarse y qué no: “Es importante tener claridad sobre dos aspectos: por un lado, la relevancia de los hallazgos arqueológicos; y por otro, que no todos los hallazgos constituyen patrimonio”.
Esa distinción, agrega, es la que se está promoviendo en la nueva propuesta legislativa para la Ley de Patrimonio “para poder diferenciar aquello que debe conservarse de lo que no es relevante”.
El destino de cada descubrimiento depende de sus características y necesidades de conservación. Según la subsecretaria, algunos materiales se trasladan al Museo Nacional de Historia Natural (centro oficial de colecciones arqueológicas en Chile), mientras que otros permanecen en museos regionales o en universidades cercanas al lugar de origen. En ciertos casos, los propios titulares de los proyectos de infraestructura están obligados a realizar “puestas en valor” como medida de compensación, de modo que la ciudadanía pueda acceder a estos bienes culturales.
“Todos tenemos derecho a conocer nuestro pasado”, enfatiza Pérez Dattari. “El patrimonio cultural no solo nos habla de nuestra historia y nuestra identidad, sino que también puede convertirse en un motor de desarrollo. Por eso estamos impulsando un Plan Intersectorial de Sitios Arqueológicos y Yacimientos Paleontológicos”, suma.
Rieles en Alameda
El hallazgo de los rieles en la Alameda no solo recordó el Santiago de comienzos del siglo XX, sino que también abrió un debate sobre el destino de este tipo de vestigios. “Hoy los rieles están protegidos, y la idea es reubicarlos en el mismo sector, pero en un espacio que permita ponerlos en valor para la ciudadanía”, explica la directora de arquitectura del MOP y miembro del CMN, Loreto Wahr.
En su momento, el descubrimiento abrió el debate de si los hallazgos, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, retrasarían los trabajos del proyecto de Eje Alameda, debido a los permisos para su intervención. Aunque la arquitecta descarta cambios en el cronograma: “Son iniciativas independientes. La obra de habilitación del espacio público de Nudo Baquedano continúa avanzando y esperamos que pueda estar finalizando durante el último trimestre del año”.

Unos meses después, durante el segundo semetre de 2025, cerca del mismo sector se encontraron otros tramos de la vía férrea. Esta vez en la ciclovía en dirección al centro de Santiago, pero cubiertos con cemento para no interrumpir la construcción.
Pero no siempre es así. El protocolo del CMN frente a un hallazgo funciona de manera gradual y caso a caso. Primero, existe un deber de denuncia: cualquier hallazgo debe ser informado al CMN para que este evalúe su relevancia. A partir de ese análisis, se pueden establecer medidas de resguardo o protección específicas.
En algunos casos, incluso puede ser necesario solicitar permisos al CMN para continuar con las labores en el área. Una herramienta clave para la correcta gestión es el plan de manejo, que permite compatibilizar la protección patrimonial con el desarrollo de las actividades en curso. La aparición de un hallazgo no implica una paralización automática y absoluta de las obras; las decisiones se ajustan según cada situación particular.

Pasado y futuro
Los especialistas subrayan que los rescates arqueológicos también implican una pérdida: el sitio se excava y desaparece tal como estaba. Así, la modernización de la Ley de Monumentos -vigente desde 1970- busca dar certezas tanto a los desarrolladores de proyectos como a las comunidades.
Pérez Dattari detalla que la propuesta legislativa contempla un registro nacional de arqueólogos y paleontólogos, un estatuto de protección con procedimientos claros, y un visor de arqueología que permitirá conocer la densidad arqueológica de distintos territorios antes de iniciar obras.
“Es fundamental que la arqueología se considere desde la etapa de preinversión”, enfatiza la subsecretaria. “De esa manera se evitan paralizaciones costosas y, al mismo tiempo, se resguarda la memoria histórica del país.b
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
Este septiembre disfruta de los descuentos de la Ruta del Vino, a un precio especial los 3 primeros meses.
Plan digital + LT Beneficios$3.990/mes SUSCRÍBETE